En el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, la ginecóloga Concha Sánchez, coordinadora de la Unidad de Patología Mamaria del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, y la oncóloga de esta unidad Noelia Martínez lanzan un mensaje a estas mujeres para que cumplan a diario con la hormonoterapia, un tratamiento de al menos cinco años que, en ocasiones, puede alargarse hasta los diez.
“Es un tratamiento obligado que ha demostrado beneficio en la supervivencia”, afirma la doctora Sánchez.
“Es importante que tomen a diario ese tratamiento a largo plazo, es una carrera de fondo necesaria para reducir las posibilidades de recaída” en los casos de tumores hormonales, los luminales A y B, apunta la doctora Martínez.
La tentación de abandonar la hormonoterapia
Vanesa Díaz, diseñadora de 44 años, reconoce que alguna vez tuvo la “tentación” de dejar el tratamiento. Y su principal motivación era poder quedarse embarazada de un segundo hijo.
Con 35 años le diagnosticaron un tumor luminal y, tras el tratamiento convencional contra el cáncer, llegó la hormonoterapia con tamoxifeno, un fármaco que durante décadas ha demostrado mantener a raya la actividad hormonal y es terapia estándar para las pacientes en la premenopausia.
Sin embargo, al quinto año de tratamiento, cuando Vanesa se planteaba un nuevo embarazo, se produjo una recaída, apareció otro tumor que propició una extirpación de ovarios y, por tanto, una menopausia precoz y el adiós a uno de sus principales planes de vida.
Ahora tiene prescrito un fármaco hormonal de nueva generación, el inhibidor de la aromatasa, el prototipo de tratamiento para las mujeres con tumores luminales en la etapa de la postmenopausia.
A pesar de las dificultades, Vanesa no ha dejado ni un solo día de tomar la hormonoterapia: “Animo a todas las pacientes a que sigan adelante, hay que cumplir el tratamiento hasta el último día, mientras la oncóloga no nos dé el alta no podemos tomar decisiones por nosotras mismas porque podemos llevarnos un susto”.
Los efectos secundarios
Y el principal motivo para que algunas mujeres no sean regulares en el tratamiento son los efectos secundarios: dolores osteoarticulares, sofocos, cansancio, sequedad y atrofia vaginal, disminución de la libido, inestabilidad emocional e, incluso, alopecia.
Consecuencias que afectan al día a día de las pacientes, a su vida emocional, sexual, social, laboral…
“Llevo regular los efectos secundarios, sobre todo me afecta a las emociones, todo es más extremo. También al principio tenía dolores articulares y no podía subir bien las escaleras”, comenta Vanesa quien recurrió al ejercicio para poder sobrellevarlo.
La oncóloga Noelia Martínez explica que estas consecuencias de la hormonoterapia se han ido solventando con analgésicos de primer y segundo escalón.
“Pero lo más importante es que la investigación ha demostrado que el ejercicio físico y la alimentación mediterránea pueden mejorar y paliar esos efectos secundarios que deterioran tanto la calidad de vida”, apunta la especialista, quien recomienda al menos tres veces en semana 45 minutos diarios de ejercicio aeróbico.
Las mujeres mayores, más riesgo de abandono
La coordinadora de la Unidad de Patología Mamaria del Hospital Ramón y Cajal, la ginecóloga Concha Sánchez, destaca la importancia de preguntar a todas las pacientes en cada revisión si toman a diario la pastilla de hormonoterapia; de explicar las consecuencias de abandonar la medicación; de intentar suavizar los efectos secundarios y valorar cambiar el tratamiento por otro de la misma línea si no se tolera.
“No podemos dar por hecho que todas las pacientes siguen el tratamiento, hay quienes lo dejan de tomar alguna semana porque les cuesta vivir con dolor y les afecta a su calidad de vida, no lo cumplen al cien por cien”, señala la doctora.
Los especialistas observan que las mujeres de más edad son las más propensas a saltarse la hormonoterapia.
“Cada paciente tiene su historia detrás, muchas mujeres mayores son cuidadoras de sus maridos, de sus familias..y se ven mermadas en su día a día y acaban por no tomar la hormonoterapia o dejarla de forma temporal”, indica la ginecóloga.
Las mujeres jóvenes, en cambio, tienen más motivaciones para seguir esta carrera de fondo: “Quieren ver crecer a sus hijos, tienen un desarrollo profesional, quieren vivir y se agarran al tratamiento hormonal, lo cumplen mejor”.
¿Y la maternidad?
Pero las pacientes más jóvenes, menores de 40 años, no lo tienen tampoco fácil. Además del tamoxifeno, en los casos de mayor riesgo, se les induce a una menopausia por extirpación de los ovarios o a través de un fármaco inyectable que les bloquea, de forma temporal, la actividad ovárica.
De forma generalizada, sin este doble bloqueo hormonal, el tamoxifeno puede alterar el ritmo de la menstruación pero no la elimina, por lo que es necesario tomar medidas para no quedar embarazada durante este tratamiento hormonal.
En casos de tratamientos más largos, que superan los 5 años, los estudios apuntan a situaciones en las que se puede suspender temporalmente el tamoxifeno para que la paciente cumpla su deseo de ser madre.
Hormonoterapia, una oportunidad
Aunque sea una carrera de fondo y con algunos obstáculos, la hormonoterapia se convierte en una oportunidad para sobrevivir y superar el cáncer de mama luminal.
Es cierto que después de la quimioterapia, la radioterapia y la cirugía, cuyo fin es eliminar el tumor y el riesgo de recaída, un periodo de miedo y estrés, la mujer se enfrenta a esa nueva fase de tratamiento a largo plazo con destacados efectos secundario: “Es lo que psicológicamente más les afecta”.
“Pero hay que decirles que con esta cuarta pata del tratamiento tienen una oportunidad y pueden responder. Les aconsejo que, de alguna manera, se hagan amigas de la hormonoterapia”, concluye la coordinadora de la Unidad de Patología de la Mama del Hospital Ramón y Cajal en este Día Mundial contra el Cáncer de Mama.