El 31 de enero de 2023 termina una era gloriosa: finaliza la producción del Boeing 747 y se entrega el último avión. Casi exactamente 54 años después del primer vuelo, en 1969, se entrega un 747-8F de carga, que será operado por Atlas Air para el grupo logístico Kühne & Nagel.
Un salto cuántico
Su creación es ya un mito legendario: en 1965, los dos hombres más influyentes de la aviación de la época, William «Bill» Allen, director general de Boeing, y Juan Trippe, fundador de Pan Am, sellaron un pacto de caballeros sobre la construcción del avión de pasajeros más grande del mundo durante su viaje anual en barco para pescar salmón. Con un apretón de manos, y sin un documento oficial firmado.
Hoy cuesta creer que un proyecto que ponía en peligro el futuro de ambas empresas y costaría miles de millones de dólares surgiera de una manera tan informal. «Trippe básicamente dijo: ‘Si lo construyes, lo compro’. Y Allen contestó: ‘Lo construiré si lo compras’. No se firmó ningún contrato, pero así empezó el programa», recordó hace algunos años Joe Sutter, jefe de ingenieros de Boeing, fallecido en 2016.
Previsto como modelo transitorio
Estaba claro que las compañías aéreas, especialmente Pan Am, querían un avión mucho más grande que los que se habían construido hasta entonces. Para Juan Trippe, el 707 era la referencia, por lo que se aferró durante mucho tiempo a la idea original de un avión de dos pisos, para el que simplemente se montarían dos fuselajes de 707 uno encima del otro. Pero esa idea se abandonó en 1965.
Se suponía que el 747 era solo un avión de transición hasta que la mayoría de los pasajeros intercontinentales volaran a velocidades supersónicas, ya fuera en el Concorde o en el Boeing SST, que se estaban desarrollando al mismo tiempo.
A partir de entonces, el 747 seguiría siendo un avión de carga. Por ello, la cabina se desplazó por encima de la cubierta principal, para permitir que una parte del fuselaje se abriera hacia arriba y así facilitar la carga. Esa configuración dejaba una pequeña zona detrás de la cabina, la famosa «joroba» del 747. Con más de seis metros, ofrecía la cabina más ancha jamás vista en un avión de pasajeros, de modo que podían acomodarse dos contenedores de carga uno al lado del otro en lugar de asientos.
El 13 de abril de 1966, Pan Am anunció un pedido de 25 Boeing 747 por valor de 525 millones de dólares, lanzando oficialmente el programa 747.
Gigantesca nave de producción
En junio de 1966, Boeing compró unas 315 hectáreas de terreno cerca del aeropuerto de Paine Field, en Everett, estado de Washington, para construir la planta de producción del 747, que sigue siendo el edificio más grande del mundo por su volumen.
La fábrica se construyó mientras se trabajaba en el diseño del 747. Todo se planificó meticulosamente: el prototipo debía volar en dos años y su lanzamiento estaba previsto para el 30 de septiembre de 1968. Y el ambicioso plan se mantuvo: El 747 apareció exactamente en la fecha prevista.
Primer vuelo sin problemas
El 9 de febrero de 1969 tuvo lugar el primer vuelo, que transcurrió sin problemas. Casi un año después, el 21 de enero de 1970, se realizó el primer vuelo de pasajeros de Pan Am, en la ruta Nueva York-Londres. Para 1975, la flota mundial de 747 ya había transportado a su pasajero número 100 millones.
Como prueba de la longevidad del concepto original, en 2005 se tomó la decisión de lanzar otra nueva generación del 747. Cuatro décadas después de la fabricación del primer 747, el fuselaje se estiró por primera vez, lo que convirtió al 747-8 en el avión más largo del mundo en aquel momento. Pero la era de los grandes cuatrimotores ya había terminado; el último modelo 747 se vendió principalmente como carguero, apenas en versión de pasajeros.
El historiador de la compañía, Michael Lombardi, está seguro, sin embargo, de que los 747 seguirán jugando un papel importante: «Los jumbos de Boeing seguirán volando en el centenario del primer vuelo, en 2069; la ‘Reina de los Cielos’ surcará los aires durante muchas décadas más».
Con información de www.dw.com