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viernes, diciembre 5, 2025

A tres años de la explosión de ChatGP

Han pasado exactamente tres años desde el 30 de noviembre de 2022, la fecha que muchos marcaron como el amanecer de una nueva era tecnológica. Ese día, una compañía poco conocida fuera de los círculos especializados, OpenAI, lanzó un producto que no solo superó el histórico Test de Turing, sino que redefinió lo que la humanidad entendía por inteligencia artificial: ChatGPT.

​El impacto fue instantáneo y masivo. «De hecho, si crees que es una persona, la impresión que te llevas es que es la persona más culta que conoces,» rememora Enrique Dans, profesor de Innovación y Tecnología en IE Business School. ChatGPT se convirtió en la herramienta digital de adopción más rápida de la historia, un «máximo exponente de viralidad que hemos conocido,» subraya Dans.

OpenAI y el pico de la valoración
​OpenAI y su líder, Sam Altman, capitalizaron esta explosión, catapultándose al centro de la conversación global. Esta posición de privilegio ha transformado a la organización en «la empresa privada más valiosa del mundo, por encima de los 500.000 millones de dólares,» según Karen Hao, autora de El Imperio de la IA. Sam Altman y su carrera por dominar el mundo (Península). Sin embargo, Hao también señala que se ha convertido en «una empresa llena de secretos y que ha cambiado mucho desde entonces».

​De la ansiedad a la duda: ¿Reemplazo laboral a la vista?
​En estos más de 1.000 días, la percepción global sobre ChatGPT ha evolucionado. Al asombro inicial le siguió una profunda ansiedad social ante la perspectiva de un reemplazo laboral masivo y un impacto disruptivo en la economía y la vida de las personas.

​No obstante, esta amenaza existencial ha sido atenuada por la experiencia real. «Estamos muy lejos de poder sacar al humano del bucle de trabajo. No va a ser la purga. La IA seguirá necesitando un trabajo de supervisión,» expone el profesor Dans, sugiriendo que la coexistencia y la supervisión humana serán el camino a seguir.

El retorno de la inversión: «Parece hecho con ChatGPT»
​Paradójicamente, la IA generativa ha permeado el imaginario colectivo no como una amenaza, sino como un sinónimo de excelencia formal sin sustancia. Hablar con estos sistemas ha revelado a las personas que poseen una habilidad especial para detectar contenidos que, aunque bien formulados, carecen de conocimiento original o profundidad, añadiendo un sentido más profundo al antiguo Test de Turing.

​Esta sensación se traduce en métricas económicas. «La gran mayoría de implementaciones corporativas está arrojando una satisfacción bastante baja,» adelanta Enrique Dans.

​Una conclusión que se ve respaldada por estudios recientes. Un informe del MIT (Massachusetts Institute of Technology) de julio pasado, que analizó más de 300 proyectos piloto y 52 empresas, reveló un dato contundente: el 95% de las organizaciones no están obteniendo ningún tipo de retorno por su inversión en inteligencia artificial generativa.

​A tres años de su lanzamiento, la revolución de ChatGPT ha pasado de la utopía de una inteligencia artificial indistinguible a la frustración por el bajo retorno de la inversión, dejando claro que la promesa de la IA generativa aún requiere de una significativa supervisión y reevaluación estratégica.

Con información de agencias

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