«Los rusos componen una muestra muy desproporcionada de todos nuestros activos. Vemos mucho dinero que fluye desde Rusia«. Así describió en una entrevista con un diario ruso en 2008 el entonces magnate Donald Trump sus vínculos comerciales en Rusia. Su declaración suena fuerte ahora, en momentos en que tanto el FBI como el Congreso y el fiscal especial, Robert Mueller, investigan la intervención de Moscú en las elecciones presidenciales de 2016 y si existió colusión entre cercanos del mandatario y los rusos.
En ese sentido, el profesor de política de la Universidad de Toronto, Seva Gunitsky, que creció en Rusia y ha estudiado la relación de Trump con Rusia por más de una década, sostiene que si bien las motivaciones políticas son importantes es necesario «seguir la huella del dinero» de este vínculo. «Las raíces de la relación entre Trump y Rusia no son a través de (el Presidente ruso, Vladimir) Putin y no comienzan con la elección de 2016, sino que con las relaciones financieras que Trump ha desarrollado con personas adineradas de la elite rusa durante años. Se remonta a la década de 1980. Centrar esto en el Kremlin puede no ser la mejor manera para hacerlo», señala en conversación con La Tercera.
«No todo tiene que ver con el dinero, también dimensiones políticas obvias, especialmente en el último año o hace dos, cuando las ambiciones políticas de Trump se volvieron serias y parecía que él podría tener una oportunidad. No quiero decir que Putin es un espectador inocente, que está mirando cómo se desarrolla esto. Creo que es obvio que hay una participación política de la inteligencia rusa a través posiblemente del escándalo del hackeo», advierte.
Según la revista The Atlantic, las referencias de Trump respecto de Rusia datan desde 1987 y lo explica el propio mandatario en su libro The Art of the Deal (El Arte del Acuerdo) en el que escribió que estaba en conversaciones con el embajador soviético Yuri Dubinin «para construir un gran hotel de lujo al frente del Kremlin en sociedad con el gobierno soviético». Para ello intentó firmar un acuerdo cuando visitó Moscú, aunque esto no fue exitoso, según señaló The Washington Post.
En un artículo el diario The New York Times se afirma que en 1996, cuando el entonces empresario enfrentaba problemas económicos al punto que ya se había declarado en quiebra en dos ocasiones, intentó rehacer sus contactos con los rusos. Incluso señaló que nunca había estado «tan impresionado con el potencial de una ciudad como Moscú». «Cuando Trump tuvo problemas, muchos bancos se negaron a prestarle dinero de forma directa. Una excepción fue el Deutsche Bank. Hace poco se reveló que ese banco está siendo investigado por el fiscal especial Robert Mueller. Más allá de eso habían oligarcas que querían hacer negocios con Trump, así que él entregó un vehículo viable para sus inversiones», explica Gunitsky.
Un punto álgido de estos lazos ocurrió el 9 de junio de 2016 cuando, según reveló The New York Times, Donald Trump Jr.; el yerno de Trump, Jared Kushner, y el entonces jefe de la campaña de Trump, Paul Manafort, se reunieron -en plena carrera presidencial- con una abogada que tenía lazos con el Kremlin, porque ella le había ofrecido «documentos oficiales» que serían perjudiciales para la candidata demócrata, Hillary Clinton.
Donald Jr. dijo que él había acordado reunirse con la abogada Natalia Veselnitskaya, porque un «conocido asociado con el certamen» de Miss Universo se lo había pedido. Se trataba del publicista británico Robert Goldstone, a quien Trump había conocido durante el concurso Miss Universo realizado en noviembre de 2013 y que escribía en nombre de un amigo en común, el cantante pop ruso Emin Agalarov, a quien también el Presidente conoció con motivo de ese evento. Emin es hijo de Aras Agalarov, un conocido empresario ruso del sector inmobiliario.
Por otro lado, según el sitio Vox, Veselnitskaya es abogada del holding Prevezon, que tiene vínculos con las elites rusas que han sido acusadas de lavar millones de dólares mediante negocios inmobiliarios en Nueva York. La compañía fue parte de una trama de fraude fiscal que desenmascaró el abogado ruso Sergei Magnitsky en 2008. Es más. La fiscalía neotorquina estaba preparando un caso contra la empresa. Pero el fiscal a cargo del caso, Preet Bharara, fue despedido por Trump a comienzos de marzo y en mayo pasado se llegó a un acuerdo por US$ 6 millones.
«La colusión probablemente no sea la palabra correcta. Las personas con dinero tratan de desarrollar relaciones con personas que piensan que los van a poder ayudar. Creo que el foco de la investigación de Mueller está precisamente en esto», concluyó Gunitsky.
Con Información de la tercera