El informe Planeta Vivo, un estudio que realiza cada dos años la organización WWF para analizar el estado de salud de la biodiversidad mundial, se ha vuelto a actualizar este 2024 y nos deja algunos datos impactantes. Entre ellos destaca que al analizar un periodo que va desde 1970 hasta 2020 se puede observar un descenso del 73% en el tamaño de las poblaciones de mamíferos, aves, peces y anfíbios.
Esta noticia resulta inquietante por varios motivos. Por un lado, refuerza el conocimiento que hace ya décadas que preocupa a los expertos sobre la pérdida de biodiversidad en nuestro planeta: las especies ven reducido su número de ejemplares gradualmente, en algunos casos hasta la extinción. Por otro, el temido punto de inflexión en que la vida en el planeta Tierra cambiaría significativamente podría estar más cerca de lo que imaginamos.
cambios peligrosoS
Estas afirmaciones, aunque alarmantes, no deberían sorprendernos del todo: la naturaleza hace mucho tiempo que nos avisa, y aunque hemos prestado atención a sus señales no hemos hecho lo suficiente para frenar los cambios que la actividad humana de la era post-industrial está causando progresivamente.
Es posible que, si vivimos alejados del ámbito científico o de la conservación, no hayamos visto cómo las poblaciones de animales se reducían. Sin embargo, todos hemos notado que cada verano parece hacer un calor un poco más desagradable que el anterior, que «el tiempo se está volviendo loco» (es decir, los fenómenos atmosféricos son más extremos), o que cada vez hay mas sequías.
Lo cierto es que, cuando todas estas transformaciones progresivas se acumulan pueden llegar a causar un punto de inflexión en que los ecosistemas ya no logran recomponerse, y las consecuencias de alcanzar este umbral crítico serían devastadoras e irreversibles.
La investigación conjunta de WWF y el Instituto de Zoología de la Sociedad Zoológica de Londres ha encontrado que las especies de agua dulce son las más afectadas, seguidas de los vertebrados terrestres y finalmente los animales marinos. Así, los cambios tampoco han afectado por igual a todas las zonas del mundo: los mayores descensos se han producido en América Latina y el Caribe, en África y en Asia y el Pacífico.
En Europa, Norteamérica o Asia Central se observa un panorama diferente. Antes de la década de 1970 ya se habían producido cambios significativos en la naturaleza, y por este motivo el descenso de los últimos 50 años no ha sido tan drástico. Además, los programas de conservación han conseguido algunas pequeñas victorias. En National Geographic te hemos contado algunas de ellas, como es el caso del quebrantahuesos en España, el lobo en Yellowstone o más recientemente el tigre en Kazajistán.
Con todo, y más allá de trabajar para la reintroducción de especies, debemos luchar contra la degradación de sus hábitats, la caza ilegal, la introducción de especies invasoras o el cambio climático que afecta a nuestros sistemas vitales, que evitan que los animales puedan realizar sus funciones básicas dentro de los ecosistemas, debilitando los beneficios que todos obtenemos de ellos.
PUNTOS DE INFLEXIÓN GLOBALES
Existen algunos fenómenos globales que en la actualidad suponen un grave peligro para las especies de seres vivos del planeta, entre los cuales nos encontramos como seres humanos:
- La degradación de los arrecifes de corales, que experimentan episodios de blanqueamiento masivo causados por el aumento de la temperatura del océano.
- El colapso de las corrientes oceánicas, y en especial de la circulación meridional de vuelco del Atlántico (AMOC), una de las principales arterias del sistema climático de la Tierra.
- El derretimiento del hielo de los polos, que provocaría una subida del nivel del mar y descongelaría el permafrost, causando enormes emisiones de dióxido de carbono y metano o la liberación de microbios.
- La deforestación de los pulmones verdes del planeta, como el Amazonas, que son importantes sumideros de carbono.
toda acción cuenta
Los nuevos datos aportados no cambian una realidad que hace mucho tiempo que se conoce, aunque aportan un nuevo sentido de urgencia: necesitamos hacer cambios profundos en nuestra sociedad para reparar el planeta a tiempo.
Entre ellos, debemos esforzarnos especialmente en limitar la contaminación y el aumento de la temperatura global por debajo del umbral de 1,5 °C establecido en el Acuerdo de París, aumentar las áreas protegidas para conservar la biodiversidad, transformar nuestro sistema alimentario para hacerlo más ecológico y sostenible, y apostar significativamente por las energías renovables.
Con información de National Geographic