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lunes, noviembre 25, 2024

Goldman y Nomura escucharon alertas de la oposición de Venezuela antes de comprar bonos

El mismo mes en que Goldman Sachs compró unos 2.800 millones de dólares en bonos de la petrolera estatal venezolana, el banco estadounidense había rechazado una oferta de Caracas para colocar 5.000 millones de dólares en bonos soberanos, dijeron personas familiarizadas con las conversaciones.

En parte, la negativa de la entidad se debió a que la operación le parecía muy compleja y no le convencía tratar de forma directa con un banco estatal venezolano, dijeron las fuentes.

Pero en la decisión de Goldman también pesaron las advertencias de un equipo de la oposición venezolana, que lanzó una campaña para explicar los riesgos reputacionales y legales de financiar al presidente Nicolás Maduro, al que acusan de “dictador”, apuntaron dos fuentes en Nueva York, una de ellas parte del grupo de asesores del Parlamento venezolano.

En meses recientes, el grupo ha enviado cartas a 13 bancos para tratar de frenar el financiamiento al gobierno socialista, que ha recibido críticas de la comunidad internacional por su dejo autoritario y abusos a los derechos humanos, según relatan fuentes financieras, legislativas y vinculadas al Gobierno en Caracas y Nueva York.

Maduro busca dinero fresco para sostener a una economía en crisis, con una inflación de tres dígitos y una escasez crónica de alimentos y medicinas que ha desatado violentas protestas callejeras en el país petrolero.

Aunque ninguna carta enviada por el grupo opositor de 20 diputados, economistas y abogados fue respondida, algunos de ellos, que también trabajan en Wall Street, se reunieron informalmente con personas clave en los bancos. Otros, con diplomáticos de gobiernos extranjeros.

Cambio de plan

La estrategia tuvo algo de eco, hasta que Goldman Sachs y Nomura optaron por adquirir a través de intermediarios casi toda la emisión de otro bono colocado por la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) , según confirmó el banco estadounidense y fuentes cercanas a la entidad japonesa.

El acuerdo financiero provocó la condena de Julio Borges, quien en Venezuela preside el Congreso de mayoría opositora, y también fue criticada por algunos legisladores estadounidenses.

Incluso el propio gobierno de Donald Trump estaría preocupado por la decisión de las entidades de dar “oxígeno” a su par en Venezuela, dijeron a Reuters funcionarios de alto rango.

Sumándose a los 2.800 millones comprados por Goldman, Nomura adquirió unos 100 millones de dólares de los bonos PDVSA 2022. Pocos meses antes el banco japonés había cancelado discusiones para inyectar 1.000 millones de dólares en efectivo al Banco Central venezolano a cambio de toda la emisión de PDVSA con un valor nominal de 3.000 millones de dólares.

El diputado opositor Rafael Guzmán confirmó en abril que se habían suspendido las conversaciones.

La decisión de Nomura se tomó después de que el Tribunal Supremo relegara al Congreso -dominado por la oposición- tomando algunas de sus atribuciones a fines de marzo.

La delegación de Nomura había llegado a Caracas apenas después del fallo de la corte y decidió frenar las negociaciones por preocupaciones sobre el impacto financiero, legal y reputacional de la operación, según un ejecutivo de la industria financiera con conocimiento directo de la situación.

Como Goldman Sachs, Nomura había recibido la carta de Borges advirtiendo sobre los riesgos de hacer negocio con Maduro, a quien acusa de demorar las elecciones y buscar crear una dictadura con su plan de modificar la Constitución. El grupo opositor ayudó a redactar las cartas.

Goldman Sachs y Nomura no quisieron hacer comentarios sobre el cabildeo opositor y sus operaciones previas con el gobierno venezolano. El gobierno de Venezuela y su Banco Central tampoco respondieron a las peticiones de información sobre esas negociaciones.

Otros de los bancos que recibieron las cartas fueron Citigroup, Bank of America, JPMorgan, Wells Fargo, UBS, HSBC, Barclays, Credit Suisse, Bank of China, China Construction Bank y el chino ICBC. Consultados por Reuters, no quisieron hacer comentarios o no respondieron a la solicitud de declaraciones.

