El nuevo gobierno de coalición entre conservadores y ultraderechistas dirigido por el joven conservador Sebastian Kurz, de solo 31 años, prestó juramento este lunes en Austria. Kurz, el nuevo canciller del Partido Popular Austríaco (ÖVP) y dirigente más joven del mundo, fue investido por el jefe de Estado Alexander Van der Bellen junto al vicecanciller Heinz-Christian Strache, líder del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) partido político austríaco de ideología conservadora y nacionalista, considerado de extrema derecha, en ceremonia retransmitida por la televisión pública.
Al mismo tiempo, no muy lejos del palacio presidencial donde se llevaba a cabo la investidura, varias personas se manifestaban en contra de la presencia del FPÖ en el gobierno, reunidos detrás de las pancartas «nazis fuera» o «muerte al fascismo». Los manifestantes, entre ellos muchos jóvenes, estaban encuadrados por importantes fuerzas policiales en la plaza de lo Héroes, un lugar emblemático de la historia austríaca donde Hitler hizo un discurso en 1938 para pronunciar la anexión de Austria al Tercer Reich, señaló AFP.
El jefe de Estado Alexander Van der Bellen, un ecologista liberal, dijo ser consciente de que algunos eran escépticos «e incluso hostiles a la nueva mayoría. «Así es en democracia» comentó mientras juraban sus cargos los 13 nuevos ministros, seis de ellos del FPÖ.
Van der Bellen hizo un llamamiento al nuevo gobierno de Kurz a «respetar la historia austríaca (…) sus páginas positivas y sus páginas oscuras» y a «respetar a los derechos de las minorías y a los que piensan diferente». Las alianza ÖVP/FPÖ corona un año fasto en Europa para la extrema derecha, que también progresó en Holanda, Francia y Alemania, aunque sin lograr en esos casos alzarse hasta el poder.
Varias manifestaciones simultáneas reunieron hoy en Viena a unas 3.500 personas en protesta contra la constitución del nuevo Gobierno entre el Partido Popular austríaco (ÖVP) y los ultranacionalistas del FPÖ. «No dejéis gobernar a los nazis», era una de las pancartas más exhibidas en una de las marchas, que transitaba por la principal avenida de la ciudad, en dirección al antiguo Palacio Imperial, donde este lunes tiene lugar la jura del nuevo Ejecutivo.
Las protestas, vigiladas por unos 1.500 agentes de Policía, según la agencia APA, han provocado bloqueos de tráfico en el centro de la ciudad. Quedaron bloqueados los accesos y se desalojaron los alrededores de la sede de la Presidencia, donde los nuevos ministros, siete del ÖVP y seis del FPÖ, jurarán sus cargos en el nuevo Ejecutivo liderado por el canciller popular Sebastian Kurz.
«Es bastante malo la tolerancia que ha logrado el FPÖ, al transmitir que es un partido de centro, aunque en verdad no lo es. Se presenta como apto para el Gobierno pero es de extrema derecha», advierte uno de los manifestantes, Benjamin, en relación al éxito electoral de los ultras, terceros en los comicios de octubre.
Sobre las posturas hacia la Unión Europea, este estudiante de periodismo asegura que Austria podría colocarse más cerca de los países críticos con el club comunitario, como Hungría y República Checa, y alejarse de las políticas de Francia o Alemania. «Creo que ya va en esa dirección porque Sebastian Kurz defiende una de las líneas sobre migración más extremas de Europas. Y por eso lo ha votado la gente», afirmó.
«Es una situación extremadamente peligrosa y debemos construir resistencia en las calles», dijo por su parte David, quien recordó que el FPÖ controlará tanto el Ministerio de Defensa como Interior. Las protestas y la reacción ante la entrada en el Gobierno del FPÖ están siendo mucho más tibias que las registradas en 2000, cuando ese partido cerró un pactó con el ÖVP que se prolongó durante seis años en dos agitadas legislaturas.
En aquel momento, las masivas protestas obligaron a los miembros del Ejecutivo a entrar en la sede de la Presidencia por túneles subterráneos, algo que ha quedado descartado en esta ocasión. En nuevo canciller ha asegurado que las protestas son legítimas y que su Ejecutivo siembre entablará diálogo con todo el mundo.
«Gracias a Dios vivimos en un país donde uno se puede manifestar», subrayó. El ÖVP ganó las elecciones con el 31,47 % de los votos, seguido de los socialdemócratas con el 26,86% y el FPÖ con el 25,97%. El Gobierno de conservadores y ultranacionalistas tendrá 113 de los 183 escaños. En su programa de Gobierno destacan políticas más restrictivas respecto a la inmigración, apoyar una Unión Europea con menos competencias pero más eficacia, y adoptar ventajas fiscales para familias y trabajadores.