Este domingo, 31 de agosto, se cumplen 28 años de la trágica muerte de Diana, Princesa de Gales, en un accidente de coche en París. Su inesperado fallecimiento, a la edad de 36 años, no solo conmovió a millones de personas en todo el mundo, sino que también provocó una profunda crisis en la monarquía británica y cambió para siempre el curso de la historia.
La mañana del 31 de agosto de 1997, el mundo se paralizó al conocer la noticia. Diana, conocida como la «Princesa del Pueblo» por su enfoque humanitario y su actitud poco convencional frente al protocolo real, perdió la vida en un accidente en el túnel del Puente del Alma. En el coche la acompañaban su pareja, Dodi al Fayed, el guardaespaldas Trevor Rees-Jones, el único superviviente, y el chófer Henri Paul. Investigaciones posteriores determinaron que Paul estaba bajo los efectos del alcohol en el momento del siniestro, desmintiendo las teorías conspirativas que rápidamente surgieron.
La muerte de Diana, desató una ola de indignación y dolor sin precedentes. Su funeral, televisado a nivel mundial, fue visto por aproximadamente 2.500 millones de personas. El público la recordaba por su compasión y por su inquebrantable compromiso con causas humanitarias. Fue pionera al visitar a enfermos de sida, abogó por la retirada de minas antipersona y sensibilizó a la opinión pública sobre la salud mental. Su lema, «Nada me hace más feliz que intentar ayudar a las personas más vulnerables de la sociedad», quedó inmortalizado en la lápida de su mausoleo.
Más allá de su labor humanitaria, Diana, era un ícono de la moda, la mujer más fotografiada del mundo y una madre profundamente devota de sus hijos, los príncipes Harry y Guillermo. Su matrimonio con el entonces Príncipe Carlos, que terminó en un tumultuoso divorcio, había expuesto a la monarquía a un escrutinio sin precedentes, una crisis que su muerte exacerbó.
Como cada año, se espera que este domingo se depositen flores en la Plaza del Alma de París, en memoria de la Princesa, con vistas al túnel donde ocurrió el accidente. Del mismo modo, en el Palacio de Kensington en Londres, su antigua residencia, los británicos conmemorarán su vida y su perdurable legado.
Con información de agencias