Reuters pudo ver dos cartas modelos que distribuyeron por correo a los presidentes de los bancos.

“Las cartas son una especie de recordatorio moral”, dijo un operador en Nueva York.

Punto de vista

Para Goldman y Nomura, lidiar directamente con el gobierno venezolano era problemático.

Cuando los bonos que Nomura no quiso comprar en marzo volvieron a salir a la venta, los dos bancos esta vez decidieron entrar al negocio a través de intermediarios que incluyeron a la pequeña firma Dinosaur Group.

El precio era irresistible. El brazo de administración de activos de Goldman Sachs pagó con un descuento del 69 por ciento los bonos PDVSA 2022 que tenían un valor nominal de 2.800 millones. Nomura desembolsó unos 30 millones de dólares por los títulos con un valor de 100 millones, dijeron dos fuentes.

El banco japonés no quiso hacer comentarios sobre la transacción. Goldman la confirmó en un comunicado diciendo que su división compró los bonos “en el mercado secundario a un corredor y no interactuó con el gobierno venezolano”.

“He visto un conflicto entre los departamentos en las bancas de inversión. Por un lado los departamentos de negocios, que quieren cerrar operaciones jugosas y por el otro los departamentos de research y compliance (cumplimiento)”, dijo un consultor en Venezuela que tiene de clientes a algunos de estos bancos.

El trabajo de los agentes de cumplimiento es cuidar que las instituciones no queden expuestas a riesgos legales. En mayo por ejemplo, el Departamento del Tesoro inició una investigación sobre un préstamo de la petrolera rusa Rosneft a PDVSA a solicitud del Congreso estadounidense.

Bancos globales han estado este año cerrando cuentas bancarias de venezolanos y restringiendo servicios de intermediación, aseguran fuentes en Wall Street y Caracas.

Fuentes vinculadas al Gobierno admitieron que han tocado la puerta de “varios bancos”, incluido el HSBC, pero todavía no han cerrado nuevos acuerdos.

¿Falta de escrutinio?

Maduro protestó el mes pasado por la campaña contra sus esfuerzos de lograr financiamiento.

“Yo buscando plata en el mundo, buscando negocios, inversionistas y Julio Borges mandando cartas, cartas y cartas para que no vengan los inversionistas a Venezuela, para que Venezuela no pague su deuda externa”, se quejó en un discurso televisado.

Su gobierno anunció el jueves que busca llevar a la Justicia a Borges por liderar el cabildeo internacional.

En Goldman Sachs, la compra de los bonos no recibió escrutinio de las altas esferas porque fue comprado por la división de administración de activos en representación de clientes y a través de un corredor.

El comité de estándares del grupo, que suele revisar transacciones controvertidas, no lo evaluó, dijo una persona cercana a la situación.

La omisión pone de relieve el reto que todavía enfrenta Goldman en la gestión de acuerdos polémicos, a pesar de la reforma de su estructura de gobierno tras la crisis financiera.

La reacción que generó la operación tomó por sorpresa a ejecutivos de Goldman, agregó una segunda fuente conocedora de la operación.

“No conozco otra transacción financiera que haya tenido tanta publicidad negativa como esta con Goldman Sachs”, dijo la analista Luisa Palacios, después de hacerse pública la operación con los bonos al 2022.

Un representante de Dinosaur, que actúa como intermediario ayudando a los clientes a hacer operaciones en forma anónima, no respondió a las solicitudes de Reuters de comentarios.

Una persona familiarizada con la transacción de Nomura dijo que el tamaño relativamente pequeño de la misma y el uso de un intermediario la hicieron aceptable. El equipo consideró que se distinguiría de otros acuerdos que otorgan liquidez al gobierno.

“Usar al intermediario es una manera de buscarle la vuelta a la óptica de negociar directo con el gobierno y parecer que están involucrados en cómo un gobierno maneja su deuda, sobre todo cuando está al borde de la quiebra”, dijo la exdirectora de Goldman Nomi Prins, hoy miembro del centro de estudios Demos.

“Huele feo”, sostuvo.

Reuters y Lapatilla.com

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