Los kenianos votan este martes en masa y sin incidentes de gravedad en unas reñidas elecciones que enfrentan al actual presidente, Uhuru Kenyatta, con su rival Raila Odinga.
Las largas filas de espera y los numerosos testimonios de electores que pasaron la noche a las puertas de los colegios electorales daban cuenta del fervor democrático, que no se vio perjudicado por las acusaciones de fraude en comicios anteriores.
«Esperé durante horas, mucha gente llegó aquí mucho antes del amanecer. Tenemos derecho a votar y esperamos realmente que nuestros votos supongan una diferencia», resumió Rose Lida, de 48 años en Kibera, principal barrio pobre de Nairobi.
«La vida es cada vez más cara, sobre todo la harina [de maíz] y el azúcar. Es difícil para la gente pobre, como nosotros, y esperamos que Odinga cambie eso», añadió la electora.
En Kilimani, un barrio más adinerado de Nairobi, Evelyn Sum, funcionaria de 32 años, esperaba por su parte la reelección del presidente Kenyatta: «Ha hecho mucho por el país […] Ha creado infraestructuras como el tren [Nairobi-Mombasa], ha creado empleos».
La comisión electoral reconoció «algunos problemas en algunos centros de votación» relacionados con el sistema biométrico de identificación de los electores, que, no obstante, parecía funcionar mejor que en 2013. Los colegios electorales cerrarán a las 17h locales (14h GMT).
La votación en Kenia suele basarse en sentimientos de pertenencia étnica. Unos 19,6 millones de electores están llamados a decidir entre Kenyatta (un kikuyu) y Odinga (un luo), que ya depositaron sus sufragios. También se eligen gobernadores, diputados, senadores y representantes locales.
– El fantasma de 2007 –
Según muchos observadores, la credibilidad de estos comicios dependerá de la fiabilidad del sistema biométrico de identificación y de transmisión electrónica de resultados.
Hace cuatro años, parte de este sistema se cayó, lo que alimentó las sospechas de fraude cuando se anunció la victoria en la primera vuelta de Kenyatta.
Raila Odinga, de 72 años y candidato de la National Super Alliance (Nasa), asegura que en 2007 le robaron la victoria y rechazó los resultados de 2013 antes de que la Corte Suprema los validara definitivamente.
«En el improbable caso de que pierda, no necesito dar un discurso, hablaré con el corazón», declaró Odinga antes de votar.
Hace 10 años, el anuncio de fraude por parte de la oposición sumió al país en dos meses de violencias político-étnicas y represión policial sin cuartel que dejaron al menos 1.100 muertos y expulsaron de sus hogares a 600.000 personas, el peor episodio de violencia desde la independencia, en 1963.
En esta ocasión, las autoridades dispusieron un despliegue sin precedentes de 150.000 miembros de las fuerzas de seguridad por todo el territorio de este país de África oriental de 48 millones de habitantes.
– Cuestionamientos –
El presidente, de 55 años, y su vicepresidente, William Ruto, rechazan las denuncias de la oposición y la acusan de preparar a la opinión pública para contestar su reelección.
Cuando se presentaron en 2013, ambos estaban inculpados de crímenes de lesa humanidad por la Corte Penal Internacional (CPI) por la violencia de 2007-2008. Al final los cargos se retiraron e hicieron campaña apoyándose en su balance económico.
Desde 2013, la tasa de crecimiento del país llegó a más del 5% y se han desarrollado sus infraestructuras, por ejemplo con la nueva línea ferroviaria entre Nairobi y el puerto de Mombasa.
Pero el crecimiento económico llegó acompañado de un alza de precios de los alimentos, debido una nueva sequía a principios de año, y el gobierno no logró frenar el alza del precio de la harina de maíz, un producto básico para una mayoría de kenianos.
Además, como consecuencia del desarrollo de infrastructuras, la deuda aumentó más de diez puntos bajo su presidencia, superando el 50% del PIB.
Fuente: AFP.com