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domingo, octubre 13, 2024

La ciencia confirma que el amor más intenso es el que se siente por los hijos

El amor enciende nuestro cerebro. Si bien, existen diferentes tipos de amor que activan de distinta manera las áreas cerebrales relacionadas con el apego, los sentimientos, las emociones, los pensamientos y sistemas de recompensa.

La Neurociencia y la Filosofía se unen para explicar cómo el amor moldea la actividad neuronal y parece que los resultados vienen a corroborar la opinión más popular: no hay nada similar al amor que se siente por un hijo.

En un reciente estudio, el filósofo Pärttyli Rinne colaboró con neurólogos de la Universidad de Aalto (Finlandia), para estudiar la activación y la intensidad cerebral de los sentimientos afectivos; clasificaron el amor en seis categorías: hacia la pareja, hacia los hijos, hacia los amigos, hacia los desconocidos, por las mascotas y por la naturaleza.

Los resultados, publicados por Oxford University Press, mostraron que el amor más intenso es el que se siente por los hijos, seguido por el amor hacia la pareja. El resto de formas de amor generaron menor actividad cerebral.

Aunque los términos pueden parecer técnicos. El estudio ha publicado las fotografías tomadas por Resonancia Magnética Funcional, donde se aprecian, fácil y gráficamente, las áreas rojas donde el cerebro intensifica los latidos del corazón y revela la magnitud del sentimiento. Este estudio no solo ofrece la evidencia tangible del amor, sino que también permite identificar hacia quién o qué se dirige ese afecto.

Rinne subraya que el amor parental activa intensamente el sistema de recompensa del cerebro, algo que no ocurre con otras formas de amor. En contraste, el amor por la naturaleza queda a la cola de la lista, ya que activa principalmente las áreas visuales, pero no las regiones asociadas con la socialización.

Esta investigación argumenta de forma neurológica las conclusiones previas a las que habían llegado ya los estudios realizados desde la psicología; encontrando que el amor parental está caracterizado por un fuerte deseo de protección y un sentido de la responsabilidad por el bienestar de los hijos inigualable. Todo ello contribuye a que fuera percibido como uno de los vínculos emocionales más intensos. 

La ciencia sugiere que este tipo de amor por los hijos está relacionado con una serie de factores evolutivos que aseguran la supervivencia de la especie, facilitando e intensificando este vínculo emocional.

Con información de 20 minutos.

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