La novelista J.K. Rowling y sus editores de la casa Bloomsbury, el 26 de junio de 1997 publicaban el primer libro de la ya célebre serie literaria: “Harry Potter y la piedra filosofal”, por lo que este 2022 cumplirá 25 años desde su lanzamiento.
Para este siglo, el universo mágico de “el niño que sobrevivió” a Voldemort prosperó en varias generaciones que desearon recibir, algún día, la carta de admisión a Hogwarts y poder cursar asignaturas como las de Pociones, Defensa Contra las Artes Oscuras o Encantamientos, con una varita hecha de pluma de fénix como la del protagonista.
A día de hoy, todavía hay niños y adolescentes que crecen con ansias de encontrar esas cartas lacradas y con tinta verde y que se asoman por la tienda Minalima, en Londres, en el céntrico barrio del Soho, para ver ese y otros diseños que idearon Miraphora Mina y Eduardo Lima para las películas.
El manuscrito que fue rechazado continuamente
Hace 25 años, Alice Newton tenía ocho años y fue una de las primeras lectoras que evadió nuestro mundo ordinario, el de los “muggles” según la saga, para sumergirse en la historia de un huérfano con una extraña cicatriz en la frente que tiene que vivir con sus tíos crueles y dormir en la alacena debajo las escaleras.
Al empezar a leer, Alice quedó fascinada con los primeros capítulos que le dejó su padre, Nigel Newton, fundador de la editorial Bloomsbury, y su opinión fue determinante para que el manuscrito no terminará en un enésimo rechazo de publicación.
Y es que antes de Alice, una docena de editoriales habían rechazado a J.K. Rowling, seudónimo de Joanne Rowling, y al manuscrito que había empezado a escribir en una habitación alquilada en el sur de Londres, mientras cargaba con el estigma de madre soltera y sobrevivía gracias a las ayudas sociales, sin saber que acabaría atesorando más de 850 millones de libras (989 millones de euros).
Lejos de la creencia popular de que fue la gótica librería “Lello” de Oporto la cuna de las aventuras de Harry y sus amigos, Ron y Hermione, la misma novelista reveló que, en realidad, fue un piso londinense cerca de la estación de Clapham Junction, en el número 94 de St John’s Road, donde puso “la pluma sobre el papel por primera vez” y colocó “los primeros ladrillos de Hogwarts”.
Con información de EFE