La edición de este domingo 17 de diciembre es histórica: se trata de la última que se ha impreso en las rotativas del diario. A partir de la edición del lunes, el diario se imprimirá en unos talleres externos conjuntamente con otros medios.
El director de El PAÍS, Antonio Caño, explica así esta decisión: «Era evidente desde hace tiempo que la transformación digital iba a exigir un cambio del modelo industrial de producción de los periódicos».
«Hoy, cuando el mayor volumen de lectores de los periódicos proceden del ámbito digital y la caída de difusión de las ediciones de papel es constante en todas las cabeceras y en todos los países, ha dejado de tener sentido la existencia de una rotativa exclusiva para cada periódico», agregó Caño.
Además, consideró pertinente que ya es preciso buscar otras fórmulas que se ajusten mejor a la dimensión que actualmente tienen las ediciones de papel.
«Incluso para intentar prolongar la vida del papel. Y es preciso destinar esfuerzos y recursos a donde realmente están los lectores y el futuro, en las nuevas plataformas tecnológicas», aseveró.
Los talleres nacieron de la mano del periódico en 1976. A los cinco años de su inauguración participaron activamente en uno de los momentos más importantes no solo del diario, sino de España: el golpe de Estado del 23-F. Cuando el teniente coronel Antonio Tejero gritó en el Congreso aquello de «¡Quieto todo el mundo!», los técnicos de las rotativas se encontraban descansando en sus casas tras una jornada de faena.