Nunca había pasado algo así en la Academia de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas. Algunos recibieron la noticia con aplausos, muchos no tardaron en manifestar su descontento, pero Coda, el remake estadounidense de la cinta francesa La familia Bélier (2014), hizo historia en la edición 94 de los Premios Oscar el pasado 27 de marzo al triunfar en la categoría de Mejor Película. Dirigida por Sian Heder, Coda, siglas que significan “hijo de padres sordos” (por sus siglas en inglés), se hizo con la estatuilla por encima de El poder del perro, una de las grandes favoritas de la noche. Troy Kotsur, uno de sus actores, dejó su nombre escrito en la historia del cine al convertirse en la primera persona sorda en recibir el Oscar como Mejor Actor de Reparto.
Ambos premios le dieron un alcance global al mensaje de la cinta sobre las dificultades que enfrentan las personas sordas y resaltó la importancia de visibilizar los derechos de esta comunidad que representa a una minoría lingüística. La cinta narra la historia de Ruby, una joven adolescente, quien es el único miembro con audición en una familia de sordos. Cada mañana, antes e ir a clases, trabaja con sus padres y su hermano tratando de mantener a flote su negocio como pescadores. En el coro del instituto, Ruby descubre su pasión por la música.
Más allá de los debates sobre si merecía o no ganar como Mejor Película, Coda puso sobre la mesa la realidad de las personas sordas en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que más de 5% de la población (430 millones de personas) padece una pérdida de audición discapacitante. En Venezuela, la falta de cifras y registros se suma a la realidad invisibilizada de esta comunidad. Según el último censo nacional, realizado en 2011 por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en el país vivían aproximadamente 108.000 personas sordas. La cifra representa 0,4% de la población total y puede variar si se considera el éxodo de venezolanos por la crisis del país.
La falta de datos actualizados es parte del problema, comenta Juan Ángel De Gouveia, presidente de la Confederación de Sordos de Venezuela (Consorven), conformada actualmente por más de 5 mil personas sordas. “Como organización nos encargamos de promover, informar y formar acerca de los derechos humanos y la garantía de la accesibilidad de la lengua de señas. Nuestro marco legal está en perfecto orden. Sin embargo, al momento de ejecutarlo y generar buenas prácticas, conseguimos debilidades donde se violentan mucho los derechos de las personas con discapacidad”, asegura.
A su juicio, Coda es una buena representación de cómo es la vida de una persona sorda y, sobre todo, cómo se genera ese doble rol de oyente e intérprete cuando los hijos nacen sin esa discapacidad. “Esta película logró derrumbar las barreras comunicativas y demostrar al resto del mundo nuestra realidad. Además, se destaca el doble rol que ejerce la actriz Emilia Jones como Ruby Rossi, hija de padres sordos”, comenta De Gouveia.
La película hace una representación coherente y completa de lo que es interactuar con una persona sordo, afirma Dulayne Duarte, audióloga y profesora del Instituto Venezolano de Audición y Lenguaje (Ival). La experta, que cuenta con 16 años de experiencia, explica que las personas sordas solo pueden entender ciertas partes del lenguaje. “Hay un metalenguaje que se desarrolla en una comunicación fluida que los sordos no pueden adquirir independientemente de que existan señas para cada una de las palabras. Este metalenguaje se aprende a través de la socialización”, explica.
Y ejemplifica: “Hay una escena en la película donde los padres se molestan con la hija porque no entienden cómo a ella le puede apasionar cantar. Ellos no pueden comprender esa parte, primero porque no pueden escuchar y segundo porque no entienden la capacidad de su hija para poder sentirse guiada por una pasión. Esas son cosas que van de la mano con un metalenguaje que se adquiere a través de la socialización”.
Como personas que tienen dificultades para comunicarse, la discapacidad auditiva trae como consecuencia una dificultad para adaptarse. En Venezuela, además, no se está del todo avanzado en cuanto a la inclusión de las personas sordas en la sociedad.
Superar la barrera comunicativa
Una de las principales dificultades que tiene una persona sorda en Venezuela es la barrera comunicativa, coinciden Duarte y De Gouveia. La dificultad para expresarse puede llevar a situaciones en las que los sordos terminan excluidos, tal como se evidencia en Coda en la escena donde los padres de Ruby son multados por ir a pescar sin una persona con capacidad auditiva a bordo.
La Ley para Personas con Discapacidad (LPD) señala en su artículo 72 que las empresas deben presentar, de manera semestral, los registros de los trabajadores con discapacidad al Consejo Nacional de Personas con Discapacidad (Conapdi); al Servicio Nacional de Empleo (SNE) y al Instituto Nacional de Estadística (INE). El registro debe contener la identificación de cada trabajador especificando el tipo de discapacidad y la actividad que desempeña. Asimismo, se debe destinar el 5% del presupuesto de la institución para recursos que garanticen la admisión de las personas con discapacidad. Sin embargo, la realidad se aleja de lo estipulado en el marco legal.
