Hacer alguna actividad física tiene muchos beneficios como prevenir enfermedades, aumentar la esperanza de vida, fortalecer nuestros huesos y músculos, mejorar la función cardiovascular, mantenernos en un peso saludable, controlar el estrés y potenciar nuestro rendimiento intelectual. Pero entrenar con regularidad puede ‘obsequiarnos’ una experiencia placentera conocida científicamente como orgasmo inducido por el ejercicio (EIO) y, popularmente, como coregasmo.
El término se acuñó tras un estudio publicado por los investigadores Debby Herbenick y J. Dennis Fortenberry, profesores de la Universidad de Indiana que encuestaron a 530 mujeres, 370 de las cuales tenían entre 18 y 63 años, preguntándoles si habían experimentado algún tipo de placer sexual mientras practicaban ejercicio.
La respuesta fue sorprendente: sí, les había ocurrido a prácticamente todas. Así que, llegaron a la conclusión de que había mujeres que alcanzaban el clímax durante la práctica de ejercicio o llegaban a experimentar cierto placer sexual. “A mediados del pasado siglo XX, Alfred Charles Kinsey, un investigador sobre sexología, llevó a cabo un estudio muy potente en el expuso que el 5% de las mujeres entrevistadas había experimentado un orgasmo haciendo ejercicio, especialmente, abdominales”, dijo la sexóloga Ana Sierra.
La especialista madrileña contó que se trata “de un orgasmo que se desencadena de forma espontánea durante la realización de ejercicios que involucren activamente la zona del ‘core’, es decir, ese espacio que comprende desde las costillas hasta el suelo pélvico”, explica la sexóloga madrileña Ana Sierra.
TN