La película es protagonizada por Matthew McConaughey e Idris Elba y se basa en una saga de ocho novelas que el escritor estadounidense viene publicando desde los 70.
La Torre Oscura, adaptación cinematográfica protagonizada por Matthew McConaughey e Idris Elba de la ambiciosa saga de novelas de Stephen King, consideradas por él mismo como su “opus magnum”, se estrenará mañana en todos los cines de Argentina.
Con varias decenas de adaptaciones cinematográficas, el autor estadounidense de 69 años es por lejos el escritor vivo cuya obra ha tenido más presencia en la pantalla grande, además de otras que se transformaron en series o películas directo para la televisión, cómics e incluso teatro y videojuegos.
En estos días son dos las adaptaciones que llegan al cine, ya que en septiembre será el turno de It, otra famosa historia suya que ya tuvo su versión televisiva en 1990 con una miniserie dividida en dos partes y que ahora llegará como una gran producción dirigida por el argentino Andy Muschietti.
Pero La Torre Oscura no es uno más de entre los 70 libros del creador de Carrie, Misery o Cementerio de animales, sino una saga de ocho novelas que desde la década del 70 y durante cuatro décadas fue dándole forma a una historia de más de 4000 páginas que el propio autor plantea como su obra máxima.
La aspiración de totalidad de la saga es tal que también presenta conexiones en algunos casos explícitas y en otros sugeridas con buena parte del resto de su bibliografía; un multiverso inagotable como solo puede generar un hombre incansable que se autoimpone la obligación de completar una cuota de escritura de al menos “2.000 palabras por día”.
En La Torre Oscura, King entrelaza diversos géneros que van desde el wéstern, la fantasía y la ciencia ficción y pasan por el suspenso y el horror para narrar la historia de “El Pistolero” Roland Deschain y su viaje hacia una torre tanto física como metafórica que sostiene el universo.
Inspirado por El señor de los anillos de Tolkien, la leyenda del Rey Arturo y El bueno, el malo y el feo de Sergio Leone, entre las variadas influencias reconocidas por el autor, El Pistolero es presentado como el último miembro de una orden encargada de proteger la torre de múltiples enemigos que buscan inundar el universo de oscuridad.
La tarea de la adaptación cinematográfica de una obra de semejante extensión —y conformar a los fans de la saga literaria— no era fácil y tal vez por eso por los últimos 10 años su desarrollo tuvo diversos avances y retrocesos.
Grandes figuras de Hollywood aparecieron en las quinielas para ocupar el rol del Pistolero, y directores de la talla de J.J. Abrams y Ron Howard fueron tentados para estar detrás de cámara, hasta que finalmente Howard quedó como productor con su empresa Imagine Entertainment y el director danés Nikolaj Arcel fue el designado para comenzar el rodaje.
Arcel y el equipo creativo de Columbia Pictures se decantaron por una versión de poco más de hora y media de metraje, con ritmo ágil y numerosos efectos especiales a-lo-Matrix ideada como una secuela del séptimo libro.
Aquí Roland Deschain (Elba) recibe la ayuda de Jake Chambers (Tom Taylor), un chico neoyorquino de 12 años que no sabe que tiene grandes poderes psíquicos y que jugará un papel determinante en su lucha contra “El Hombre de Negro” Walter O’Dim (McCounaghey).
Este es un hechicero y sirviente de la oscuridad obsesionado con secuestrar a chicos y chicas que alimenten la máquina que emana un rayo capaz de derribar a La Torre Oscura.
Con la dificultad de presentar un universo narrativo tan vasto en pocos minutos, la cinta avanza sin profundizar en las motivaciones de los personajes y apura los eventos relevantes de la trama, lo que configura una propuesta que, aunque entretenida, se queda a mitad de camino: sin lograr conformar a los expectantes fanáticos de los libros ni redondear una película de aventura y ciencia ficción con frescura para los novatos.
Pese a que hace menos de un mes que estrenó en los cines estadounidenses y la cinta logró recuperar los 60 millones de presupuesto con el que fue producida, el público no desbordó las salas y la posibilidad de una secuela dependerá en gran parte de la recepción que tenga en el resto del mundo.
Vía: La Nueva