Andrés Manuel López Obrador, quien este sábado se convertirá en el primer mandatario de izquierda de México desde que inició la alternancia democrática en 2000, busca desmarcarse de la clase política que ha gobernado México durante casi un siglo.
Creció como católico en Villa Tepetitán, municipio de Macuspana, Tabasco, en un familia de clase media. Sus padres tenían una tienda de abarrotes que él atendía por las tardes. Ahora se declara cristiano.
El hombre de personalidad afable y hablar pausado, en su tercer y logrado intento de alcanzar la presidencia ha dicho que revisará la reforma petrolera aprobada por el saliente Enrique Peña Nieto que abrió el sector al capital privado.
Además, informó que bajará su salario de poco más de 13.000 dólares mensuales que ganaba Peña Nieto a 5.000 dólares y que el proyecto para la nación 2018-2024 incluye reducir los salarios de funcionarios públicos en un 50%, asegura que no aumentará impuestos ni deuda pública.
López Obrador llama a su movimiento «la cuarta transformación de México», y se compara con héroes de la historia nacional como Benito Juárez (1806-1876), figura clave en la construcción de la República en el siglo XIX.
«Lamentablemente nunca ha sido claro», dijo Fernando Dworak, analista político. «Ha centrado cualquier solución en torno a su figura y a su capacidad personal para resolver asuntos», añadió a la AFP.
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