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martes, noviembre 19, 2024

Peruana vive el desastre en Puerto Rico: «Hacemos colas de cinco horas para comer»

Jhoycee García comenta a El Comercio sobre la situación en la isla tras el paso del huracán María, que ha agravado la situación de un país en la bancarrota

En la mitad de la isla no hay agua, ni luz, las torres que proporcionan la señal telefónica se cayeron y, pese a tener que hacer colas de cinco horas para comprar comida, la falta de recursos impide mantenerse con el alimento necesario para la semana tras el paso del huracán María, comenta a El Comercio Jhoycee García (25), una peruana que estudia psicología en la Universidad de Puerto Rico.

Jhoycee se comunica por llamadas de internet -cuando la señal es generosa- y sobre el techo de su casa, porque el ciclón, que llegó el miércoles pasado con vientos de 250 km/h, ha dejado a su urbanización en el municipio de Bayamón dificultada para conectarse mediante la vía telefónica.

«La devastación es total. No hay servicio telefónico, tampoco existen teléfonos públicos aquí desde la década del 50, las señales están interrumpidas, no hay internet, ni agua, ni luz».

Cuando llegó el huracán, estaba en su casa junto con su madre (55), su hermana (21) y su mascota. «No creo que nos hayamos preparado lo suficiente, por la falta de conocimiento y de medios necesarios para comprar los paneles de madera» que sirven para proteger las lunas de los vientos, comenta.

«Gracias a Dios, donde vivimos es de material noble y tiene ventanas fuertes, por lo que no hubo mayores daños de infraestructura (…) Pusimos un panel de madera que nos regalaron y se veía cómo los arboles se caían, se rompían», agrega.

Celinda Zárate, cónsul honoraria del Perú en Puerto Rico, ha manifestado mediante un comunicado que no hay peruanos entre las bajas que dejó el ciclón. Sin embargo, aún se espera la ayuda de las autoridades nacionales. Incluso, grupos de compatriotas se han organizado para viajar a la capital y pedir su regreso a nuestro país.

El huracán María azotó durante unas seis horas a Puerto Rico y salió de ella un poco debilitado, con categoría 3 (de un máximo de 5 en la escala de intensidad Saffir-Simpson) dejando al menos 16 fallecidos, según la Secretaría de Asuntos Públicos. Desde entonces, comenta Jhoycee, no ha pasado ningún camión que brinde ayuda a su zona.

«Hacemos colas de 50 personas durante cinco horas para poder comprar comida y no alcanza», explica la peruana añadiendo que solo puede comprar U$50 en alimentos, lo que les dura casi tres días.

«No hay ni agua ni luz en la mitad de la isla. Nosotras por lo menos teníamos dos cisternas, pero ya se nos acabó el agua», explica desde la urbanización Altura de Flamboyán, donde no conoce a muchos compatriotas porque -afirma- «en Puerto Rico la comunidad peruana es dispersa».

El gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, ha pedido al Congreso de EE.UU. que apruebe un paquete de ayuda de forma inmediata «para evitar una crisis humanitaria». Sin embargo, el gobierno de Donald Trump y el mismo presidente -que ha anunciado una visita a la isla la próxima semana- no se han mostrado empáticos a la apremiante situación.

De hecho, recién este martes Trump tocó el tema a profundidad desde su habitual espacio de comunicación en Twitter y convocó a una reunión de directores de dependencias que tienen la tarea de ayudar a la recuperación de la isla, luego de recibir críticas de artistas y congresistas demócratas.

«El presidente aprobó la recomendación de la Agencia de Gestión de Emergencias (FEMA) de que el Gobierno federal apoye el 100% de los costes [de reconstrucción] durante los próximos 180 días», anunció el director de políticas públicas y coordinación de agencias de la Casa Blanca, Carlos Díaz-Rosillo.

«No hay cómo mantenerse»

Con sus 3,4 millones de habitantes, la isla aguantó el paso del huracán más poderoso que ha tocado su territorio en casi 90 años, pero Puerto Rico tiene problemas mayores: adeuda 72.000 millones de dólares a Estados Unidos.

Trump ha dicho que «Puerto Rico ya sufría de infraestructura estropeada (…) Gran parte de la isla fue destruida, con miles de millones de dólares en deuda con Wall Street y los bancos con la que, desgraciadamente, se debe lidiar», dejando entrever que no se condonará ni un centavo de lo que debe.

Para nuestra compatriota, «políticamente, Puerto Rico es una colonia, no es un estado declarado. Para pagar impuestos sí hablamos de ciudadanos americanos, pero para sus derechos, no». La alcaldesa Carmen Yulin Cruz dijo a CNN que «uno no pone la deuda por encima de la gente, sino a la gente por encima de la deuda. Hay un imperativo moral y humano».

En el país con la mayor bancarrota municipal declarada en la historia estadounidense, compran comida importada casi en su totalidad y con tres impuestos, comenta Jhoycee.

Como en Estados Unidos, el precio no incluye los impuestos de ventas. Entonces, al llegar a la caja de un supermercado la realidad es que al producto se suman el impuesto por la importación -porque al ser un territorio afiliado no puede recibir los cargamentos sin que pasen antes por Miami-, el del supermercado y el municipal.

«Yo soy mesera y Puerto Rico depende mucho del turismo. Tenemos la temporada alta en noviembre, diciembre, enero y febrero, cuando es invierno en EE.UU. Gano entre US$ 4.00 a 4.50 la hora», lo que cuesta un desayuno actualmente.

Jhoycee trabajaba más de ocho horas para ganar 50 dólares al día, pero el restaurante cerró tras el huracán María y «cuando hicieron el cotejo de las instalaciones para volver a abrirlo encontraron que un árbol había caído sobre la parte de atrás de la cocina». Ahora espera la llegada de los responsables del recinto, que no podrán viajar a la isla hasta que se reanude en EE.UU. el flujo de vuelos comerciales en la primera semana de octubre.

En el área oeste de la isla, la represa de Guajataca en el Municipio de Quebradillas corre el riesgo de colapsar a causa de los daños que ha sufrido, motivo por el que se ha pedido la evacuación de la población circundante.

«Hay estudiantes suicidándose porque no encuentran trabajo, familias que no reciben pensiones porque han recortado tanto para pagarle a la deuda que han dejado a la gente desprotegida económicamente. No hay abastecimientos abiertos, muchos restaurantes han cerrado. Incluso el mismo turismo interno se ha caído. No hay cómo mantenerse», sentencia Jhoycee.

 

Vía: El Comercio

 

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