“¡Voy pa´lante, soy sobreviviente dos veces!”. Esta fue la frase que Hildelisa Petter Ricaurte pronunció reiterativamente durante los 38 minutos que duró la entrevista. Su rostro, siempre con una leve sonrisa, refleja la calma y la fortaleza de quien sabe que ha vencido una dura batalla, y es que enfrentarse dos veces al mismo “enemigo” y ganarle no debe ser nada fácil. “Es una lucha que ganas en la mente y con fe en Dios”.
Las preguntas las hice yo, pero ella también me preguntó y ¡vaya que me dio duro!
-Gledis, ¿alguna vez has visto cómo queda una mujer después de que le quitan sus dos senos?
-Nunca- le respondí.
-Pues mira, esta soy yo.
En ese momento, se levantó su camisa y me mostró su pecho. Tragué hondo para no soltar las lágrimas. Ella sonreía, mientras yo seguía conteniéndome, pero qué va, mis ojos se aguaraparon, mientras ella repetía: “¡Voy pa´lante, soy sobreviviente dos veces!”.
Un amargo 19 de diciembre
Su historia comenzó hace 17 años. “Empecé a sentir algo en mi seno izquierdo. Le comenté a mi madre. Todos los días decía: Mañana voy al médico; nunca fui. Un 19 de diciembre, que jamás olvidaré, estaba haciendo unas compras y cuando levanté la bolsa para meterla al carro, sentí que algo se me movió en el seno. En la noche lo tenía muy inflamado. Mi hermano me tocó y me dijo que tenía algo grande allí. Fui a hacerme el eco. El diagnóstico nada alentador. El 7 de enero me hicieron la mamografía confirmando que tenía un tumor enorme. La biopsia dio el veredicto final y de allí al oncólogo”.
Asumió la noticia con mucha tranquilidad. Su familia no dudó en brindarle todo el apoyo ante este escenario. “Mi hermano me dio mucho ánimo. Me contaba historias de unas compañeras de su trabajo que tenían cáncer de mama y cómo ellas lograron superarlo. Eso me llenaba de esperanza”.
Lo más duro de aceptar
Se sometió a 13 sesiones de quimioterapia. Una de sus mayores confrontaciones fue aceptar la pérdida de su cabello. “Después de la primera quimio pasé como dos semanas sin lavarme la cabeza porque sentía que algo se me estaba desprendiendo. Cuando me echaba agua sentía cómo se me caía el pelo. Una amiga me había dicho que me rapara, pero yo no quería. También perdí las uñas y las pestañas. Recuerdo la cara de impacto de mi mamá al verme”.
Después de esas sesiones de quimioterapias, el tumor se redujo, pero, el médico detectó una abertura poco común. “El tumor se abrió como una estrella. El médico se alarmó y enseguida la decisión fue una mastectomía”.
Al despertar de la operación y sentir que ya no tenía un seno fue algo que la impactó demasiado. “Es terrible porque pierdes la feminidad. No tenía cabello y ahora me faltaba un seno, pero, era eso o la vida”.
-¿De dónde sacó fuerzas para enfrentar ese escenario?
—Eso lo da Dios.
-¿En algún momento llegó a pensar en la muerte?
-Siento tranquilidad. Pienso que si Dios dice que es hasta hoy que me toca estar en este mundo, lo acepto. Después de pasar por esta situación dos veces, no le tengo miedo a irme de este mundo.
Luego de la operación, se sometió a un tratamiento de 29 radioterapias, hasta obtener el alta médico y reincorporarse a su trabajo y a su vida normal. Siempre con su turbante, el cual nunca tuvo pena de usar.
“Estoy esperando que me crezca el pelo para hacerme un corte bonito”, risas.
El enemigo de nuevo al acecho
Esa primera batalla la libró hace 17 años, pero 15 años después de aquella recuperación, el “enemigo” volvió. “Después de 15 años, me hicieron una mamografía y en el otro seno me salió una pelotica. El año pasado mi sobrina, que es médico, me revisó y la pelotica estaba mucho más grande.
No quería operarme otra vez, ya tengo 72 años. Sentí miedo porque ya no estaban ni mi mamá, ni dos de mis hermanos, quienes en aquel primer momento habían sido mi gran apoyo y otra hermana también había caído con esta enfermedad. Fui al oncólogo y me convenció de operarme nuevamente”.
Así inició una nueva batalla con 10 sesiones de quimioterapia, en la que todo el apoyo médico y la efectividad de los servicios oncológicos en la ciudad fueron claves para, una vez más, ganar la lucha contra el cáncer de mama. “Sé que algunos pacientes han tenido problemas para conseguir sus tratamientos, pero en mi caso no pasé por eso. No tengo ninguna queja en cuanto a la atención que he recibido”.
Una gran victoria
Actualmente, Hildelisa se encuentra bien. Una vez más ganó la batalla. Solo tiene un tratamiento hormonal que deben suministrarle cada cuatro meses por tres años y una protección ósea.
“Dios es el único que te puede decir que estás sano. Esta enfermedad es como un explosivo, yo no sé si de repente me puede salir por otro órgano. A veces solo siento malestar producto del desgaste que generan estos tratamientos, pero hoy estoy bien, gracias a Dios”.
-¿Qué marca en la diferencia entre superar o no un cáncer?
-Pienso que es algo mental. Es que debes decirte que vas pa´lante y que Dios te va a ayudar a salir de eso. Es terrible cuando estás casada, porque no es fácil para un esposo ver a su mujer sin cabello y sin senos; muchos se van. La ayuda psicológica es vital en este proceso. No es fácil verse en el espejo.
Una paradoja de la vida
“Sabes algo paradójico que, cuando fui a recibir mi título de abogado, estaba pasando por el proceso de la enfermedad y cuando fui a recibir el título por la especialización, tuve que venir hasta con el sistema de drenaje puesto, estaba pasando por la batalla nuevamente.”
Un consejo para nuestras lectoras
“Tóquense. La prevención es la clave. No se olviden de ustedes. Yo me olvidé de mí y me tocó pasar por todo esto que es muy duro. Si tienen algún síntoma, vayan al médico, sin miedo, porque detectar a tiempo la enfermedad puede salvarles la vida. Y a las que están pasando por este proceso aférrense a Dios y confíen en la ciencia”.
Agradecimiento
“Doy gracias a Dios porque soy sobreviviente dos veces, algún objetivo tiene él conmigo. Gracias a todos los que me han ayudado, al hospital, al oncológico y a la universidad, porque siempre me brindó apoyo y siempre estuvo mi puesto de trabajo aquí esperándome”.
Hildelisa es bolivarense, abogado especialista en Derecho Civil. Egresada de la UGMA en donde labora desde hace 27 años. También le tocó superar el covid en dos ocasiones.
Gledis Bonilla