Un asilo para ancianos en Brasilia se convirtió en referencia del país, gracias a un novedoso sistema que permite que los residentes puedan abrazar a sus familiares a través de un plástico, y romper así con el obligatorio distanciamiento contra la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19).
Bautizado como «Cortina del Abrazo», el invento se encuentra en el asilo Casa Clara de Brasilia.
«Cuando se permitió que las familias entraran al recinto, creamos la Cortina del Abrazo para poder sentir el toque de la familia. Vimos en la televisión y en internet que se podía usar un plástico que hiciera de membrana separadora, pero que permitiera sentir el abrazo entre las personas», dijo a Xinhua la directora de la Casa Clara, Marcilene Bertoldo.
«Es una cortina hecha con un material plástico impermeable. Necesita un gran cuidado, la desinfectamos después de cada visita. Hay cuatro horarios durante el día distribuidos para que un familiar haga una visita, es todo muy organizado. El familiar viene a la hora marcada, un máximo de dos a la vez. Hay cuatro fondos, en los que se colocan los cuatro brazos de las dos personas y atraviesan el plástico», explicó Bertoldo.
«Claro que con la cortina del abrazo no sientes la piel del familiar, pero sí la intensidad del abrazo, aquel abrazo fuerte, que extrañábamos. La pandemia nos enseñó cuánto nos necesitamos uno del otro, cuanto necesitamos estar cerca, porque la tecnología no sustituye la mano ni el abrazo», indicó.
En Casa Clara residen 19 ancianos, quienes tuvieron todo tipo de cuidados durante la pandemia para evitar que el virus llegase al centro.
«El primer caso lo tuvimos en noviembre, de un anciano que fue al hospital, y creemos que se infectó allá. Luego lo pasó a algunos de nuestros empleados, que lo transmitieron a algunos otros ancianos», dijo la directora.
Desde entonces, la COVID-19 dejó tres muertes en la residencia e infectó al 50 por ciento de sus residentes; sin embargo, la esperanza ahora es la llegada de la vacuna contra el virus al país.
«La vacuna traerá seguridad, pero no dejaremos de tener los cuidados que tenemos», comentó Bertoldo.
Para aislar a los infectados, el centro quedó dividido en dos: una parte para los que dieron positivo y otra para los que están sanos, sin que se produzca ningún tipo de contacto entre ellos.
Con la llegada de la COVID-19 al país, «intentamos dejar la nueva situación lo menos impactante posible para los ancianos. Lo que hicimos fue intentar crear una rutina interna que no cambiara su cronograma anual, por ejemplo, mantuvimos el Día de la Madre y del Padre, claro que de forma distinta. Hicimos una tienda distante, la decoramos para que los hijos vinieran y quedasen al otro lado, pero pudiendo ver a su madre o padre de lejos», comentó la directora del asilo.
«Todo ello para no dar espacio a la depresión, a la soledad, a la angustia. Reforzamos los juegos, los rompecabezas, pinturas; tuvimos el momento más difícil cuando el virus entró casi 10 meses después, cerca de Navidad, aislamos a los positivos, pero les montamos varias cosas», como árboles de Navidad, fotos suyas y un tocadiscos para escuchar música, destacó.
Según la directora, «vivimos ahora el desafío de la pandemia, y es la primera vez que vivimos un desafío así. Nos hemos tenido que reinventar, mejorar mucho» en todos los aspectos, agregó.
Xinhua