Un experto explica por qué la enfermedad infecciosa más mortífera del mundo para que hay tratamiento sigue matando gente.
El número de muertes por tuberculosis bajó un 37 % entre los años 2000 y 2016, con grandes descensos en Europa y en la región Asia Pacífico, aunque sigue siendo la primera causa de muerte por enfermedad infecciosa, por encima del sida, anunció hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta es una de las conclusiones del informe anual sobre la tuberculosis que la OMS presentó hoy en Washington y que comenzó a elaborar en 1997, cuando estableció su sistema de evaluación global sobre esta enfermedad infecciosa.
A pesar de los buenos resultados en el descenso de la tasa de mortalidad, en 2016 se registraron 6,3 millones de nuevos casos de tuberculosis, lo que supone un incremento con respecto a 2015, cuando hubo 6,1 millones de nuevos contagios.
El doctor Isaac Chikwanha, de Médicos Sin Fronteras para Tuberculosis (TB), responde al Informe Mundial sobre Tuberculosis de la OMS y aboga por una atención y acceso globales para luchar contra la enfermedad.
¿Cómo es posible que la enfermedad infecciosa más mortífera del mundo sea curable, y que aun así acabara, una vez más, con la vida de casi 1,7 millones de personas el año pasado?
Para Médicos Sin Fronteras (MSF), la respuesta es clara: cada año aumentan los casos de formas de tuberculosis resistentes a los medicamentos (TB-DR). Sin embargo, la brecha diagnóstica sigue siendo masiva: cuatro de cada cinco personas con TB-DR no son diagnosticadas y solo la mitad de los pacientes que comienzan el tratamiento logran curarse.
Los dos medicamentos más nuevos para tratar la TB-DR, la bedaquilina y el delamanid están disponibles desde hace cinco años y está demostrado que ambos pueden ayudar a salvar más vidas. Sin embargo, menos del 5% de las personas que necesitan estos medicamentos los están recibiendo a día de hoy. De hecho, el porcentaje de cobertura en 2016 no ha mejorado con respecto al de 2015.
MSF y el informe ‘Out of Step’* de la iniciativa internacional Stop TB ha puesto al descubierto que, en general, los países con la mayor carga de tuberculosis tienen serias dificultades a la hora de implementar las prácticas y herramientas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para comenzar a vencer de una vez por todas a esta epidemia.
El próximo mes, en Moscú, los ministros de salud de la mayor parte de los países del mundo se reunirán en la primera conferencia ministerial mundial para acabar con la tuberculosis.
En septiembre de 2018, en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas que se celebrará en Nueva York, los líderes mundiales tendrán la oportunidad de asistir a la Reunión de Alto Nivel de la ONU sobre esta enfermedad, que será también la primera reunión de este tipo que organice la ONU.
¿Es posible, por tanto, que la TB esté por fin comenzando a obtener la atención global que tanto merece?
No tenemos la respuesta a esta pregunta, pero lo que sí sabemos es que hay que adoptar un compromiso serio e inmediato para comenzar a cambiar el rumbo de la tuberculosis. Los países con una carga elevada de ciudadanos con TB deben dar un paso al frente y aumentar el acceso al diagnóstico y tratamiento de la enfermedad.
Y, para ello, tienen que facilitar también el acceso a los tratamientos más nuevos para la TB-DR. Los gobiernos deben priorizar los esfuerzos para desarrollar nuevos regímenes de tratamiento de TB que funcionen contra todas las formas de TB. De lo contrario, si seguimos esperando, tendremos que lamentar otras casi dos millones de víctimas cada año.
*El informe Out of Step 2017 está disponible en https://www.msfaccess.org/outofstep2017
Hablemos de Tuberculosis
¿Qué es la tuberculosis?
La tuberculosis (TB) es una enfermedad contagiosa que se transmite por el aire. Un tercio de la población mundial está infectada con el bacilo, pero solo una de cada 10 personas desarrolla la forma activa. Un sistema inmunológico sano la mantiene en estado latente (no presenta síntomas ni puede transmitirse), pero la enfermedad se desarrolla fácilmente en un sistema inmunológico debilitado y por eso es tan común en las personas con VIH. Según la Organización Mundial de la Salud, en 2015, unos 10,4 millones de personas desarrollaron la enfermedad y 1,8 millones murieron a consecuencia de ella; el 85% de los casos se dan en Asia, África y Europa del este.
