El periodista Kadaria Ahmed cuenta en este artículo cómo se está gestando la crisisque está sacudiendo el estado de Zamfara, en Nigeria.
Cuando crecía hace 50 años en el estado de Zamfara, en el noroeste de Nigeria, nunca habría podido imaginar su futuro de pobreza absoluta y violencia creciente.
La capital del estado, Gusau, solía ser una ciudad próspera.
La compañía británica John Holt tenía una fábrica de curtidos que compraba pieles y las trataba antes de enviarlas a Europa. El gigante del azúcar Tate y Lyle también estaba presente en la ciudad.
Y había una fábrica textil, un molino de aceite y una planta donde se procesaba el algodón para la exportación.
De niños, nuestro lugar favorito en Gusau era la fábrica de dulces, propiedad de una familia libanesa que, en realidad, eran locales de pies a cabeza. Allí podíamos satisfacer nuestra necesidad de golosinas por muy poco dinero.
Pasado próspero
Una línea de ferrocarril facilitaba el movimiento de mercancías a lo largo y ancho del país y fuera de él y traía personas a la ciudad, que llegaban atraídas por las industrias de la región.
En Gusau había grupos considerables de población étnicamente Yoruba, procedente del suroeste de Nigeria, Igbos, oriundos del sudeste, y comunidades prósperas de libaneses e indios.
Este ambiente cosmopolita fue una de las razones que impulsaron las aspiraciones de la región para convertirse en estado, una categoría que adquirió en 1996.
Los padres tenían entonces la posibilidad de elegir para la educación de sus hijos entre escuelas públicas respetables y otras gestionadas por misioneros.
La seguridad de contar con riquezas incalculables en la forma de enormes depósitos subterráneos de oro garantizaba un futuro próspero para el estado.
O eso pensábamos.
El mal gobierno
Nunca tuvimos en cuenta los efectos del mal gobierno.
El impacto de este factor fue enorme en los estados del norte de Nigeria, que sufrieron un colapso económico que aceleró el empobrecimiento de la población, cuyo futuro dependía en gran medida de que el país tuviera un liderazgo decente y con visión de futuro.
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Esto se hizo evidente en el fracaso a la hora de desarrollar las grandes extensiones de tierra cultivable, una población plural y unos recursos minerales sin explotar.
Y los intentos por reducir el impacto del cambio climático fueron escasos.
En lugar de utilizar los recursos para educar y ayudar a la población, la clase política del norte se dedicó simplemente a enriquecerse ella misma.
Pobreza y ultraconservadurismo
De acuerdo con el índice de desarrollo humano de la Universidad de Oxford, publicado recientemente, la tasa de pobreza en el estado llega al 92%.
Al tiempo que la economía se deterioró, el ultraconservadurismo y la intolerancia aumentaron. En 2000, el entonces gobernador del estado de Zamfara, Ahmad Yerima, introdujo la sharia o ley islámica, una medida que dañó gravemente la naturaleza multicultural del estado.