Era el primer enfrentamiento en las urnas entre el partido de gobierno (Cambiemos) y el de Cristina Fernández de Kirchner (Unidad Ciudadana) desde que la exmandataria dejó el poder en 2015.
Si bien se trataba de elecciones legislativas, y primarias, en lo simbólico era una lucha de titanes: ¿quién ganaría la provincia de Buenos Aires, el principal bastión electoral de Argentina y «la madre de todas las batallas»?
Los comicios se realizaron con normalidad el pasado domingo 13 de agosto.
La concurrencia a las urnas fue alta y más alta aún era la expectativa sobre lo que iba a pasar.
¿Podrían los resultados acaso marcar el regreso político del kirchnerismo, la fuerza que gobernó Argentina durante 12 años y fue vencida por escaso margen en 2015 por Mauricio Macri?
Varias encuestas y analistas habían anticipado el triunfo de la lista encabezada por Fernández de Kirchner, quien se postuló como senadora.
Incluso los mercados se hicieron eco de esa anunciada victoria y el dólar registró fuertes alzas en los días previos a la elección.
Pero en la noche del 13 de agosto llegó la sorpresa: a medida que se realizaba el recuento provisorio de votos, las cifras iban mostrando una fuerte ventaja de Cambiemos, el partido de Macri.
Contra todos los pronósticos, durante un par de horas la brecha que separaba a los candidatos de Cambiemos -encabezados por el exministro de Educación Esteban Bullrich- de la lista kirchnerista se fue agrandando y agrandando.
Y pasadas las 22 horas, cuando muchos argentinos ya se comían las uñas esperando saber el resultado, el oficialismo salió de su búnker y habló con la prensa, en medio de una fiesta.
Tras los comicios el presidente Macri celebró los buenos resultados en todo el país, incluyendo la provincia de Buenos Aires.
«Qué día lindo en la historia de nuestro país, un día muy importante. Tengo mucha emoción», dijo el presidente Macri, quien encabezó las celebraciones.
En ese momento, el recuento parcial mostraba una victoria del macrismo en los principales distritos del país, incluyendo en la estratégica provincia de Buenos Aires, la más poblada de Argentina, donde el oficialismo registraba una ventaja de varios puntos.
La gobernadora macrista de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, también celebró los resultados.
«Un gracias grande como esta provincia a los que nos votaron, a los que nos acompañaron, a los que nos creyeron. Hemos hecho una gran elección», dijo.
Aunque el rival directo de Fernández es Bullrich (atrás), muchos consideran que la verdadera contienda es con la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, de Cambiemos.
Todas las pantallas de televisión mostraban la enorme ventaja que llevaba Cambiemos en la estratégica batalla Bullrich-Fernández: casi 37% para el macrista contra los 31,5% de la líder kirchnerista.
Apenas se había contabilizado el 20% de las mesas pero varios analistas aseguraban que era una tendencia irreversible.
Y tras los festejos oficialistas todo el mundo se quedó esperando la reacción del «búnker K».
«¿Qué dirá Cristina?», se preguntaban todos.
La respuesta de Cristina
La gran incógnita en esos momentos era si la exmandataria, famosa por no reconocer errores, admitiría la victoria de su rival, como ya había hecho el candidato que estaba tercero, Sergio Massa.
Pero nada. Fernández no habló. La jornada electoral llegó a su fin y muchos argentinos se fueron a dormir festejando o lamentando el triunfo del oficialismo.
Eran casi las 4 de la mañana del día siguiente cuando Cristina Fernández de Kirchner finalmente tomó el micrófono y se pronunció.
«Hemos ganando en la provincia de Buenos Aires», sentenció.
El escrutinio provisional ya se había frenado. La última cifra (con el 95% de las mesas contabilizadas) mostraba un «empate técnico»: 34,19 para Cambiemos contra 34,11 de Unidad Ciudadana.
Pero Fernández se mostró segura de su triunfo y acusó al gobierno de manipular el recuento provisorio para poder «montar un show para que salga en el prime time de la televisión».
