Hace siglos, un explorador y naturalista llamado Alexander von Humboldt quería estudiar la electricidad usando anguilas de Cumana, un asentamiento temprano en lo que hoy es Venezuela. Así que algunos pescadores del lugar lo ayudaron a obtener los sujetos de su estudio. Para atrapar a los animales pegajosos y con carga eléctrica, los pescadores condujeron a unos caballos a una cuenca de río de poca profundidad que estaba colmado de ellas.
Las anguilas se restregaban contra las patas de los caballos, atacándolas con descargas eléctricas. Los caballos trataban de escapar, pero los pescadores no lo permitieron hasta que las anguilas se quedaron sin capacidad de emitir descargas.
La historia parecía difícil de creer hasta hace unos pocos años, cuando Kenneth C. Catania, un biólogo de la Universidad Vanderbilt, Estados Unidos, comenzó una serie de estudios que convirtieron este cuento en un experimento científicamente posible. Sin embargo, no estaba satisfecho con sus hallazgos, ya que él quería tener una verdadera idea de la intensidad de la sacudida que podría causar una anguila eléctrica (Electrophorus electricus). Así que, para un investigación publicada recientemente en Current Biology, dejó que una atacara directamente su propio brazo. «Era realmente seguro porque era una anguila eléctrica pequeña», indicó Catania.
En sus anteriores experimentos, el especialista descubrió que una anguila eléctrica funciona como una batería. Cuando se enfrenta con una presa o una amenaza, se transforma en un aparato parecido a un arma de electrochoque. Para poder atraparla más fácilmente (por lo general a los invertebrados les gustan los camarones o cangrejos, y a veces los peces o roedores), envía impulsos eléctricos a través del agua que, al ser sucesivos, pueden paralizar a la presa o hacer que se revuelque por el agua y devele su ubicación a través de ondas que la anguila siente con vellosidades que tiene sobre el cuerpo.
Según Catania, estos animales «han evolucionado para producir descargas eléctricas más y más fuertes, y han desarrollado estos comportamientos para usarlos más eficientemente». Él ya había demostrado anteriormente que las anguilas enroscan sus cuerpos alrededor de su presa para duplicar el poder de su descarga eléctrica. Pero en el transcurso de sus estudios notó que si usaba una malla metálica conductora para recoger anguilas eléctricas en su laboratorio, los animales saltaban del agua para atacar la red.
En su más reciente estudio, Catania quería descubrir las cuestiones relacionadas con la resistencia del brazo humano y para ello se ofreció él mismo y lo filmó. En el video puede verse que la anguila –a la que bautizó cariñosamente «Finless» (sin aletas)– se desplaza y posa su cabeza sobre el brazo humano para dar descargas eléctricas (graficadas con los cuadros en rojo). La electricidad fluyó desde la cabeza del animal hasta el brazo de él, luego al agua y de vuelta a la cola de la anguila para completar el circuito. Para medir este flujo el científico metió la mano en un recipiente de plástico con cinta metálica expuesta adentro y afuera, conectada a un cable. La misma electricidad que fluyó a través de su brazo también debería fluir a través del cable y de esa manera podría medirla.
La corriente eléctrica proporcionada por Finless alcanzó un máximo de 40-50 miliamperios. Eso es más que suficiente para causar un dolor considerable a una persona o un animal, pero no lo suficiente para lastimarlo realmente. En el video que acompaña a esta información, se aprecia cómo el brazo de Catania retrocede, una reacción involuntaria normal.
Ahora que ha podido medir la fuerza de la corriente eléctrica, Catania dice que puede resolver el resto del circuito. Eso significa que es posible estimar el poder de un choque dado por anguilas de diferentes tamaños o bajo diferentes circunstancias. «Me sorprendió que hiciera que sacara involuntariamente el brazo del agua», dijo Catania. «El hecho de que haya un animal ahí que puede controlar remotamente tu sistema nervioso me parece algo de verdad asombroso». Y agregó: «No sabemos cuál es el principal motor del comportamiento, pero es necesario disuadir a los depredadores, y puedo decir que son realmente buenas en eso».
Fuente: Infobae.com