La memoria es una función fundamental del Sistema Nervioso Central y es determinante en la vida de todo ser humano. Permite registrar, conservar y evocar experiencias.
Es un proceso de almacenamiento que luego permite recordar información. La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos indica que hay diferentes tipos de memoria. La de corto plazo que almacena información por unos pocos segundos o minutos; y la de largo tiempo que conserva los datos por un período más largo.
Sin embargo, la memoria no funciona siempre a la perfección. A medida que las personas envejecen, puede que les tome más tiempo recordar las cosas. La citada fuente explica que si una persona mayor olvida las cosas con más frecuencia que otras de su misma edad, es posible que tenga un deterioro cognitivo leve.
Pero algo diferente ocurre cuando se olvida, por ejemplo, cómo utilizar el teléfono o cómo encontrar el camino a casa. En este caso es posible que se trate de un problema más complejo como: la enfermedad de Alzheimer, ataque cerebral, depresión, alcoholismo, lesiones en la cabeza, coágulos de sangre o tumores en el cerebro, problemas de riñones, de hígado o de la tiroides y reacciones a ciertos medicamentos.
La alimentación es clave no solo para cuidar la salud del cerebro, en general, sino para conservar la memoria. Al igual que para cuidar el cuerpo, la dieta debe ser balanceada y equilibrada, acompañada de la práctica regular de ejercicio físico.
Hay algunos nutrientes y vitaminas que son clave en este propósito y entre ellas destacan los siguientes:
Vitamina C
Esta vitamina no solo favorece el sistema inmune, también previene el deterioro cognitivo, según información del portal Cuerpo Mente, el cual cita un estudio realizado en la Universidad de Ciencias de la Salud de Oregón (Estados Unidos), el cual asegura que algunos receptores neuronales dejan de funcionar cuando escasea este nutriente.
“Las propiedades antioxidantes del ácido ascórbico (vitamina C) evitan que los receptores de las neuronas que permiten su comunicación se degraden prematuramente”, precisa la mencionada fuente.
Esta vitamina también es clave para sintetizar el neurotransmisor dopamina, que controla el flujo de información desde diferentes áreas del cerebro. La Biblioteca de Medicina asegura que el cuerpo no puede producirla ni tampoco la almacena. Se puede obtener mediante el consumo de frutas cítricas, mango, papaya, piña, sandía, melón, brócoli, pimientos, espinaca y tomates, entre otros.
Vitamina B1
Esta vitamina protege la salud del cerebro. Cuerpo Mente menciona un estudio de la Universidad de Oxford, el cual concluye que la ingesta de suplementos de tiamina puede mejorar la función cerebral de los pacientes con enfermedad de Alzheimer.
“Una de las maneras en que la vitamina B1 protege el cerebro es reduciendo los niveles de homocisteína –un producto metabólico– en el plasma sanguíneo”, indica. Algunos de los alimentos ricos en tiamina son la levadura, las legumbres, la carne de cerdo, el arroz integral y los alimentos fortificados, como los cereales para el desayuno, precisa el instituto de investigación Mayo Clinic.
Vitamina K
Aunque este nutriente tiene como función principal la coagulación de la sangre, varios estudios han demostrado que tiene potencial para influir en el comportamiento psicomotor y en la cognición, precisa un artículo del diario El Español. Alimentos tanto de origen animal como vegetal, tales como la yema de huevo, las hortalizas de hojas verdes, las coles, el germen de trigo o la soya, la contienen.
Vitamina E
Debido a que el cerebro usa mucho oxígeno, es altamente susceptible al estrés oxidativo, dice Debbie Petitpain, MS, RDN, vocero de la Academia de Nutrición y Dietética, citado en un artículo del medio digital Business Insider. Dado que este nutriente puede prevenir el daño celular causado por el oxígeno, también es posible que ayude a evitar el deterioro cognitivo.
Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos indican que esta vitamina se encuentra en aceites vegetales como el de germen de trigo, girasol y cártamo, además de los frutos secos como: maní, avellanas y, en especial, en las almendras. También puede hallarse en las semillas de girasol, las hortalizas de hojas verdes, como la espinaca y el brócoli y algunos alimentos fortificados.
Vitamina B12
Una de sus principales funciones es el mantenimiento del sistema nervioso central, retrasa la aparición de signos de demencia y mejora las funciones cerebrales y congnitivas. Se encuentra naturalmente en alimentos de origen animal, como pescado, carne, aves, huevos, leche y productos lácteos.