Por: Francisco Delascio Chitty
Al parecer, todas las cosas animadas no tienen valor o importancia en un determinado momento. Así, para muchas personas, el rabipelado es un animal repugnante, que en la actualidad, junto con los perros, está entre las mayores víctimas fatales del tránsito vehicular. No obstante, en el año 1500, cuando Vicente Yáñez Pinzón regresó a España, después de haber descubierto al Brasil y la desembocadura del Amazonas, les presentó a los Reyes Católicos un rabipelado, al cual llamó” semivulpa”, por creerlo una mezcla de zorro y mono. Ese rabipelado fue considerado como una de las más notables maravillas del Nuevo Mundo, y todos los escritores de la época se ocuparon de él, “estando más atendido que perro en misa”. El rabipelado, rabo pelao, faro, fecundo, micuré, oposum, sariga, zarigüeya, es llamado por los motilones “yare”, por los pemones “avare”, y por los guaraos “nobu” o “guabu-nobo”, que significa “abuelo del ratón”. El rabipelado es un marsupial (del latín “marsupium”, saco, bolsa) americano, con aspecto de rata, hocico puntiagudo, pelaje largo, variable entre pardo-amarillento, café a gris-negruzco, que se hace más claro en la cara y oscuro en torno a los ojos. Tiene una longitud total de 50 cm, y un peso de unos 3 Kgs; cola larga, desprovista de pelos y prensil. Con ella se cuelgan de las ramas para consumir o atrapar a sus presas con las cuatro patas. Las patas posteriores, al igual que en los humanos, presentan un pulgar oponible al resto de los dedos, pero sin uñas. Su dentadura está constituida por cincuenta dientes. Es, un omnívoro muy voraz; lo mismo come frutas que insectos, cangrejos, peces, ratones, aves, huevos y lagartijos. Tienen un gusto especial por las gallinas; y es comprensible, pues estando estas confinadas en un espacio reducido (gallinero), el rabipelado no hace mucho esfuerzo (ahorra energía) para atraparlas; solo llega y las coge. Su nombre genérico es Didelphis, palabra griega “di”, dos, y “delphis” matriz. En Venezuela está representado por dos especies: Didelphis marsupialis, con orejas todas negras, es el más común; y Didelphis albiventris, cuyas orejas son blancas, y está distribuido hacia los Andes y áreas altas del país. Los rabipelados paren dos o tres veces al año, tienen 4-14 hijos (incluso 20). Su gestación es de 12 días, pero su desarrollo es incompleto, de ahí que las crías vienen al mundo como una masa desnuda y sin movimientos voluntarios. Por lo cual, la madre las introduce en un saco abdominal o marsupio; donde se localizan trece glándulas mamarias, que forman círculos o elipses, cuyo centro es ocupado por una sola teta. La madre se coloca a cada cría un pezón, pero ellos no maman por sí mismos, sino que la leche es inyectada en su boca, por un músculo especializado de la glándula mamaria. Las crías viven allí unos cien días, y cuando ya no caben en la marsupia, se encaraman sobre el lomo de la progenitora, aferrándose al pelo. Los rabipelados tienen cerca del ano dos glándulas de almizcle que expelen un desagradable olor; el cual sirve para marcar su territorio o para defenderse. Cuando se ven atacados, se hacen los muertos, cierran los ojos y sacan la lengua; incluso se le puede sacudir y no dan señales de vida. Permanecen en este colapso nervioso hasta sentirse nuevamente seguros. Entonces se levantan y se marchan tranquilamente. Su carne es comestible y de buen sabor, la piel es empleada en ciertas peleterías. Algunas personas, dicen que su cola molida y tomada con agua en ayuno aumenta la productividad de leche en las mujeres, cura las fracturas, los cólicos, acelera el parto y atrae las menstruaciones.