José Ricardo Álvarez, presidente de la Federación de Asociaciones de Cañicultores de Venezuela (FESOCA), anunció que el sector mantiene una senda de crecimiento sostenido y proyecta un incremento de entre el 17% y 18% para la zafra que inicia este mes de noviembre.
Tras un ciclo de expansión que ha oscilado entre el 15% y 20% anual desde 2020 (con una breve ralentización del 10% el año pasado), el sector se prepara para un salto cuantitativo. Para la zafra 2026, los productores aspiran a moler 5 millones 800 mil toneladas de caña, lo que representa un incremento de un millón de toneladas respecto a los 4,5 millones logrados en el ciclo anterior.
Recuperación de molienda y capacidad instalada
Álvarez explicó que el entusiasmo del sector responde a la necesidad de procesar la caña que quedó diferida el año pasado debido a las lluvias tempranas en el estado Portuguesa.
«Este año comenzamos a principios de noviembre con la esperanza de poder moler toda la caña acumulada», señaló.
Respecto a la infraestructura, el presidente de FESOCA destacó:
Centrales Privados: Operan actualmente casi a su máxima capacidad, con margen de crecimiento en los centrales El Palmar (Aragua) y La Pastora (Lara/Trujillo).
Impulso Público: Reconoció el esfuerzo en el estado Portuguesa para reactivar el Central Azucarero de Portuguesa y el Central Batalla de Araure.
Ruta al autoabastecimiento Actualmente el sector cubre el 60% de la demanda nacional. Con la reactivación anunciada por el Ministerio de Agricultura de los centrales Venezuela (Zulia) y Ezequiel Zamora (Barinas), Venezuela podría alcanzar el autoabastecimiento pleno (8 millones de toneladas de molienda) en un lapso de 3 a 4 años.
Desafíos económicos: El diferencial cambiario
A pesar del optimismo productivo, Álvarez advirtió sobre el impacto crítico del diferencial cambiario en la estructura de costos. Los insumos esenciales como fertilizantes, germicidas, potasio y repuestos son importados y pagados a «dólar libre», mientras que el retorno al productor se ve afectado por la brecha cambiaria.
»Los productores estamos cobrando menos, vendiendo por debajo de los precios de 2023, pero seguimos adelante. Es un desajuste macroeconómico que debe corregirse, pues el precio que sube en el mercado rara vez llega al bolsillo del productor», enfatizó.
El Central Azucarero como motor de Desarrollo Rural Integral
FESOCA hizo un llamado a entender la agroindustria no solo como una actividad económica, sino como el corazón del Desarrollo Rural Integral. Según Álvarez, la zafra dinamiza desde el transporte hasta el pequeño comercio local (ventas de alimentos, servicios, etc.).
»Cuando un central cierra, la actividad económica de la región se va al suelo. El cierre no es solo el de una fábrica, es el desmantelamiento de un ecosistema social», explicó. El gremio subrayó la importancia de generar condiciones dignas y seguridad jurídica para incentivar a las nuevas generaciones a permanecer en el campo, garantizando así la soberanía alimentaria de la nación.
Con información de agencias



