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viernes, marzo 21, 2025

Padre Antonio Valladares: El mandato es el amor

Nos habíamos despedido, después de una amena conversación donde su voz apacible no cambió de tono, evocando recuerdos de su carrera, de su vida dedicada al arte de servir, de escuchar, orientar y acompañar a quienes recurren a él; cuando surgió la última e inesperada pregunta: “- ¿Padre, usted cree en el destino? -“Creo. Dios tiene todo ¡fríamente calculado!”, respondió… Cómo no creer en el destino que desde los cuatro años le indicó el camino de su vida.

“Vengo de una familia muy religiosa, muy creyente, todos los primos tomamos la comunión, nos confirmamos, asistíamos a misa”. Generalmente los niños quieren parecerse a los héroes de la comunidad: bomberos, policías, entran en el renglón de lo que uno quiere ser “cuando sea grande”. Entonces, el niño Antonio, informó pronto a sus abuelos Guillermina y Perpetuo, que el único hijo de Carmen, quería ser “como el Padre que oficiaba la misa” en el lugar donde nació, el 2 de marzo de 1960 y vivió su primera infancia, cacerío El Hato, municipio El Carmen, en Boconó, estado Trujillo.

En 1988 fue su ordenación sacerdotal, luego de estudiar tres años de filosofía en Caracas, más un año de pasantías, cursó durante tres años estudios de Teología, en Bogotá, idea que sembró en él monseñor José de Jesús Núñez Viloria, auxiliar de monseñor Crisanto Mata Cova, quienes promovieron la idea de, posterior a sus estudios, traer a Ciudad Bolívar al joven Valladares. “Era paradójico irme a la tierra de Juan Bautista Dalla Costa, a quien estudiaba en bachillerato, en Trujillo, pues en honor a él se llama el colegio donde me formé en esos años”, relata el Padre Antonio; de manera que ése destino del que hablamos, había dado algunas señales.

Es aquí, en la Catedral Metropolitana de Ciudad Bolívar donde es ordenado sacerdote, el 25 de julio. “Hace 36 años llegué aquí, me vine a limar cualquier aspereza, a rescatar tradiciones, las misas dominicales, por ejemplo, que eran pocas entonces”.

Una tarea nada sencilla, para la que Valladares se valió del interés de los niños y de los más jovencitos en “las cosas de Dios”, para atraer a las familias. “Fue un puerta a puerta, invitando a los niños a participar en la iglesia, hicimos grupos con los jóvenes; fue un trabajo de hormiga” asegura, quien durante 24 años promovió desde la iglesia Virgen del Valle, y de 2014 a la actualidad, desde la Catedral, la presencia recurrente de la comunidad en búsqueda de “la verdad, en un solo Dios, un solo padre”.

Asegura que para llegar a la comunidad hay que “buscar lo que nos une”, porque la gente está ávida de saber cómo encontrar a Dios. “Nada se obliga, las cosas van fluyendo, ahora hay que valerse de la tecnología por ejemplo, para acercar este mensaje, como el de San Agustín: inquieto está nuestro corazón hasta llegar a Dios”. Relata quien además ha visto crecer el seminario sacerdotal de nuestra ciudad, que cumple 30 años este 2025, y cuenta con 45 jóvenes preparándose para ser ordenados sacerdotes.

Para el padre Antonio, un sacerdote debe ser “animador de su comunidad, atender en lo que haga falta; esto es vocacional, como cualquier otra profesión, son estudios universitarios además de la formación constante, anualmente se hacen jornadas de actualización en temas destacados como Bioética, relacionado a los avances de la ciencia.

Y es que, en este siglo XXI pocas cosas se resisten a no evolucionar. La iglesia católica también lo hace, el padre Antonio confirma que la aceptación de la concepción in vitro, es uno de los tabúes superados, “siempre y cuando el componente moral sea respetado, es válido este tipo de ayudas para las familias”. Pero, hay temas más delicados, como la clonación, en los que definitivamente hay reservas (y seguirán habiendo).

El Vaticano ha hecho frente a duras realidades, condiciones que han generado para el papa Francisco algunos adversarios, incluso señalamientos; para el padre Antonio, Francisco “es propio para la época, y aunque el Evangelio es y será sagrado, hay que acercar a la gente, podemos denominarlo un progresismo en positivo, él ha querido que la iglesia romana sea más cercana”.

Nadie, ni los sacerdotes, estarán exentos de lapidarias críticas “que jamás condenaremos, nosotros tenemos un norte claro, y hay que perdonar setenta veces siete” citando a Jesús.

El padre Antonio admite haber participado en muchísimas peregrinaciones donde se viven experiencias únicas, y si hablamos de lo extrasensorial, Valladares lo resume así: “siempre hay de estas experiencias: cuando se celebra la Eucaristía, por ejemplo, sientes que eso que está ahí es el cuerpo y la sangre de Jesucristo, igualmente durante el acto de bautizar, por convicción estás liberando del pecado… el momento de una oración pausada, también”.

Desde su llegada a estas tierras, el padre Antonio Valladares, ha sido pilar fundamental en la vida local, siempre dispuesto a escuchar, a participar en el acontecer, con compromiso: “El mandato es el amor”, afirma quien a pesar de tener raíces lejanas, su corazón aprendió a latir al ritmo del calipso y de la guasa, así lo confirman 36 años al servicio de los bolivarenses.

Marilyn Luis.-

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