Desde hace años, las cárceles de México viven una crisis marcada por motines, asesinatos, fugas y violencia, en un ambiente de hacinamiento, corrupción y bajo el autogobierno de bandas criminales.
Acapulco, México.- Veintiocho reos murieron durante una «riña» al interior de una cárcel del turístico puerto mexicano de Acapulco, en un episodio más de la crisis que viven las prisiones de México por las bandas criminales y la corrupción.
Los cadáveres quedaron esparcidos en la cocina, un patio y en el área de visitas conyugales del centro de reinserción social de Las Cruces, una cárcel del violento estado de Guerrero (sur), dijo en conferencia de prensa Roberto Álvarez, vocero local de Seguridad, destacó AFP.
La «riña» se inició en la madrugada (del jueves) «por la pugna permanente de grupos contrarios en el interior del penal», precisó. Las autoridades investigan a todos los guardias y funcionarios del presidio, mientras la Policía Estatal, la Policía Federal y el Ejército mantienen actualmente el control del establecimiento, aseguró Álvarez.
El centro penitenciario fue rodeado por un retén de policías antimotines y fue sobrevolado por dos helicópteros oficiales, mientras decenas de desesperados familiares de los presos se arremolinaron pidiendo información.
Más tarde, un vocero salió a gritar entre la muchedumbre nombres de presos muertos, desatando llantos entre los familiares.
«Estamos enojados, encabronados. Todavía no sabemos si nuestro familiar está muerto, pero no es posible que esto siga pasando», dijo Luciano Peláez, un albañil de 66 años que por la noche acudió al servicio forense.
Además de los 28 muertos, otros tres reos resultaron heridos, precisaron las autoridades.
Entre disparos y degollados
El enfrentamiento ocurrió en el módulo de alta seguridad de este penal, que alberga a reclusos que purgan delitos federales.
Guardias penitenciarios reportaron que al menos cuatro de las víctimas habían sido degolladas, según un informe interno de la policía estatal.
El mismo reporte refiere que también se escucharon detonaciones de arma de fuego en los dormitorios de máxima seguridad y posteriormente unos 500 presos se concentraron en el patio principal de forma pasiva.
Sin embargo, las autoridades no han confirmado que los reos tuvieran armas de fuego dentro de este penal, que hasta el año pasado presentaba un índice de hacinamiento del 65%, según cifras oficiales.
«Había cuatro decapitados (…) Desde la entrada (de la cárcel) se sentía el hornazo (fuerte olor) a sangre», comentó bajo el anonimato un trabajador del servicio funerario que apoya al servicio forense.
Los cuerpos de presos de diferentes edades estaban «apilados unos sobre otros en el área de lavado, como basura…. ¡Sólo encontraron cinco casquillos (de bala)! A la gran mayoría los mataron a palazos, a piedrazos», dijo.
Guerrero es uno de los estados más pobres de México y uno de los más golpeados por el narcotráfico y el crimen organizado, en medio de las disputas por el control de territorios y actividades delictivas entre diversas bandas criminales.
Cárceles en crisis
Las Cruces «es un lugar muy deprimente. Mi familiar no necesitaba decirme qué tan mal lo trataban. Se veía a leguas», comentó bajo anonimato una mujer cuyo pariente forma parte de la lista de muertos.
«La mafia reina ahí. Uno vive con miedo», aseguró.
Desde hace años, las cárceles de México viven una crisis marcada por motines, asesinatos, fugas y violencia, en un ambiente de hacinamiento, corrupción y bajo el autogobierno de bandas criminales.
Uno de los peores episodios recientes, fue la masacre del año pasado en el centro penitenciario de Topo Chico (Nuevo León, noreste), que dejó 49 muertos por una pelea.
Este año se han registrado balaceras, incendios y hasta el escape de 29 reos en prisiones de Tamaulipas (noreste).
En este mismo estado, al menos siete personas murieron en junio, tres de ellas policías, en un operativo policial para recuperar el control del penal de Ciudad Victoria, que ya había sido escenario de fugas y enfrentamientos entre reos.
De Sinaloa (noroeste) huyó en marzo el hijo de Juan José Esparragoza, uno de los fundadores del poderoso cártel de Sinaloa, y en la memoria están las dos espectaculares huidas en 2001 y 2015 de Joaquín «El Chapo» Guzmán, líder de ese cártel y uno de los mayores narcotraficantes del mundo.
Vía: El Universal