El uso del llamado “dinero plástico” es una añoranza para muchos usuarios del sistema financiero local, pero las estadísticas muestran que el instrumento sí ha venido acumulando cierta recuperación en el tiempo, aunque esté lejos todavía de lo que fueron sus mejores épocas.
Las tarjetas de crédito (TDC) pueden ser consideradas como un símbolo de status, un sistema de clasificación de la calidad del récord crediticio o un mecanismo de apalancamiento destinado a financiar el consumo, en términos más concretos. Pero en el caso del sistema bancario venezolano, son apenas un complemento de lo que otrora fue un poderoso rubro dentro de la cartera comercial.
Preaprobaciones automáticas, tarjetas diseñadas para segmentos y necesidades específicas del mercado, productos ligados a marcas, sectores y cadenas comerciales; además de las categorías Black, Platinum o Signature, entre otras, llegaron a ser parte común del paisaje en la competencia diaria por conseguir la adopción y fidelidad de marca.
Y a pesar de las limitaciones debido a la crisis institucional, política, económica y a las sanciones internacionales que aún pesan sobre aspectos fundamentales de la economía nacional; las principales franquicias de tarjetas de crédito han continuado activas, en lo que podríamos denominar un proceso de “hibernación” a la espera de recuperar su sitial e impulsar la capacidad de consumo de las personas, sus compras planificadas e imprevistos que escapan de los presupuestos familiares.
Muchas veces el venezolano, sobre todo en épocas de elevada inflación, recurrió a sus TDC como un mecanismo para adelantar compras de alimentos y medicinas, o para aumentar el inventario de bienes que pudiesen escasear en los momentos de mayor desabastecimiento.
El panorama actual
En estos momentos, de acuerdo con las cifras de la firma consultora Aristimuño Herrera & Asociados, el rubro de Tarjetas de Crédito ha venido acumulando un crecimiento paulatino, pero a paso lento.
Al finalizar el 2021, la banca destinó un total de 34.184.767 bolívares a TDC, un monto que se ha ido incrementando de forma progresiva hasta casi triplicarse en términos nominales al cierre del mes de junio 2022.
En este primer semestre, alcanzaron a acumular un total de 91.763.057 bolívares, un monto cercano a los 16.7 millones de dólares distribuidos para todo el mercado. Con relación a los últimos 12 meses el incremento, en el financiamiento de las tarjetas de crédito, ha sido superior a 4,5 veces.
Para conseguir una perspectiva, se puede comparar esta cifra con el total de la cartera de crédito del sistema, que supera los 2.825,39 millones de bolívares, apreciándose que apenas el 3,2% del total de financiamientos de los bancos fue destinado a TDC.
Si a su vez, se compara únicamente con la cartera comercial, que alcanza a 2.031,33 millones de dólares, aún resulta ser un bajo porcentaje de apenas 4,5% del total.
En el análisis resalta que la banca del Estado concentra el 54,25% del total financiamiento de tarjetas de crédito mientras que la banca de capital privado registra 45,75% del total.
En cuanto a los bancos más activos en el ámbito de TDC, Venezuela lleva la delantera con 21,47 millones de bolívares (23,39% del mercado), seguido de cerca por Banesco con una cartera de Bs. 20,9 millones (22,78% de cuota de mercado) y el Banco del Tesoro con Bs. 15,97 millones al cierre del mes de junio, alcanzando una participación de 17,40%.
También destacan el Banco Bicentenario, con Tarjetas de Crédito activas por un valor de Bs 11,92 millones, Bancaribe sobre los 6,05 millones de Bs, y Banplus con 5,13 millones.
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