Por: Francisco Delascio Chitty
Es uno de los árboles característicos de las sabanas del Neotrópico, donde prospera en grupos o en forma individual conformando los chaparrales, también se desarrolla en los márgenes de los bosques tropófilos (semideciduos, deciduos) y áreas alteradas. En Venezuela prospera en todas las sabanas del país entre lo 0-1100 m de altura.
El nombre de Chaparro alude a la forma rechoncha, baja y gruesa del árbol; es conocido también como Curata, Kurata (Kariña) y Poirek (Pemón). Árbol hasta 10 m de alto, ramificado, tronco torcido, corteza grisácea, exfoliante. Hojas ásperas, escabrosas, con pubescencia estrellada (pelo fino con ápices en forma de estrella), aovado-elípticas, 30 cm de longitud, margen irregular, ondulado.
Inflorescencia en panículas axilares, flores blancas o rosadas, con un olor dulzón. Fruto capsular, coriáceo, dehiscente, 4-valvar hasta 10 mm de longitud. Semillas negras (1-2). Taxonómicamente, es Curatella americana, el primer epíteto deriva de su nombre común “curata” y americana hace referencia a la América, su lugar de origen.
Se desarrolla en suelos arenosos, pedregosos, ácidos y de buen drenaje. Su sistema radical es profundo y con raíces secundarias extensas que se alejan del eje principal por varios metros para una mejor captación de agua y nutrientes.
El Chaparro es una especie pirófita, palabra griega “pyrós”, fuego, y “phyton”, planta, que significa amiga del fuego, que lo soporta. Su corteza está conformada por una gruesa capa de suber, tejido externo, protector, aislante térmico, cuyas células presentan en su interior aire y sus paredes impregnadas en suberina, de esta forma el fuego que avanza con rapidez, por lo general no daña la parte interna del tallo.
La madera del Chaparro, es de color rojo, dura y resistente, la misma se emplea como leña y para fabricar carbón; así mismo en estantillos, postes y pilares, de igual forma es útil en ebanistería. Su corteza se ha usado en curtiembre; las hojas para lavar trastos y para lijar. Entre sus principios activos posee taninos, ácidos (butaliminco y gálico), flavenoides (quercetina, catequina, epicatequina).
Tanto a la decocción de la corteza, hojas y frutos le han dado usos curativos en casos de dolores articulares, diabetes, úlceras, trastornos renales y fiebres infecciosas. Con las semillas se prepara una pasta o ungüento contra afecciones cutáneas y quemaduras.
La polinización y dispersión de sus semillas es por zoocoria (intervención animal), moscas (Syrphidae), abejas (Melipona, Ptiliglossa), aves: psitácidos (loros, pericos), mimidos (paraulata llanera-Mimus gilvus), tiránidos (pitirre-Myiozetetes) y otros.
Por sus adaptaciones morfológicas y fisiológicas, el Chaparro se ha utilizado como un árbol en la recuperación de suelos y áreas degradadas, barrera viva para mitigar incendios; fenológicamente, al florear y fructificar todo el año le brinda alimento a la fauna silvestre.
