En los últimos cinco años, Ekapol Chanthawong ha pasado gran parte de su tiempo en Wat Phra That Doi Wao, un templo budista tailandés en la frontera con Myanmar.
El entrenador de fútbol que estuvo atrapado con 12 de sus pupilos en una cueva al norte de Tailandia durante 18 días, acostumbraba a levantarse bien temprano para cuidar de su abuela, que residía en la ciudad birmana de Tachileik.
Luego cruzaba la frontera para acudir al templo donde ayudaba a limpiar y organizar ceremonias budistas. A las cuatro de la tarde iba a entrenar, una vez que ya no había ceremonias ni cosas que hacer en el templo.
Prakhruprayutchetiyanukan, el abad en funciones del centro budista, lo describió como una «persona amable y amigable, que rara vez se quejaba, en absoluto era obstinado y que ni bebe ni fuma».
De monje a entrenador
Nopparat Kantawong, el entrenador jefe de los Jabalíes Salvajes, conocía a la familia de Chanthawong desde que era apenas un niño. Perdieron contacto cuando éste fue ordenado monje.
Pero hace cinco años se encontraron de nuevo.
«Ya había dejado de ser monje para entonces. Yo no me acordaba de él porque habíamos perdido el contacto hace tiempo. Fue él quien se acercó y se presentó mientras entrenaba con los chicos», relata Nopparat.
«Le encanta hacer ejercicio y ama a los niños. También le gusta el voluntariado y siempre mostró interés en ser entrenador asistente. Fue él quien sugirió que hiciéramos ejercicios con niños en su tiempo libre para mantenerlos alejados de las drogas y otros problemas».
De villano a héroe
El pasado 23 de junio, Chanthawong y otros 12 miembros del equipo Jabalíes Salvajes de entre 11 y 16 años, agarraron sus bicis para ir a explorar la cueva Tham Luang, en la localidad tailandesa de Mae Sai.
Cuando se conoció que los adolescentes estaban desaparecidos, la primera reacción de todo el mundo fue de enojo: ¿por qué el entrenador los había llevado ahí si era tan peligroso?
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Pero en cuanto los primeros buzos encontraron a los chicos, más de una semana después de estar desaparecidos, la percepción sobre el técnico cambió.
Los videos en los que se podían ver a los niños en buen estado de salud hizo a muchos preguntarse cómo habían podido sobrevivir y cuál fue el papel del otrora vilipendiado entrenador.
La meditación: clave
El abad Prakhruprayutcheyyanukan cree quesati (la atención plena o mindfulness) y samadhi (un estado de conciencia meditativa) fueron clave para la supervivencia del grupo.
Chanthawong había sido ordenado monje novicio y llegó a completar el nivel más alto de estudios Pali: el lenguaje sagrado de muchos textos religiosos del hinduismo y de la doctrina budista denominada Theravada.
«En el monasterio, aprendió los fundamentos de la atención plena. Aquellos que no han sido entrenados estarían desesperados, llorando mientras esperan por ayuda».
«Pero cuanto más lloran», agrega, «más se agota su energía. Puede ser que Chanthawong llorase en silencio, para que nadie lo oyera, pero la necesidad de proteger a los 12 chicos que tenía a cargo lo mantuvo en pie.
Los Navy Seals tailandeses que participaron en la operación de rescate, también apuntan a la meditación como una posible explicación para su supervivencia.
El comandante Apakorn Yookongkaew dijo que podría haber ayudado a calmar a los niños, reduciendo el uso de oxígeno. La meditación es clave para controlar la respiración y reducir el estrés y la ansiedad.
Es una técnica ampliamente utilizada en el buceo, que puede ayudar a ahorrar oxígeno en viajes largos y difíciles bajo el agua.
Recuperándose
El entrenador, al igual que los 12 adolescentes, se recupera ahora en el hospital de las posibles consecuencias y efectos para su salud que haya podido tener permanecer tanto tiempo bajo tierra y en un entorno tan húmedo y oscuro.
Los padres aseguran que lo han perdonado, pero el director deportivo de los Jabalíes Salvajes crees que quizás se le pida que vuelva a pasar un tiempo en el monasterio, algo habitual entre los tailandeses para cumplir penitencia o purificarse espiritualmente.