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lunes, noviembre 25, 2024

Por qué tenemos un color favorito (y casi todos coincidimos en el mismo)

Una pregunta bastante frecuente que se le hace a los más pequeños, es aquella de cuál es su color favorito. No sirve solo como aprendizaje (al fin y al cabo, todos en algún momento de nuestra vida hemos tenido que aprender los colores) sino también para entender un poco más de la psique de la persona en concreto. Nuestro color favorito dice algo de nosotros mismos, como la religión que profesamos (o no hacemos), o la inclinación política que tenemos.

Por ejemplo, se suele establecer que las niñas se visten de rosa y los niños de azul, siendo ambos colores la selección natural de unos u otros. Una construcción social que, sin embargo, hasta antes del Romanticismo era diferente (entonces los niños se vestían de rosa o rojo y las niñas de azul). Las tribus urbanas también tienen su propio color, que indica el estado de su personalidad. Los góticos se visten de negro, igual que el luto en Occidente debe tener el mismo color, los toreros prefieren el rojo y las novias eligen el blanco por aquello de la pureza.

Pero no somos tan diferentes como podríamos imaginar. En 1993, el fabricante de Crayola realizó una encuesta quizá poco científica, pero bastante interesante: pidió a los niños estadounidenses que nombraran su color de lapicero favorito. La mayoría eligió un azul bastante estándar, aunque otros tonos de azul también figuraron en la lista de los diez principales. Siete años después, la firma repitió su experimento. Nuevamente, el azul clásico ocupó el primer lugar.

Según explica la profesora Lauren Labrecque en ‘BBC‘, conforme nos vamos convirtiendo en adultos hay más probabilidad de que el azul vaya convirtiéndose en nuestro color predilecto (aunque en Japón, sorprendentemente, suelen elegir el blanco). Cuando somos niños, solemos relacionar los colores brillantes (como el naranja, el amarillo o el rosa) con emociones positivas en lugar de negativas. Un estudio de 330 niños entre 4 y 11 años descubrió que usaban sus colores favoritos cuando dibujaban un personaje «agradable» y tendían a usar el negro cuando dibujaban un personaje «desagradable».

Se cree comúnmente que a medida que los niños ingresan a la adolescencia, sus elecciones de color adquieren un tono más oscuro y sombrío. Pero la pregunta principal sería: ¿por qué, para empezar, tenemos colores preferidos? Según la teoría de la valencia ecológica (idea propuesta por Karen Scholoss, profesora asistente de psicología en la Universidad de Wisconsin-Madinson), los colores no son neutrales. Los humanos les otorgamos un significado, en su mayoría extraído de nuestras historias subjetivas: las preferencias de color son un resumen de sus experiencias con ese color, y las experiencias diarias regulares en el mundo influyen en ese juicio.

Hay varias experimentos que pretenden perfeccionar esta teoría: en Berkeley se llevó a cabo una prueba con voluntarios a los que, primero, se les mostraban colores. Después se trataban de hacer distintas asociaciones positivas o negativas y se mostraban a unos u otros (por ejemplo, el rojo podía mostrar un corazón de San Valentón o una herida en carne viva). Al volver a hacer la prueba, las elecciones de los voluntarios se habían desplazado hacia cualquier color que se hubiera enfatizado positivamente, mientras que había poca disminución para el tono negativo. Nuestras experiencias con el mundo influyen constantemente en la forma en que lo vemos e interpretamos.

El entorno en el que vivimos también influye en nuestra preferencia de color de otras maneras. Otro estudio que realizó Schloss analizó a estudiantes de la Universidad de California-Berkeley y Stanford, y mostró que los colores universitarios de una universidad influyeron en los tonos que eligieron como favoritos. Cuanto más decía un estudiante que respaldaba y abrazaba los valores y el espíritu de la escuela, más aumentaba esa preferencia. También se ha comprobado que las preferencias de colores en muchas personas están asociadas con la época del año.

Las explicaciones nunca terminarán. En el pasado se propuso, por ejemplo, que las niñas preferían el rosa por una cuestión evolutiva: las mujeres eran las recolectoras en las sociedades de cazadores-recolectores y, según esta teoría, necesitarían una preferencia por los colores asociados con las bayas. A día de hoy, sabiendo que hace menos de un siglo no era así, la cuestión cambia mucho. Pero la idea de la valencia ecológica, que asignamos significados a los colores de los objetos que encontramos en el mundo, es válida incluso entre los más jóvenes.

Entonces, ¿por qué el azul? La mayoría de los humanos se sienten atraídos por la armonía visual, el placer y las sensaciones fáciles evocadas por el azul, a menudo positivo.

El Confidencial

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