Fallecido este martes en Suiza a los 89 años tras una «corta pero valiente» lucha contra el cáncer, según comunicó su familia, Roger Moore pasará a la historia por haber interpretado a James Bond tantas veces, siete, como Sean Connery. No fue el mejor agente 007 cinematográfico. Siempre estará uno o dos peldaños por debajo de Connery, rivalizando quizá con Daniel Craig y con Pierce Brosnan. Pero a él le tocó un Bond bien distinto al expeditivo y lacónico que ha encarnado Craig. Moore fue un agente con licencia para matar más risueño, casi paródico.
Hizo bien la transición entre Connery y los Bond que vendrían después. Excelente en los dos primeros filmes que protagonizó de la serie, ‘007 vive y deja morir’ (1973) -quien no le recuerda escapando de sus rivales en un zoológico pisando uno a uno los cocodrilos que se le cruzan, como si fueran boyas flotantes- y ‘El hombre de la pistola de oro’ (1974), donde rivalizó con el villano encarnado por Christopher Lee, de nombre Scaramanga y reconocido por tener tres pezones en vez de dos.