El Barcelona y Real Madrid volvieron a dejar un partido para el recuerdo, que tras un primer tiempo insípido se volvió un vendaval en una segunda parte histórica que dejó golazos, postales magníficas y mucha polémica. Todo terminó desembocando en un 1-3 que deja muy favorable a los blancos de cara al título de la Supercopa de España.
Las cosas arrancaron con la sensación de ser un encuentro más de pretemporada, más aún por como ambas escuadras se tomaron la primera mitad. Entre la inoperancia azulgrana y el control de un Madrid superior, se colaron las genialidades de Isco y las faltas para contener a Lionel Messi como lo único destacable de ese primer capítulo para el olvido.
Pero es que la victoria del Madrid se empezó a fraguar en una segunda parte maravillosa en la no solo demostraron ser mejor equipo, para a quien todavía quedaban dudas, sino que también plasmó las falencias de un Barcelona que quedó en paños menores en su propio estadio.
El poderío de Isco en el mediocampo
El mago de Arroyo de la Miel sigue maravillando a propios y extraños. Lo de Isco es increíble, cada vez que sale le hace honor al sobrenombre que le colocaron sus compañeros: “Magia”. Isco se cargó al equipo en la tarea ofensiva; más aún ante la intrascendencia de Gareth Bale y Karim Benzema, porque aunque galés hizo de todo para evitarla y el francés ya vive en ella, quedó claro que el español ya es imprescindible.
Pisadas, ruletas, pases, ayudas a sus compañeros y siempre ofreciéndose como salida. Lo de Isco fue descomunal y fue muy uno de los puntos fuertes de un mediocampo que en la primera parte controló, pero en la segunda se desató para firmar una victoria de época. El malagueño sobresalió, pero no fue el único que dejó su sello en el Camp Nou.
Kovacic fue un coloso en la mitad
La idea era que Casemiro se encargara de marcar a Messi durante el duelo, para entorpecer los movimientos del argentino; sin embargo una tempranera amarilla entorpeció los planes. Zidane, dando muestra de que es un entrenador muy bueno (una vez más, para los que todavía dudan) cambió el plan sin preocuparse: ahora sería Mateo Kovacic la sombra de Messi. Solo con su salida por lesión, Messi pudo desperezarse y dejó más en evidencia su magnificó trabajo.
El croata fue un maestro del trabajo sencillo al que se le une una calidad en el esfuerzo que no es despreciable. Puede hacer de Casemiro, de Toni Kroos o de Luka Modric, como sucedió en este partido de ida, y en todos los roles destaca. Simple en el pase, bueno en la conducción, no se excedió en faltas al argentino y no le perdió pisada ni cuando se metía entre los centrales madridistas; Kovacic secó a Messi haciendo de la sencillez su mejor arma, demostrando que sin estridencias muchas veces se hacen cosas buenas. Casemiro, Kroos, Isco y Kovacic devoraron con esfuerzo, clase y eficacia descomunal el mediocampo del Barça que todavía no sabe que les pasó por encima.
Sin lateral derecho y sin extremo izquierdo
Casi en su totalidad, el mérito del triunfo cae en el club capitalino, aunque el Barcelona puso su granito de arena al colocar un equipo al que le urgen cambios de mucho peso y lo que se vio fue una copia, y algo deslucida de la temporada pasada. En todas las líneas hubo fallos y casi nadie se salva de la hoguera, pero los que se lanzaron en ella sin pensar fueron Aleix Vidal y Gerard Deulofeu.
El lateral derecho del Barça nunca llegó y cuando el Madrid se percató de que no estaba sus ataques se centraron tanto de ese lado que puede que esté algo hundido. Nunca incordió a Marcelo ni pudo parar a un Isco gigante. Todos los duelos en defensa los perdió, tanto que por ahí llegaron los tres goles que el Madrid, y no fue apoyo de un Barcelona que al no ayudarse con las bandas se chocó una y otra vez contra una pared blanca en el centro y allí estuvo otro falló.
Deulofeu trató de ayudar mucho a Jordi Alba por la izquierda, pero no gravitó arriba ni fue de peso abajo. Su presencia hizo que se extrañara aún más a Neymar, que mientras hacía asistencias y goles casi a la misma hora, el español observaba impávido como unos tipos vestidos de turquesa le pasaban por encima pese a todo su esfuerzo. Para algunos partidos Valverde podrá confiar en Vidal y Deulofeu, pero para los grandes quedó en evidencia que tendrá que pensar mucho a quien deberá poner.
Cristiano estelar y banquillo de jerarquía
La ausencia de Cristiano Ronaldo aumentó más esa sensación de partido de pretemporada, no obstante cuando salió el duelo se volvió un Clásico. Metió miedo al público y al equipo catalán, casi marca de tijera, le anularon un gol y anotó otro de antología, de los que se repetirán en videos por siempre, y lo expulsaron de forma injusta, todo eso en algo más de 20 minutos. Su influencia fue vital y viniendo desde el banco hizo más estragos aún a la defensa del Barça.
No solo él, porque una de las grandes diferencias de este Madrid superior al Barcelona está en el banquillo. Marco Asencio entró como un rayo, además que marcó el tercer tanto dejó más retratada la labor de Bale y Benzema; y Lucas Vásquez, estuvo certero y asistió en el gol del balear. Valverde volteó al banquillo y no vio respuestas y las que creyó ver (entraron Denis Suárez, Sergi Roberto y Paco Alcacer) tampoco hicieron mucho ante un Madrid y probaron que la inferioridad no solo estuvo sobre el césped.
Messi se quedó solo
Los cambios en el Barcelona no funcionaron, pero lo que estuvo en el campo desde el inició tampoco lo hizo, solo Messi sacó la casta para intentar levantar a un equipo sumido en sus propios errores.
Luis Suárez no aportó nada más que fallos, broncas con compañeros y un buen teatro para inventar el penal; Gerard Piqué, tal vez concentrado en su próximo tweet, salió mal parado en los tres goles mostrándose lento y muy superado; y Andrés Iniesta, luciendo cansado y sin peso en el partido, no pareció aquel que llevó a España a la gloria en Sudáfrica 2010. Messi se esforzó pero ni el mejor puede solo sin un equipo que lo ayude. El fútbol solo lo puso él, mientras el resto se enfrascó en otras cosas. Aunque queda el partido de vuelta, la Supercopa luce más blanca que nunca, más si solo es Messi el que quiere ganarla.
Coutinho y Dembélé pueden palear un poco las tristezas blaugranas, pero serán paños calientes para un Barcelona herido que mucho debe cambiar, desde la parte de la gerencia, pasando por la dirección técnica y terminando en los jugadores, si en algún momento quiere volver a los primeros puestos.
Nota tomada de Meridiano.com.ve