«Es una ofensa a los ciudadanos que hoy fueron a votar», acusó, tildando de «bochorno» la demora en los resultados provisorios.
Y17 días después, la Justicia electoral le dio la razón.
En declaraciones a una emisora local, el director nacional electoral Fernando Álvarez informó que Fernández de Kirchner había vencido a Bullrich con una diferencia del 0,2% de los votos.
«Es una diferencia muy pequeña, una diferencia mínima, una diferencia sin precedente», destacó Álvarez en Radio Mitre.
Y aunque el país sigue a la espera de una declaración oficial, los datos finales del recuento definitivo de votos -el único con validez legal- les fueron filtrados el mismo martes a varios medios locales.
Los mismos muestran que la candidata de Unidad Ciudadana se impuso con el 34,27% de los votos contra el 34,06% de Cambiemos.
Es decir, solo 20.324 votos separaron a un partido del otro.
Victoria simbólica
En la batalla simbólica entre el macrismo y el kirchnerismo, este pequeño guarismo se torna gigante.
En Argentina pocos miran el detalle de los resultados… ya sea que se hable de elecciones o de fútbol, lo único que importa es quién ganó.
Y este exitismo es aún más pronunciado cuando se da en el contexto de «La Grieta», como se llama en el país a la polarización entre kirchneristas y antikirchneristas.
¿Pero qué significado real tiene este triunfo?
«Tendrá un impacto mediático y será una herramienta más de campaña, pero lo que cuenta es lo que ocurrirá en las elecciones generales del 22 de octubre«, señaló el analista político y profesor de la Universidad de Buenos Aires Miguel De Luca.
De Luca dijo a BBC Mundo que los resultados de las primarias harán que muchos electores «repiensen su voto» de cara a octubre.
«Se llaman votantes estratégicos y en elecciones pasadas representaron a cerca del 3-4% del electorado», explicó.
Se trata de votantes que en las primarias no optaron ni por el macrismo ni por el kirchnerismo pero que dado el escenario de las primarias ahora elegirán a una de esas dos fuerzas.
Y esta polarización definirá al ganador o la ganadora, ya que -se espera- romperá la actual paridad entre los candidatos.
Todos festejan
Mientras tanto, desde ambos lados de La Grieta festejan los resultados oficiales de las primarias.
Fernández convocó para este miércoles un acto en un estadio en La Plata -la capital provincial, donde se realizó el recuento definitivo- en el que celebrará junto con los intendentes de su partido la victoria que se le negó el pasado 13.
Se anticipa que no ahorrará críticas hacia el gobierno, al que acusa de haber jugado sucio.
Sin embargo el macrismo también buscará darle un sesgo positivo a los resultados electorales.
Ya la gobernadora Vidal -quien negó haberse adjudicado la victoria en Buenos Aires- había adelantado que el recuento final daría una diferencia menor a un punto, lo que consideró un «empate técnico».
«A lo mejor la expresidente está decepcionada porque esperaba sacar más votos», aguijoneó en una entrevista con radio Mitre, sobre el enojo de Fernández.
Los simpatizantes del gobierno resaltan que Cambiemos ganó las elecciones primarias por diputados en Buenos Aires.
Y en cuanto a la polémica competencia por senadores, señalan que aunque Fernández haya ganado, ese 34% de los votos que obtuvo son «un papelón» si se considera que cuando fue reelegida presidenta, en 2011, había sido votada por cerca del 56% de los bonaerenses.
Los partidarios del gobierno buscan, además, poner el foco en otro lado: resaltando que, a pesar de los problemas económicos, lograron imponerse en los principales distritos electorales del país, incluyendo exbastiones peronistas.
Pero a pesar de sus mejores esfuerzos, lo cierto es que en el país del exitismo esta semana la ganadora es una sola y nadie podrá quitarle su triunfo a Cristina Fernández de Kirchner.
Vía: BBC