“Ni siquiera el Estado cumple con ese porcentaje. Es una dificultad muy grande, una barrera que no solo tiene que ver con la comunicación sino también con la actitud de la institución a la que se enfrentan las personas sordas al momento de ingresar al ámbito laboral”, señala De Gouveia.
Aunque Duarte cree que lo más difícil de superar es la barrera comunicativa por ese metalenguaje que no se puede aprender ni con la lengua de señas, difiere en cuanto a las oportunidades que tienen las personas sordas en el país. “Hay muchas oportunidades hoy en día. Las personas con discapacidad auditiva son las que tienen más opciones con respecto a otro tipo de discapacidad porque son personas que únicamente tienen fallas a nivel de comunicación. Así que en cuanto oportunidades hay bastantes, en cualquier puesto de trabajo, empresa o negocio se le puede dar entrada si se supera la barrera comunicativa”, opina.
Y añade: “Anteriormente sí había una exclusión laboral, no se tomaba en cuenta a la persona discapacitada y ellos debían defenderse como pudieran. Hoy en día la inclusión es mayor, las personas que no consiguen trabajo supuestamente por una pérdida auditiva, es una excusa. El sordo que venga a decir en 2022 que no trabaja porque es sordo da una excusa”.
¿Y la educación?
La clave está en superar esa barrera comunicativa. Para ello, apunta De Gouveia, quien por el contrario afirma que no hay tantas oportunidades, las personas sordas en Venezuela se deben enfrentar con otro gran reto: la educación. Desde Consorven, el presidente apunta a la necesidad de una educación con enfoque bilingüe bicultural que permita adquirir la lengua de señas como la lengua escrita del español. “De esta forma, podemos desarrollarnos integralmente e ir rompiendo esas barreras comunicativas. Nosotros como personas sordas tenemos múltiples capacidades y talentos que, al momento de toparnos con esa barrera de comunicación, se pierden al igual que las oportunidades”, asevera.
En Consorven buscan garantizar la igualdad para las personas sordas en Venezuela y la sensibilidad hacia ellas desde un enfoque transversal inclusivo. “Es un tema que va vinculado con la educación, la cual, lamentablemente, no es una fortaleza en Venezuela. Hay una investigación que arrojó que 91% de las personas sordas sabe identificar al menos 4 palabras en un texto escrito. Esa es una de las grandes debilidades que nosotros hemos identificado. Creo que la educación es la base principal para que las personas sordas puedan ser independientes. De hecho, la Convención Internacional de Personas con Discapacidad, en su artículo 19, señala lo relacionado con la vida independiente y es vital para nosotros”, afirma.
Lo relacionado con la sensibilidad y el desarrollo de las personas sordas es un reto para el Estado venezolano, que no garantiza el cumplimiento de los requisitos establecidos en el marco jurídico sobre las personas sordas en Venezuela. “Así que no es solo un reto para la comunidad sorda sino también para el Estado y la sociedad civil venezolana”, concluye De Gouveia.
Las oportunidades para una vida independiente existen y están garantizadas por la ley. Sin embargo, no todas las personas sordas en Venezuela cuentan con los recursos para poder superar la barrera comunicativa y educacional.
La lengua de señas
El presidente de Consorven y la audióloga de Ival afirman que es sencillo aprender lengua de señas. Ambos destacan como positivo que se enseñe en los colegios como una materia más, al igual que el inglés. Sin embargo, Venezuela todavía está lejos de considerar incluir la lengua de señas en sus instituciones educativas, así como también carece de lugares en los que se enseñe para las personas sordas.
Son pocos los institutos para aprender la lengua de señas en Venezuela. La Asociación de Sordos en Caracas, la Fundación Vanessa Peretti y el Instituto Venezolano de Audición y Lenguaje (Ival) son algunos de ellos. En pro de mejorar y facilitar la enseñanza de esta lengua, que es la lengua materna de los sordos, desde Consorven, junto con la Fundación Vanessa Peretti, se lanzará el primer diccionario de lengua de señas escolar para niños sordos.
“La idea es que la lengua de señas se contemple como el inglés: un idioma más. Queremos que nuestra sociedad pueda contar con los espacios necesarios con la metodología para aprender este idioma”, comenta Gouveia.
La lengua de señas es uno de los pocos puentes comunicativos que permiten comprender lo que la persona sorda trata de decir. Tras más de 10 años de experiencia como audióloga, Duarte afirma que el objetivo de la lengua de señas es que la persona con dificultades auditivas pueda aprender el lenguaje.