¿Cómo se transmite y qué síntomas tiene?
La TB, que afecta principalmente a los pulmones, se propaga por el aire al toser, estornudar o escupir. Se estima que una persona con la forma activa puede infectar a entre 10 y 15 personas al año. La incidencia es mucho mayor entre personas con VIH, entre quienes es la primera causa de muerte.
Los síntomas de la tuberculosis pulmonar son tos persistente, fiebre, sudoración nocturna y pérdida de peso. Pero la infección también puede afectar a casi cualquier parte del cuerpo, como los nódulos linfáticos, la espina dorsal o los huesos: se trata de la TB extrapulmonar, más frecuente en pacientes VIH-positivos y en niños.
¿Cómo se diagnostica?
Las técnicas más utilizadas en países en desarrollo se basan en el análisis microscópico de las muestras de esputo, un método inventado hace más de un siglo y que detecta menos de la mitad de los casos. Supone un problema añadido en el caso de los niños (ya que su esputo contiene pocos bacilos) y en los bebés (donde directamente es imposible tomar una muestra).
Otra alternativa es el cultivo de muestras de esputo, para comprobar si contienen micobacterias vivas; es una técnica más precisa, pero necesita un laboratorio con personal formado y los resultados pueden tardar hasta ocho semanas. Esto significa que los médicos a menudo se ven obligados a empezar a medicar a los pacientes antes de conocer su diagnóstico completo, por lo que el tratamiento se administra a ciegas y no siempre es el adecuado.
Una prueba más reciente, basada en la tecnología molecular, proporciona resultados en apenas dos horas e incluso detecta ciertas resistencias a medicamentos como la rifampicina (uno de los más potentes). Aunque requiere una máquina de alta tecnología (con un suministro eléctrico estable), es fácil de usar por un técnico que haya recibido una rápida formación. La muestra de esputo (mezclada con un reactivo) se introduce en la máquina, que detecta tanto las bacterias de la TB como aquellas que son resistentes a la rifampicina. En todo caso, tampoco es perfecta: un reciente estudio en Suazilandia ha identificado que más de un 25% de las cepas de TB-MDR portan una mutación que esta tecnología no es capaz de detectar.
¿Cómo se trata?
El tratamiento de la TB dura un mínimo de seis meses: se utiliza una combinación de medicamentos desarrollados hace más de 40 años. Las combinaciones para niños han sido introducidas recientemente.
Las cepas resistentes a los tratamientos dificultan enormemente la atención a los enfermos. La tuberculosis resistente (TB-DR) presenta resistencias a uno o más medicamentos de primera línea.
La TB multirresistente (TB-MDR) es resistente a al menos dos de los medicamentos más potentes (isoniacida y rifampicina); esta forma puede curarse con medicamentos de segunda línea, pero el tratamiento es largo (dos años), complicado, caro y tiene muchos efectos secundarios. Para el tratamiento de la TB multirresistente, existen dos nuevos fármacos, la bedaquilina y el delamanid, más cortos y fáciles de administrar; sin embargo, apenas un 2% de los enfermos los reciben.
La extrarresistente (TB-XDR) define a las cepas de TB-MDR que, además, son resistentes a los medicamentos de segunda línea, incluyendo al menos uno de las fluoroquinolonas y al menos uno de los de segunda línea inyectables (capreomicina, kanamicina y amicacina). El tratamiento por tanto también es complicadísimo, y muy pocos pacientes sobreviven a la enfermedad.
MSF y la tuberculosis
Lleva 30 años implicada en la atención a enfermos de TB: ha trabajado codo con codo con las autoridades nacionales de numerosos países para proporcionar diagnóstico, tratamiento y cuidados en zonas de conflicto, campos de desplazados y refugiados, apartadas regiones rurales, barrios chabolistas en grandes ciudades e incluso en las prisiones. En 1999, empezó a atender a personas con formas resistentes de la enfermedad y en la actualidad es uno de los principales proveedores de tratamiento para estos pacientes. En 2016, 20.900 enfermos de TB iniciaron su tratamiento en sus proyectos, entre ellos 2.700 con TB-MDR.
Vía: El Espectador