La nueva variante de la covid-19, conocida como ómicron, lleva más de un mes siendo tema de conversación entre la opinión pública y los expertos sanitarios, debido a que ha sido considerada por la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) como “preocupante”.
Su alto número de mutaciones en la proteína Spike la han convertido en una de las variaciones más contagiosas del nuevo coronavirus, situación que, por supuesto, ha llamado la atención de la mayoría de los gobiernos en el mundo.
“Ómicron se está extendiendo a un ritmo que no hemos visto con ninguna variante anterior”, indicó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. De hecho, en poco más de cuatro semanas desde que se detectó el primer caso en Sudáfrica (el 9 de noviembre) ya son 77 los países que han registrado tener al menos un paciente cuyo contagio se dio por la variante ómicron.
“La gente está considerando que la variante ómicron está asociada a casos menos graves, pero ya hemos aprendido antes que subestimar este virus es peligroso”, afirmó Ghebreyesus, recordando que “incluso si ómicron causa menos casos graves, un fuerte aumento de los contagios puede nuevamente colapsar sistemas sanitarios no suficientemente preparados”.
Sin embargo, cuando el mundo apenas está intentando asimilar lo ocurrido (y lo que podrá ocurrir) con ómicron, un grupo de investigadores aseguró que hay una variante alterna que, aunque es del mismo linaje de ómicron, no es exactamente esta variación.
De acuerdo con lo explicado por el Instituto de Genética del University College de Londres, en Reino Unido, a The Guardian, la diferencia entre ambas variaciones tiene que ver con su genoma, especialmente con una mutación particular en el llamado gen S. Este detalle es muy importante para los expertos, pues, según explican, es la razón para considerar a la cepa BA.2 (como se ha denominado la nueva variante) como una de las más sigilosas que se han presentado.
Al no contar con la mutación citada, es mucho más complicado que las pruebas PCR puedan detectar exitosamente el virus en el cuerpo del paciente que lo posee. De esta forma, en pocas palabras se puede establecer que entre menos detectable es la variante, más peligro de contagio representa,aun cuando una persona infectada haya cumplido con su deber de practicarse la respectiva prueba para la detección del SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad por covid-19.
“De manera informal, algunos investigadores están llamando a la nueva variante ‘ómicron sigiloso’ porque carece de la eliminación que permite que las pruebas de PCR lo detecten”, agregó The Guardian.
Incluso con todo esto, los científicos a cargo del descubrimiento aseguraron que aún “no hay nada que temer”, teniendo en cuenta que por el momento son muy escasos los estudios para poder determinar si esta variación representa o no un verdadero problema a las vacunas existentes hoy en día.
Por el momento, la mayoría de los países en el mundo siguen pendientes de ómicron y de conocer si es necesario alertarse como lo han hecho con otras variaciones, o si, por el contrario, podría convertirse en la variante que daría fin a la pandemia.
Cabe recordar que en caso de que ómicron sea menos peligrosa que delta (actual variante dominante en el mundo) significaría que las vacunas serían eficaces contra esta.Así, en caso de ser más contagiosa, solo sería necesario que la mayoría de las personas la adquieran para así “acostumbrarse” a vivir con el virus sin necesidad de que represente un peligro de muerte.
No obstante, ambos escenarios (el trágico y el esperanzador) son aún hipótesis que los científicos tratan de descifrar para dar un veredicto definitivo frente a esta variante.