“Si empezamos a enseñarles la lengua de señas a esas personas lo que haremos será excluirlos porque no todo el mundo puede dominarla. En cambio, si le enseñamos a oralizar puede tener una mejor relación social y una mejor comunicación. Cada instituto que trabaja con personas con discapacidad auditiva sabe que se debe disminuir la lengua de señas. Se puede utilizar como una herramienta para la compresión de la persona, pero no para desarrollarse con él”, afirma Duarte.
A su juicio, la lengua de señas es una herramienta para facilitar la comprensión, no es algo que se utilice para comunicarse diariamente. “Sí debería ser obligatorio aprenderlo en los colegios, para cuando se enfrenten a una persona con discapacidad auditiva puedan entender”, destaca.
La experta explica que existen señas para cada acción como los verbos, señas para cada cosa, cada letra, día de la semana, para los sujetos. La persona aprenderá a su ritmo, dependiendo del tiempo que le tomé conocer todas las señas.
“Hay señas que significan una acción completa y señas que significan una cosa. Por ejemplo, hay una seña para cama, pero hay otra seña completamente diferente para decir ‘me voy a la cama’. Los sordos tienen su propia lengua y para aprenderla en su totalidad deberás estar inmerso en ella todo el tiempo. Toma tiempo comprender el significado de esas señas. De hecho, hay muy pocas diferencias entre las señas que usarías para cosas cotidianas y groserías, por lo que puede haber confusiones. Sacar a una persona sorda de la confusión es muy difícil porque no entienden el sarcasmo”, explica.
Avances tecnológicos
La OMS señaló que para 2050 uno de cuatro adultos presentará problemas auditivos. El organismo destacó la importancia de las tecnologías auditivas, como los audífonos y los implantes cocleares. Si estas se acompañan de servicios de apoyo y de una terapia de rehabilitación adecuados, pueden resultar ventajosas tanto para los niños como para los adultos. Aunque este sería el escenario ideal, la OMS también destacó que 78% de los países de ingresos bajos cuentan con menos de un otorrinolaringólogo por cada millón de habitantes; y 93% tiene menos de un audiólogo por cada millón de personas.
Venezuela forma parte de esas estadísticas. Aunque exista la tecnología para prevenir la pérdida de la audición y los aparatos para oralizar a los sordos, es poco probable que estas personas puedan costearlo. Así lo considera De Gouveia: “Estamos en plena crisis humanitaria donde los servicios básicos tienen muchas deficiencias que afectan directamente al acceso de las personas sordas a la tecnología. Aunado a esto, está el tema del sueldo mínimo. Las personas sordas con este sueldo en Venezuela no podrían adquirir este servicio tecnológico”.
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Su visión difiere por completo de la de Duarte, quien como experta que trabaja con prótesis auditivas, sí considera que en Venezuela existe la tecnología. Además, los sordos pueden acceder a ella. “La sociedad cada día se ha vuelto más tolerante con respecto a las discapacidades de los demás. El país no solo cuenta con la tecnología necesaria para incluirlos, sino que ya no existe esa especie de exclusión”, afirma.
Considera que la mayoría de los sordos se está oralizando y llegando a un nivel de escucha porque ya hay herramientas para ello. Explica: “Hay miles de herramientas para desarrollarse como un ser humano con audición normal. Era difícil ser sordo antes cuando no existían este tipo de tecnologías que pudieran ayudarnos a lograr una comunicación efectiva”.
Gracias a estos recursos, Duarte afirma que la comunidad de sordos en Venezuela sí se siente atendida. “Hay bastantes recursos donde ellos pueden acudir para aprender lengua de señas o a oralizar. Hay lugares donde se venden aparatos auditivos, casas de implantes, hay terapias auditivas y verbales. Incluso en el interior del país hay instituciones donde pueden ayudar. Solo tendrían que adquirir los recursos tecnológicos que permitan cubrir la deficiencia auditiva que tienen”, considera.
Un escenario con el que no coincide el presidente de Consorven: “Nosotros nos sentimos excluidos y la realidad así lo evidencia. En nuestro país las minorías se sienten discriminadas, excluidas y rechazadas de la actividad social. Esta es una lucha de años que hay que continuar para garantizar nuestro pleno derecho al igual que el resto de las demás personas”.
Aunque ambos difieran en cuanto a la exclusión hacia las personas sordas en Venezuela, coinciden en la importancia de visibilizar su realidad. Una visibilidad que cobró fuerza cuando Coda se hizo con la estatuilla más preciada del séptimo arte. “Es bueno que Coda tenga una resonancia a nivel mundial para que se entienda la importancia de nuestra comunicación. Se evidencia nuestra visión como minoría lingüística”, concluye De Gouveia.
El Nacional