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jueves, septiembre 19, 2024

La tensión sexual en el “Jardín de los cerezos” de Chejov

Definir que la sexualidad nos vuelve a los orígenes más primitivos, una necesidad que debemos celebrar y satisfacer. Lo energético del acto sexual, la necesidad de que la sexualidad sea un motivo de anclaje escénico, aunque sustantivo en la vida de los personajes, de esto hablaremos para analizar la obra de este dramaturgo ruso.

Antón Pávlovich Chéjov (en ruso: Анто́н Па́влович Че́хов, romanización: Anton Pavlovič Čehov), fue un médico, escritor y dramaturgo ruso. Su obra se posesionó en la corriente más psicológica del realismo y el naturalismo. Fue un maestro del relato corto, siendo considerado como uno de los más importantes escritores de este género en la historia de la literatura.

Como dramaturgo se enclava dentro del naturalismo, aunque con ciertos toques de simbolismo, y escribió unas cuantas obras, de las cuales son las más conocidas La gaviota (1896), Tío Vania (1897), Las tres hermanas (1901) y El jardín de los cerezos (1904).

Al profundizar en la sexualidad, y la tensión sexual de los personajes, esta ocurre cuando se da el primer encuentro, al intentar asegurarnos de que se perciba hasta que punto el objeto de nuestro deseo, tendrá todas sus necesidades cubiertas, incluso las sexuales.

Factores que propician un entorno sexual prematuro, exponiendo ante el espectador la capacidad seducir, según la cual se debe asumir una actitud valiente y aventurera, donde todo es posible si los sentidos nos lo piden o demandan. Es allí cuando en la psicología de los personajes, la sexualidad necesita del presente, de abandonar los pensamientos y montarnos a galope sobre su energía.

Por otro lado, poder transmitir sexualidad a través de la vida de personajes teatrales, que han de percibirse como sabios conocedores del arte de la amatoria. Convierte a la tensión sexual en una energía de carácter escénico, por encima de su mero rol representativo.

El espectador se siente afectado al despertar su instinto sexual y aprender a sexualizar su encuentro con esta propuesta escénica. Sin embargo hay algo con lo cual debemos estar alerta, el no despertar el instinto sexual resultando predecibles o aburridos.

La tensión sexual surgirá de forma natural y no tendrá por qué retener su energía, mostrarla con la manera de decir las palabras y ejecutar los movimientos o desplazamientos escénicos. Lograr que ese volcán mueva las cimientos interiores del espectador.

Evitar ser racional en lo interpretativo

La tensión sexual al partir de la seducción es una corriente opuesta a lo racional. Es una provocación de emociones intensas. El actor o intérprete necesita dejar marchar el globo de sus pensamientos. Soltarlo y verlo volar hasta desaparecer. El mayor poder de sexualización radica en la mirada. Incluso una mirada detenida y romántica, puede ser muy intensa y excitante y convertirse en sexual.

El otro factor fundamental es la voz y saber regular su tonalidad. Si la voz es aguda y apagada, por más sexualizadores y excitantes que sea lo que estemos diciendo, es difícil despertar tensión sexual.

Un lenguaje no verbal sexualizador, apenas tiene fuerza, salvo que se trate de una comunicación escrita, donde nuestras palabras estimulan la imaginación ante la ausencia de imágenes reales.

El jardín de los Cerezos, montaje teatral de Juan Souki

Hace dos años se llevó a escena este montaje en en la Venezuela, considerando por este servidor que fue un encuentro para inspirarse y reflexionar acerca de este dramaturgo, cuyo teatro se sustentaba fundamentalmente en el realismo, el contexto temporal, las situaciones mundanas y la decadencia.

En esta obra, Chejov se inspira en la metáfora de la vida, que se expresa sin estridencias, colocando al espectador más que a una puesta en escena, en un espacio en el que se dan cabida las inserciones propias del simbolismo costumbrista. Chejov nos sintetiza la vida humana en el devenir de sus antagonismos, pasiones, aciertos y desaciertos.

El Jardín de los Cerezos nos sintetiza una polifonía temática, en la que cada uno de los personajes expresan lo que siente, sin tener relación con lo que otro siente. En ese diálogo cuasi íntimo, surge el paralelismo, la diatriba y la lucha de clases, que propicia la emansipación y el dominio de la que otrora había sido dominada.

Los cambios sociales, lo económico, lo reflexivo, se contrapone a una realidad preñada de metáforas. Cada rol en el jardín de los cerezos nos lleva tangencialmente a reflexiones intimas de nuestra humanidad, las cuáles cohabitan en lo decadente; intervenidas tal vez por el simbolismo como manifestación, corriente filosófica y leit-motiv de la obra.

Propuesta escénica producida por Imaginarios de Venezuela, la pieza fue protagonizada por Marialejandra Martín y Adolfo Cubas, además de un elenco de grandes intérpretes como Virginia Lancaster, Gabriel Blanco, Nathalia Paolini, Adriana Romero, Giovanny García, Reinaldo Rivas y Víctor Romero.

Souki, nos recrea la historia Rusa adaptando su contexto a nuestra realidad, el deseo sexual se hace atmosfera, una constante y a la vez por momentos, un actante. El cual cumple el rol de propulsar el cambio, la ambición, el poder, el lenguaje fácil y la jococidad como respuesta del desequilibrio.

Sin duda, ésta propuesta nos alimenta la reflexión y nos permite identificar el momentum histórico en que vivimos y la polaridad que nos sustenta. Sin embargo, éste montaje lejos de ser político, es anecdótico y coincidente con nuestra realidad decencadenante.
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Entrevisté en exclusiva a Juan Souki aquí les dejo mis primeras impresiones…

“Cuando uno como director se enfrenta a un texto clásico, nuestra responsabilidad es que se escuche claro y preciso, hacer una reinterpretación. La idea en éste montaje, era que confluyese mucho talento con personalidades distintas. El trabajo de Chejov, yo lo encuentro muy informal y muy humano, que se adapta a otras realidades del mundo.

Esto hizo que el mismo fluyera con una naturalidad, difícil de encontrar en un clásico. Es inevitable en nuestra vida diaria encontrar referencias de estos personajes y estas situaciones. En éste montaje, existe algo muy recurrente; soy un visionario que identificó la tensión sexual de éstos personajes, como hilo conductor”.

“Chejov, nos lleva la vida de un extremo a otro en un respiro y hemos aprendido en la vida a reírnos de nuestras desdichas. Esto es lo que ocurre con el tema del erotismo reprimido entre estos personajes. Esto ayudó que la versión fluya de manera muy venezolana y naturalista. Tanto Stavnislasky como Chejov, se encuentran para satisfacer al público; dándole cabida a la multidimensionalidad que existe “.

El vestuario diseñado por Laili Lau, la música de Xavier Losada, y el video de Alejandro Armas Vidal, completan la lista de atractivos de esta producción.

Con información de: Noticias24.com

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