Combinaciones de parejas tóxicas a evitar. Narcisista, obseso del control, pasivo-agresivo, personalidad anodina…
Existen compañeros tóxicos que no nos aportan nada positivo. Únicamente son perjudiciales para nuestra existencia y nuestro progreso como personas. Lo cierto, es que las relaciones deben satisfacernos y ayudarnos a convertirnos en mejores personas, no a transformar nuestra existencia en un martirio. ¿Qué personalidades no deberían forma pareja?
Un obseso del control con otro obseso del control
Esta combinación puede ser realmente explosiva. Imaginemos dos personas obsesionadas por el control y la organización, ya sea en una relación profesional o personal. En ambos escenarios, aunque en el caso de la relación de pareja probablemente más palpable, ambas partes son tan parecidas que lucharán por alzarse con el poder de esa relación (en el trabajo la productividad es viable únicamente si no forman equipo). En el caso de que ninguno ceda un ápice, solo quedará frustración y culpar al otro por el fracaso de la relación.
Un mentiroso y un narcisista
Dos personalidades muy características: de un lado, una persona egocéntrica, con una idea de sí mismo desproporcionadamente positiva, y que confía sobremanera en sus habilidades aunque estas no se correspondan con la realidad. Poco empáticos y con necesidad de ser alabados por los demás continuamente. De otro lado, un mentiroso; quizá un manipulador nato que disfruta con las mentiras. En el caso de que se produjera una infidelidad manifiesta, el narcisista podría reaccionar de una forma bastante peligrosa, si siente que ha sido manipulado o que se han aprovechado de él. En todos los casos el desenlace puede ser trágico.
Un sociopsicópata y una persona cualquiera
Según la psicóloga estadounidense Lillian Glass, los sociopsicópatas son la variante más peligrosa de todas las personas tóxicas. Incapaces de disculparse, pueden causarnos también daño e incluso amenazar la vida de sus víctimas. No importa lo que suceda, jamás asumirá ninguna responsabilidad de lo ocurrido e intentarán exprimirte todo lo que puedan. Si una persona normal, sana, cae en las redes de un sociopsicópata, está poniendo en riesgo su bienestar físico y emocional.
Un obseso del control y un pasivo-agresivo
Aquellos con personalidad fuerte, acostumbrados a llevar la vara de mando en sus relaciones sociales al igual que en su vida, formaría un equipo poco acertado con una persona con carácter pasivo-agresivo. Estos suelen ser tranquilos mientras van acumulando rabia interior. No mostrarán agresividad hasta que exploten: cuando sean incapaces de soportar más carga negativa, la expulsarán toda de golpe. Este enfrentamiento no puede acabar bien para ninguna de las dos partes.
Una persona anodina y otra arrogante
Podemos encuadrarlo perfectamente en lo que se conoce como síndrome de Cenicienta. El complejo o síndrome de Cenicienta se caracteriza por el deseo de que ‘por arte de magia’ aparezca un príncipe azul en su vida para alejarla de las complicaciones y ser felices con lo que él le ofrece a ella, en relación al cuento de hadas infantil. Así, en este caso, una mujer con personalidad más bien débil se mostrará insegura y anulada ante ese supuesto ‘príncipe azul’ que se exhibe como una persona arrogante, presuntuosa, con exceso de confianza y económicamente bien dotado. A pesar de lo que pueda parecer, es una de las combinaciones de parejas tóxicas más comunes.