Aunque ahora cuenta con 37 años de carrera y más de 60 películas y 10 series de televisión en su haber, todo en la vida de Salma Hayek no ha sido color de rosas. La actriz no olvida el racismo que sufrió gracias a varios ejecutivos de la industria del cine por haber nacido en México y no en Estados Unidos.
En entrevista para El País con motivo del estreno en Londres de La casa Gucci —un filme de Ridley Scott que recrea el asesinato de Maurizio Gucci por encargo de su exmujer Patrizia Reggiani, del cual ella forma parte del elenco— Hayek habló del racismo con el que ha tenido que lidiar durante su carrera.
Cuando le preguntaron si todo en su vida hubiese sido más fácil de no haber nacido en México, la actriz respondió: «Segurísimo. Me lo llegaron a decir altos ejecutivos. Es un poco insultante cuando te dicen: ‘Si no hubieras nacido del otro lado de la frontera habrías sido la estrella más grande de este país’. Pero mi nombre no es latino, también soy libanesa. Árabe y mexicana es una combinación que para Estados Unidos… Pero aquí estamos», aseguró.
La actriz reconoce que todo el éxito y los grandes papeles que ha estado haciendo en los últimos tiempos son gracias a lo que tuvo que atravesar para llegar a donde está hoy.
«Sí, pero gracias a todo el trabajo que hice y todo lo que sufrí. Al principio era imposible para los actores hispanos hacerse hueco en Hollywood. Ahorita ese mundo ha cambiado, es más abierto. Y tengo la recompensa por las penas que pasé. Nunca me di por vencida», insistió.
Hayek, quien está casada con el francés François-Henri Pinault, director ejecutivo del grupo Kering que controla marcas como Alexander McQueen, Yves Saint Laurent y Gucci, tuvo que ganar peso corporal para hacer el personaje de Pina Auriemma, una vidente que llega a ser la mano derecha de Reggiani.
«Ha sido dificilísimo, no lo volvería a hacer. Con todo lo que me ha costado bajar los kilos, que todavía no los he perdido todos, me quedé pensando: ‘Bueno y, ¿por qué no hice como Jared Leto y me puse cachetes y una nariz?’. Disfruté mucho comiendo pastita mientras los ganaba, pero, ¡qué difícil es quitártelos después de los 50!», dijo.
«Con la edad tengo menos presión de estar perfecta. Porque dices: ‘Confórmense, ya estoy en mis 50’. Lo que sí es cierto es que hay que trabajar más para estar imperfecta. Pero como verás tampoco me mato, soy bastante relajada», añadió.
Según dijo en la entrevista, aunque físicamente la Salma de hace veinte años ha cambiado mucho respecto a la de hoy, en un punto esencial siguen siendo la misma.
«Le cambió el pelo y ahora tiene arrugas, pero también mucha más información. El alma es la misma. Para mí solo consigues el éxito cuando llegas a cierto estatus en tu carrera, pero al mismo tiempo sigues siendo tú. Si dejas de ser tú, no es éxito», indicó.
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