El escritor cubano Félix B. Caignet está considerado el padre de la telenovela latinoamericana, tras descubrir que la tradición de leer diariamente historias a las tabacaleras, las entretenía durante las jornadas laborales y que esa fórmula podía funcionar en la radio.
Con su obra cumbre, ‘El derecho de nacer’, comprobó que el interés producido en las fábricas se repetía a través de las ondas hertzianas. Una vez incorporada la tevé al entramado mediático dio el siguiente paso: demostrar que las radionovelas eran susceptibles de ser adaptadas, aprovechando con el poder de la imagen.
En esa línea, surgió la Santísima Trinidad de las escritoras de historias dramáticas conformada por Caridad Bravo Adams, Delia Fiallo e Inés Rodena. Las tres comenzaron creando radionovelas. Las tres lo hicieron en Cuba, ya que, a pesar de que Bravo Adams nació en México, vivió un tiempo en la isla de origen de sus padres. Las tres también decidieron emigrar en los años 50.
De ellas, la menos conocida es Inés Rodena. Quizás porque fue la primera en morir. Quizás porque no tuvo descendencia. Quizás porque su país no ha reivindicado su legado. Quizás porque prefirió vivir de bajo perfil. Más allá del motivo, merece un recordatorio al cumplirse cuatro décadas de su fallecimiento, ocurrido el 15 de abril de 1985, cinco días antes de cumplir 80 años.
Inés Rodena era una enfermera viuda, cuando asumió el cuidado de una mujer que le cambió la vida: la madre de Caridad Bravo Adams. De la mano de la ya entonces reconocida autora de radionovelas, comenzó a desarrollar sus habilidades como escritora, encontrando inspiración en las decenas de historias que le habían relatado sus pacientes.
Gracias a ella, también logró los contactos para difundir lo creado. Su primer título fue La gata, fechado en 1952. La aceptación inmediata abrió un camino que continuó transitando hasta que abandonó la isla.
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