La realidad aumentada está llegando poco a poco a los teléfonos celulares, pero a las aplicaciones disponibles en este momento les queda un largo camino por recorrer.
Algunos celulares Android, como el Lenovo Phab 2 Pro y el Asus ZenFone AR, incorporan la tecnología de realidad aumentada de Google y cuentan con un hardware especial para hacerla posible. Este hardware consiste en varias cámaras y sensores que detectan profundidad, distancia y escala entre los elementos de una imagen.
Cabe aclarar que esta tecnología no es exclusiva de estos teléfonos, ni es indispensable que un hardware que la haga posible. Este año también presenciamos experiencias de este tipo hechas posibles gracias a un software: Apple con el ARKit y Google con el ARCore, dos plataformas para que los desarrolladores trabajen en nuevas apps de realidad aumentada.
Con el sistema operativo móvil de Apple, iOS 11, ahora también es posible descargar aplicaciones en teléfonos desde el iPhone 6S en adelante, aunque solo las cámaras del iPhone 8, iPhone 8 Plus y iPhone X están especialmente calibradas para la RA. Los Google Pixel 2 y Pixel 2XL también presumen AR en sus cámaras: con sensores para insertar personajes de Stranger Things, Star Wars: The Last Jedi o la NBA en una foto de verdad.
En términos simples, el propósito de la realidad aumentada (RA) es permitirnos insertar un objeto digital, que simula ser de tres dimensiones, en un entorno real que captamos con una cámara de fotos. El ejemplo más repetido es el de las pegatinas animadas en el rostro de Snapchat, o los pokémones que circulaban por la calle con el juego Pokémon Go.
Pero más allá de estas aplicaciones «divertidas», hay muchos más usos útiles que la RA nos puede traer y que, por el momento, no están del todo consolidadas.
Aquí, listamos algunos ejemplos imaginados.
El sueño del ‘fashionista’: un app para hacer las compras desde casa
En Estados Unidos ya es común hacer compras en línea, ya sea a la manera tradicional (vía Amazon.com y otras) o desde aplicaciones de marcas de ropa como Modcloth, Romve y Asos. Pero si hay algo que le falta a las compras por Internet es un retrato fidedigno de nuestras formas reales: no todos somos una exacta talla pequeña/mediana/grande, sino que tenemos un cuerpo propio con proporciones que pueden variar y que no se reducen a un patrón fijo.
GAP intentó en su app para Tango, que probamos en un Asus ZenFone AR, configurar un modelo virtual que se pareciera a nuestro «yo» real. No obstante, más allá de nuestro peso, altura y talle predeterminado no podemos agregar datos extras.
Si ese tipo de apps permitieran, por ejemplo, medidas reales, sería todo un logro. Si en vez de ser small, yo pudiera poner cuánto mide mi cintura o cadera, me animaría a comprar jeans por Internet, algo a lo que en este momento no me atrevo.
Las apps de indumentaria disponibles siguen confiando en modelos fijos, que no admiten la variedad de formas. Y, además, presentan un inventario limitado de opciones de ropa, mientras que apps 2D regulares ofrecen cientos de alternativas, incluso de boutiques diferentes.
En este momento, no es diferente consultar el app de AR de GAP que una foto 360, porque lo que puedes hacer es simplemente moverte alrededor de un modelo que, por lo pronto, sólo es un mannequin virtual muy distinto al cuerpo real que desea emular.
Para estudiantes curiosos: un sistema con más profundidad
Uno de los casos más impresionantes que vi este año en realidad aumentada fue el de las aplicaciones con el sistema solar, ya sea Solar Simulator para Google Tango, o Solar System AR para iOS 11.
Los resultados son bellos: uno configura el espacio intergaláctico y puede ver, en una escala que imita a la real, los tamaños de los planetas, las distancias entre ellos y las características que los vuelven más especiales, como los anillos a Saturno.
