Lleida 0-4 AtléticoGodín, Torres, Costa y Griezmann dejan decidida la eliminatoria frente al Lleida
Al Atlético se le podrá acusar de cualquier cosa a partir de ahora, y se le acusará, tiempo al tiempo, pero en ningún caso de aburrido. Porque esa figura no existe con Costa sobre el césped. Podrá jugar su equipo bonito o feo, que ya se encarga él de entretenernos. Ni cinco minutos llevaba en el partido y la primera que tuvo la envió a la jaula. Es a lo que se dedica y es para lo que se le ha traído. Algún cachondo apunta que ya lleva más goles que Vietto. El caso es que Juanfran la puso desde la derecha y Diego la desvió lo suficiente para marcar… en lo que Trilles le pisaba de forma alevosa.
Como no hay alegría completa, y menos en el caso del Atlético, después de festejarlo, bueno es él para eso, Costa exhibió cojera y evidentes gestos de dolor. Los minutos que pasó ahí el aficionado rojiblanco no se los desee usted ni a su peor enemigo. Hay de hecho quien sigue sin fiarse, que el partido lo completó, sí, pero el muchacho es capaz de haberlo hecho roto. Pero que muy capaz. En realidad es capaz de casi cualquier cosa. Aún tuvo tiempo para un amago de tangana con Satrústegui. Ha vuelto. Definitivamente ha vuelto.
Así fue la primera bronca de Diego Costa en su vuelta al fútbol español
Simeone, por cierto, lo incluyó en un doble cambio con Griezmann -antes había aparecido Vitolo-, dejando claro desde ya quién debe ser su principal aliado en la tarea de desbrozar defensas. Lo primero que hizo el francés fue tragarse un caño de Musa, donde las dan las toman, pero después se dedicó a buscar única y exclusivamente a Costa, hasta el punto de ganarse el tímido reproche de Gameiro. A última hora, eso sí, el 7 tiró una falta que le habían hecho a su compatriota y que se desvió en la barrera hacia la red. Era el cuarto del Atlético. Era el último. Demasiado castigo para el Lleida.
Porque tanto da el año y tanto da el que esté enfrente. En 2018 y con un Segunda B enfrente, el arranque fue más de lo mismo: el juego, del rival; el gol, rojiblanco. Apareció la escuadra azul descarada desde el inicio, y en este caso la figura debe aplicarse de modo literal, porque el saque de centro ya sirvió para plantarse en el área visitante tocando. Iba a dibujar el Lleida media hora notable, agresivo en defensa, picante en ataque, pero resulta que con Oblak en Madrid Simeone sigue teniendo portero: Moyá deshizo las de Iván Agudo, especialmente un duelo directo tras contra conducida por Manu Molina… e iniciada en saque de esquina favorable al equipo rojiblanco.
No conviene detenerse demasiado en esa pifia visitante a balón parado, porque la primera falta que se puso en el área ya estuvo a punto de convertirse en diana de Godín y la segunda falta que se puso en el área se convirtió en gol de Godín. La templó Carrasco y la remató el uruguayo, aprovechando que la defensa adelantada local se había dejado un efectivo por el camino. Después de que remara el Lleida, llegaba a la orilla el Atlético. En honor a la verdad conviene añadir que los jugadores del cuadro ilerdense no tenían problema alguno para rascar, lo que se tradujo en esas infracciones de las que sacó partido su rival.
¡Diego Costa marca y casi se lesiona a los cinco minutos de debutar!
Golpeado por el contratiempo unos minutos, el Lleida aún lamentó el segundo tanto. Precioso, por cierto, aunque afeado por la que se antoja como posición antirreglamentaria de Torres en el remate. Hasta que la pelota llegó al Niño, eso sí, había pasado por Juanfran, Saúl, Carrasco y Gameiro. De no dar dos pases seguidos, a recorrerse el campo de forma limpia: lo que supone un gol.
Con la eliminatoria encarrillada, demasiado castigo aunque no sea el Lleida de los que se rinde, la Real da fe de ello, las miradas en el segundo acto se dirigieron obligatoriamente hacia el banquillo rojiblanco. Hasta que apareció Costa. El deseado. El renacido. Su regreso lleva firma de gol… y de tacos clavados en la rodilla.
