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martes, julio 15, 2025

Opinión | Contra el desasosiego

En la Primera Guerra Mundial o en la Gran Guerra (28 de julio de 1914 al 11 de noviembre de 1918), como en la Segunda Guerra Mundial (01 de septiembre de 1939 al 02 de septiembre de 1945) se les daba a los combatientes infusiones de «valeriana” para tratar de reducir la ansiedad o estado de estrés causado por las contiendas.

Quizás, por ello, deberíamos incluir en nuestra dieta un té de esta hierba, cuyo uso tanto ansiolítico, como para espantar los malos espíritus y miasmas, ya que se practicaban desde el período del Medioevo.

La Valeriana es originaria de Asía y Europa; en Venezuela como planta introducida se desarrolla en los estados andinos del país en suelos húmedos de los páramos y subpáramos, entre los 2500-3600 metros de altitud.

Su denominación es Valeriana officinale, el epíteto Valeriana deriva del latín “valere”, estar bien, tener salud y officinale también del latín “officina” lugar donde se guardaban medicinas, aplicándose después a las plantas con propiedades medicinales.

Es una hierba hasta 1.5 metros de altura, con rizoma aromático amarillo-marrón; hojas pinnadas, folíolos dentados; inflorescencia corimbosa, flores fragantes rosadas pálidas o blancas; fruto aquenio, ovoide-elipsoidal, estriado con cerdas o pelos plumosos que contribuyen a su dispersión por el viento (anemofilia), semilla diminuta.

Desde la época de Hipócrates (460-370 a. C.), considerado el padre de la medicina moderna, fundador de la Medicina Racional y precursor de la Ética Médica, y Claudio Galiano (129-216 d. C.), médico cirujano, fisiólogo, anatomista y fundador de la preparación y conservación de fármacos citaban las virtudes de la Valeriana.

Por su parte, Fabio Colonna (1567-1647) abogado, científico, estudioso de libros antiguos de medicina, de botánica e historia natural, sufría de epilepsia y en sus investigaciones probó en él mismo que el rizoma de la Valeriana le reducían los ataques, utilizándose desde entonces para dicho fin.

En la Edad Media, se solía colgar en las puertas de las casas racimos de estas plantas contra las influencias negativas y los rayos; así mismo, en Suecia colocaban en los trajes de los novios ramitas de ellas, para evitar la “envidia” de los elfos, criaturas de la mitología nórdica y alemana. Entre los compuestos fitoquímicos de la hierba tenemos aceites volátiles, aminoácidos (glutamina, arginina), flavonoides, alcaloides, colina, taninos, ácidos: valerénico y acetoxivalerónico).

Con sus rizomas (tallo subterráneo, horizontal) se preparan extractos o infusiones que se emplean como antiespasmódico, contra dolores de cabeza, nerviosismo, intranquilidad, dismenorrea, para favorecer el flujo menstrual, fortalecer el corazón, contra los calores o sofocos menopáusicos, para tratamientos epilépticos; externamente dicha preparación se aplica contra dolores articulares, irritaciones y erupciones cutáneas. Y, desde hace siglo se usa para prevenir el insomnio y la ansiedad.

Su uso esta contraindicado en mujeres embarazadas o lactantes y se debe evitar el consumo excesivo de alcohol.

Por: Francisco Delascio Chitty

Roelsi Gudiño
Roelsi Gudiño
Periodista, Productora Audiovisual, Fotográfa, Marketing Digital, Creador Digital
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