Sin embargo, estas representaciones me han dejado con «ganas de más». Sería interesante si, además de posiciones relativas, pudiésemos tener más información sobre ciencia, para que sea realmente educativo.
No es lo mismo un paseo por el sol para niños de jardín de infantes que para adolescentes, y tal como están pensadas estas apps hoy son más para chicos pequeños. Para un público más adulto, podría incorporar audio y un relato de historias, y podría incorporarlo de forma más interactiva, con paneles que se abren y muestran datos, por ejemplo.
AR informativo: más historias y menos datos sueltos
Estos datos son, precisamente, los que aparecen en las apps de medios de comunicación, como The Wall Street Journal en Tango o Quartz en el ARKIT de iOS 11.
En el caso del Journal, el app muestra un panel colorido con información bursátil de diferentes empresas y, a medida que nos acercamos de forma física a este recuadro, accedemos a más datos. No es muy diferente a visualizar estos reportes en una pantalla tradicional en dos dimensiones. Para tener sentido, tendría que ir un paso más allá y, por ejemplo, explicar, con contexto, qué significan estos valores, y que la información se vaya dosificando de forma interactiva, de modo que si tocamos una empresa, por ejemplo, podamos saber más de ella.
El app de Quartz para iOS 11 también lucha por encontrar su sentido 3D. Al principio, me pareció ser tan solo otro «bot» de noticias, con un estilo bastante similar a Google Assistant, con preguntas predeterminadas para el usuario, y respuestas (al estilo del app de noticias Circa) que condensan un artículo en sus unidades mínimas, con oraciones de dos renglones y una presentación visual a modo mensaje de texto.
La realidad aumentada, en este panorama, aparece solo cuando la ocasión lo amerita, cuando una de las historias narradas contiene un elemento visual, que es una foto 3D. Ver una imagen estática de esta forma no aporta mucha relevancia, pero diferente sería el caso de una historia serializada en 3D, como los pasos en la evolución de una investigación de un asesinato, por ejemplo, como hizo Serial en formato podcast.
Para los turistas: apps de museos con realidad aumentada
Algo que realmente me gustaría ver en realidad aumentada es su aplicación en el ámbito del turismo, por ejemplo,en paseos virtuales con tours de audio y traducción a diferentes idiomas. Imagino un app que nos guíe y nos vaya mostrando, no solo de forma auditiva sino también de manera visual, los acontecimientos históricos que dieron lugar a una obra de arte, o más sobre la vida de un autor.
Si es una muestra de arquitectura, por ejemplo, sería interesante ver el edificio, en su tamaño real, y poder circular por dentro como si estuviéramos en un lugar verdadero. El mismo potencial tienen las aplicaciones de realidad aumentada para las inmobiliarias, como la venta de propiedades de lujo a clientes que vivan en ciudades distintas a las del inmueble.
Lo que distinguiría a estos formatos de la realidad virtual (RV) es que en la realidad virtual, la inmersión es total, el paisaje es por completo ficticio. En AR, en cambio, el anclaje con lo real tiene que existir, y tiene que ser así por un motivo: para imaginar qué tal quedarían objetos aún no adquiridos en un espacio real, ver qué tal te queda una prenda que aún no compraste, o pensar cómo sería un lugar que estás visitando en el pasado.
Las posibilidades son muchas y la imaginación de los realizadores seguramente se está topando con limitaciones técnicas, por tratarse de una tecnología relativamente nueva. Según un estudio de la firma IDC, las primeras experiencias de RA de los usuarios vienen de la mano de teléfonos o de software en vez de a través de gafas dedicadas, como las gafas HoloLens de Microsoft.
Pero las apuestas iniciales marcan el rumbo de lo que es posible y deseable, y serán los equipos técnicos los que decidan qué horizontes buscar –más allá de colocar muebles en una sala, medir electrodomésticos o estampar pegatinas en nuestras caras– para que el universo de la realidad aumentada tenga más sentido en el universo de las personas.
Fuente: cnet.com