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martes, noviembre 19, 2024

Este descomunal insecto ha regresado de la extinción, pero la ciencia no logra explicar por qué ahora es diferente

Sobre estás líneas tenéis el insecto palo de la Isla de Howe o langosta de árbol (Dryococelus australis). A comienzos del siglo XX, las ratas que llegaron con los colonos diezmaron esta especie australiana hasta la extinción. Ahora ha regresado de la tumba, pero hay un problema: no es exactamente la misma.

En 2001, los científicos David Priddel y Nicholas Carlile visitaron Ball’s Pyramid, un abrupto islote rocoso a 23 kilómetros de la Isla de Howe. Lo que encontraron fue un insecto palo muy parecido al Dryococelus australis. Este nuevo insecto palo era negro en lugar de marrón, y sus patas eran más finas que las de sus parientes extintos.

A la izquierda, los ejemplares extintos en un museo. A la derecha, los nuevos y el islote Ball’s Pyramid

Durante décadas, se supuso que os insectos hallados en Ball’s Pyramid eran otra especie, pero las semejanzas con sus parientes extintos eran excesivas. Un equipo de biólogos finalmente ha zanjado la cuestión después de secuenciar completamente el ADN de ambos insectos y compararlos. La tarea no ha sido fácil. Los únicos ejemplares de este insecto palo que quedaban estaban disecados y expuestos en museos, y eso complicaba mucho la obtención de ADN válido. Por si fuera poco, el genoma completo que había que analizar y comparar superaba los 4GB.

Finalmente, el trabajo ha dado sus frutos. Los ejemplares hallados en 2001 son genéticamente de la misma especie. Lo que los investigadores no logran explicar es por qué estos insectos palo de la Isla de Howe son diferentes. Probablemente e trate de cambios surgidos durante décadas al vivir en un entorno diferente al original, pero no lo saben con seguridad.

Ahora la población de esta especie está siendo reintroducida en la isla de Howe. Los biólogos quieren comprobar si, con el paso de las generaciones, los insectos recuperan su color y contextura originales o cambian de nuevo. [Current Biology vía Sciencemag]

 

 

 

Vía: Gizmodo

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