A través de la historia, la arepa se ha convertido en parte del ADN venezolano; un producto netamente indígena que ha trascendido fronteras hasta convertirse en nuestra insignia culinaria. Aunque su origen definitivo se disputa entre Venezuela y Colombia, el famoso «disco de maíz» es, irrefutablemente, una comida para todos.
Sea de maíz blanco o amarillo, frita o tostada, la arepa goza de envidiable versatilidad. Dependiendo del relleno, presenta variantes como la «reina pepiada» (pollo y aguacate), «la pelúa» (carne mechada) y «dominó» (caraotas con queso feta).
Además, cuenta con versiones internacionales y algunos crossovers, gracias a su extenso recorrido por el ámbito gastronómico. Tal como lo afirma Ramón David León en su libro Geografía Gastronómica Venezolana: «La arepa hace suspirar melancólicamente a los venezolanos cuando se encuentran fuera del recinto nacional».
La arepa destaca como nuestra versión del «pan de cada día» y es eminente entre sus primas de otros países, sin necesidad de menospreciar lo que cada alternativa ofrece. Por ejemplo, El Salvador cuenta con la pupusa, otra confección de maíz en presentación más grande y delgada que la arepa. Los salvadoreños la vindican con tal cariño y apetencia que, desde principios de 2005, reservan cada segundo domingo de noviembre para celebrar oficialmente el Día Nacional de la Pupusa.
Al igual que la arepa, la pupusa existe desde tiempos prehispánicos y se produce tanto a nivel doméstico como masivo, logrando efectos que impactan en lo económico. Es por eso que en El Salvador proliferan las «pupuserías», donde se sirven diversas especialidades de la pupusa. Esta comida también goza de un extenso mar de acompañamientos, en donde el límite lo pone la imaginación. Comúnmente, las pupusas se consumen con aguacate, frijoles molidos, queso derretido o con el famoso «curtido» salvadoreño, rematado con salsa de tomate.
Por otro lado, las gorditas son la especialidad de México y suelen ser más gruesas y alargadas que la arepa. Su ingrediente principal es la masa de maíz y, al igual que los famosos tacos, necesitan pasar por la freidora. Durante ese proceso, las gorditas se inflan y forman una bolsa de aire que permite añadirles el relleno.
Patricia González, autora del libro Sabrosos platillos regionales mexicanos, afirma en términos muy mexicanos que «una gordita de tuétano, pellizcada o caliente, es para chuparse los dedos». Las posibilidades gastronómicas también son numerosas; la ciudad de Veracruz se diferencia por servir gorditas dulces, mientras que en Aguascalientes la masa se divide por la mitad para incluir todo tipo de aderezos. Entre todas las versiones, Gonzáles destaca las gorditas de frijoles negros y las «poblanas» con chiles serranos.
No menos curiosa es la «aremburguesa», uno de los tantos crossovers mencionados anteriormente. El origen de las hamburguesas también es polémico (ciertas versiones dicen que son una creación de los mongoles, y otras la remontan a la antigua ciudad de Hamburgo), pero su encuentro con la arepa es más bien una obviedad, tratándose simplemente de una arepa con el relleno clásico de una hamburguesa. Los veganos la encontrarán similar a la arepa vegana, rellena de aguacate, tomate, lechuga y queso halloumi.
¿Por qué existen tantos platillos a base de maíz en América Latina?
El ensayista Alberto Méndez Barceló ofrece una respuesta: «El maíz es cultivado en la mayoría de los países del mundo y es el tercer cultivo en importancia después del trigo y el arroz». Según el sitio web TrackitAgro.com, los principales exportadores de maíz en América Latina son Brasil, Argentina, Paraguay y México.
Méndez Barceló añade: «El maíz es el cultivo más importante del sector agrícola vegetal en Venezuela y ha sido considerado como un rubro estratégico. La producción de maíz en Venezuela es de gran importancia, ya que desde el punto de vista sociocultural justifica plenamente la necesidad de ofrecer a los agricultores, alternativas de producción económicamente rentables, ecológicamente compatibles y socialmente aceptables».
En cuanto a la arepa, su éxito más allá de nuestras fronteras quizás se debe a su sabor amigable y sencilla preparación. Emigrantes venezolanos han abierto bares, camiones de comida y restaurantes en el exterior, difundiendo así el fenómeno de la arepa entre los amantes de lo sabroso y lo económico, y aunándolo a la diversidad gastronómica que ofrece la herencia latina.
Andrés Amundaray
