Gledys Ibarra no camina, flota. Como si de un gozo eterno se tratara la vida; como si la desenvoltura fuera un arte y ella la estrella que la inspira. De haberse conocido, la leyenda de la salsa, Celia Cruz, sin dudarlo le hubiese dedicado «La negra tiene tumba’o». Vaya que sí.
Si una cédula no asegurase con su fecha de nacimiento su edad, esos 63 años que se le atribuyen podrían confundir, engañar. Luce rozagante, con esos vivaces ojos verdes que han convertido su rostro en uno de los más particulares de la televisión venezolana, así como en el cine y el teatro, donde ha desarrollado una incuestionable carrera.
Esta es su segunda entrevista del día y también del año en medio de un ensayo que está a punto de comenzar en las instalaciones del Grupo Actoral 80 (GA80), en Bello Monte, en el que dará vida a La monstrua, que la regresó al teatro de su natal Caracas.
Tras una larga ausencia, se abrió camino en una Venezuela distinta que la recibe con brazos abiertos, pero con la que tiene una deuda pendiente que está dispuesta a saldar, sí o sí, a punta de trabajo duro.
Unión Radio