Al iniciar el 2023, los bolivarenses, como todos los venezolanos, volvieron a la realidad y empiezan a sacar la cuenta para ver cómo estiran los realitos de las quincenas y otros de sus pensiones, pero qué va, ni con magia logran cuadrarlas.
Tal es el caso, de Erika García, quien es docente y señala que no sabe cómo va a reintegrarse a su trabajo, pues hace meses se le dañó el carro y ahora tiene que andar en transporte.
“Yo saco la cuenta, solo en pasajes gastaría 50 bs semanal, 200 al mes en el mejor de los casos; ajá con qué compro comida, pago servicios y les doy a mis hijos de comer, que alguien me diga; ahorita sale algún erudito que uno puede sobrevivir así, que lo hagan ellos a ver si pueden”, dijo García.
También, Enrique Cáceres, un abuelo que vive de su pensión, entre llantos dice que con lo que cobra mensual solo le da para comprar un arroz, una harina y un poco de queso; me decían que la vejez serían los años dorados, pero a mí me parece un castigo y nadie hace nada por darle bienestar a los abuelos”.
Asimismo, Clara Rodríguez, quien trabaja en una empresa privada y manifiesta que allí gana un poco más del salario básico y con eso se ayuda; pero que igual un kilo de carne supera los 90 bolívares, el pollo igual o más caro y si quieren un cartón de huevos está más caro que la propia proteína animal, “¿quién puede vivir así?, se pregunta Rodríguez.
Lo cierto es que ya los venezolanos iniciaron otro año de sobrevivencia, quienes para llevar la carga más suave hablan de resiliencia, de solidaridad y de buscar la paz interior; pero muchos se han vuelto multitareas en los trabajos para poder llevar el pan a sus platos y sus familias.
Redacción