Jesús Malavé, una leyenda del atletismo venezolano, manifestó su agradecimiento a la Fundación Glorias Deportivas de Venezuela por el apoyo que le está brindando en estos momentos.
Malavé se inició en el atletismo en la pista Gisela Vidal del estadio Polideportivo Heres, de Ciudad Bolívar, bajo las órdenes del entrenador Ángel Robinson Sandoval.
En los años 80 y la primera mitad de los 90, Malavé fue una de las figuras más destacadas del atletismo nacional, al punto de que en un determinado momento ostentó las plusmarcas nacionales en 100 metros planos, 200 metros planos, 400 metros planos, 800 metros planos, 4×100 metros planos y 4×400 metros planos.
Representó a Venezuela en innumerables competencias internacionales y se coronó campeón bolivariano en 200 metros planos.
Malavé padece una enfermedad que afecta sus nervios motores y le crea dificultad para caminar.
Hoy está de vuelta en Ciudad Bolívar tras permanecer en Caracas sometido a un largo tratamiento que le permitió mejorar sus condiciones, con el apoyo del Ministerio del Poder Popular para el Deporte, la Federación Venezolana de Atletismo y la Fundación Glorias Deportivas de Venezuela.
En Ciudad recibió la visita de César Rondón y Robert González, directivos de la fundación para informarle de la ayuda que va a recibir por parte del Ministerio del Poder Popular para el Deporte, del cual depende esta fundación, para garantizarle una mejor calidad de vida.
Malavé explicó que recibirá enseres y artefactos para su vivienda de los cuales no dispone. La casa de Malavé también será refaccionada.
“Estoy agradecido del Ministerio de Deportes y Glorias Deportivas. El anterior ministro, Pedro Infante me prestó toda su ayuda mientras estuve en Caracas y ahora que estoy en Bolívar, el ministro Maldonado me va a dar toda la colaboración para que yo tenga calidad de vida”, indicó.
“Le doy gracias a Dios y a la fundación. Le digo a todos los exatletas que tenemos una fundación real ante la cual podemos plantear sus situaciones y esperar, porque esa fundación cumple”, agregó. Especial/Eduardo Osto Ojeda