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jueves, diciembre 26, 2024

El Papa Francisco abrió la segunda Puerta Santa del Jubileo 2025 en la cárcel de Rebibbia

En un acto repleto de simbolismo y por vez primera en la tradición de la jubilación, el Papa Francisco inauguró el 26 de diciembre la segunda Puerta Santa del Jubileo de la Esperanza 2025 en el penal del Nuevo Complejo de Rebibbia en Roma.

El Pontífice, al llegar a la iglesia del Padre Nuestro, ubicada cerca del centro penitenciario, detalló su elección de optar por una cárcel: “Deseaba que la segunda Puerta Santa se ubicara en una cárcel para que todos, tanto internos como externos, pudieran abrir la puerta del corazón y comprender que la esperanza no defrauda”.

Luego, el Papa Francisco golpeó la puerta seis veces y ella se abrió gradualmente. Posteriormente, superó el límite caminando, en contraposición a la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, cuando lo realizó en silla de ruedas.

Después del rito de inauguración, el Santo Padre ofició una Misa con la asistencia de algunos prisioneros y sus familias. De acuerdo con las autoridades, se congregaron 300 individuos y otros 300 asistieron a la Misa desde las afueras del templo.

El Papa Francisco intentó abandonar la homilía redactada y pronunciar unas palabras improvisadas. En su mensaje, intentó enfatizar dos conceptos fundamentales: la esperanza nunca se defrauda y la importancia de mantener las puertas del corazón siempre abiertas.

“El gesto de abrir las puertas santas es hermoso, pero lo más importante es lo que significa: abrir los corazones”, destacó el Pontífice. Añadió que “los corazones duros no ayudan a vivir” y que la gracia del Jubileo reside precisamente en abrirse a la esperanza.

Comparó la esperanza con un ancla agarrada a una cuerda que nos sostiene en los momentos difíciles: “La cuerda a veces puede lastimarnos las manos», pero siempre nos ayuda a avanzar.

También lamentó que un corazón cerrado “se endurece como una piedra” y pierde la capacidad de sentir ternura, e insistió en la necesidad de mantener las puertas del corazón abiertas. Antes de concluir, aseguró a los internos que reza por ellos cada día.

Al final de la liturgia, los reclusos entregaron al Santo Padre varios regalos, entre ellos una reproducción en miniatura de la puerta de la iglesia del Padre Nuestro, realizada con madera de las barcas de migrantes y un cuadro que representa a Cristo salvador.

La visita a Rebibbia responde a las directrices de la bula Spes non confundit, en la que se insta a ser “signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria”. 

En especial, el texto papal recuerda a los presos, quienes, además de sufrir la privación de libertad, enfrentan “el vacío afectivo, las restricciones impuestas y, en muchos casos, la falta de respeto”.}

Con información de EU.

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