Darnos un momento para degustar nuestras comidas en el día parece insignificante, pero en realidad juega un papel muy importante para el proceso de la digestión.
La página web Cuerpomente en la sección de salud indica que prestar atención a lo que comemos tiene múltiples beneficios para la salud, ya que la digestión de los alimentos empieza en nuestra boca, donde segregamos ptialina, una enzima de la familia de las amilasas que se encuentra en nuestra saliva, encargada de empezar a deshacer los azúcares, que cuanto más deshechos llegan los alimentos a nuestros intestinos, hay más capacidad de absorción de sus nutrientes, así lo expresa dicho artículo.
La especialista Carla Zaplana señala que en sus estudios en la clínica de la Dr. Anne Wigmore en Puerto Rico, aprendió que el sistema digestivo solo es capaz de absorber aquello que entra en contacto con la superficie de las paredes intestinales, así que cuanto más pequeñas son las partículas de la comida que se ingiere, más fácilmente se digerirán (romperán en moléculas más pequeñas) y más nutrientes se van a absorber.
Para ser más específicos, en teoría, deberíamos masticar la comida entre unas 25-40 veces antes de tragar. Recordando que cuanto más facilitemos el proceso de digestión, mejores digestiones tendremos. También expresa que en momentos de estrés y ansiedad, tragamos la comida sin apenas triturarla con los dientes, esto estresa aún más a nuestro sistema digestivo, empeora nuestro estado de salud y bajan nuestros niveles de energía.
Según la experiencia durante los estudios de la especialista en Puerto Rico, donde como ejercicio de consciencia: “se masticaba una cucharada de batido verde (durante un minuto y medio)”, indica que te das cuenta de que no necesitas tanta comida para alimentarte y sentirte lleno. Continúa explicando que con cada mordisco aprecias todos los sabores de la mezcla, identificas cada uno de sus ingredientes y con medio bol te sientes más que lleno y nutrido.
A modo de explicación teórica, cuando se está comiendo y el cuerpo ya ha recibido la energía suficiente, el tejido adiposo/graso segrega la hormona leptina, conocida como hormona reguladora del hambre. Ésta, al llegar a sus receptores del hipotálamo, hace que experimentemos saciedad. Es entonces cuando nos sentimos llenos y paramos de comer. Este proceso toma su tiempo, hasta unos 10 minutos, así que si no dejamos espacio para masticar y tragamos directamente… ¡cuánta comida podemos ingerir en 10 minutos!, lo que significa que muchas personas que padecen de obesidad tienen el circulo de la leptina alterado y su organismo es resistente a ella, por lo tanto, nunca se sienten saciados.
Recomendaciones para hacer que nuestras digestiones sean mucho más fáciles, ligeras y para que no nos roben energía:
1. Mastica, mastica y no dejes de masticar: Debemos masticar incluso las bebidas, zumos y batidos. Todo debe mezclarse bien con la saliva para facilitar la digestión de los azúcares.
2. Prepara el cuerpo para comer: Relájate y toma consciencia de que vas a nutrir el cuerpo. Respira, pon las manos en tu estómago, visualiza y prepáralo para recibir la comida. Huele la comida antes del primer bocado y así empezarás a despertar tus glándulas salivares y enzimas digestivos. Sé agradecido por la comida que tienes en el plato.
3. Come en un espacio con harmonía y tranquilidad: Los restaurantes de comida rápida serían el contrario de esta recomendación. Un ambiente con demasiado movimiento y ruido no favorece para nada la digestión. Si la energía del sitio es estresante, tu comida también habrá sido preparada bajo la misma circunstancia. Lo mismo pasa si te sientes con ansiedad o estás enfadado, tu cuerpo no asimilará bien los nutrientes y te sentirás hinchado.
Para culminar este artículo, Cuerpomente te aconseja a darte tu tiempo en cada comida, recordando que debería ser un momento sagrado para tu organismo, quedaras satisfecho y crearas un buen hábito para tu cuerpo y mente.
Redacción E/A
