Una investigación realizada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), revela que “más de 370 millones de niñas y mujeres vivas en la actualidad – es decir- una de cada ocho han sufrido violaciones o abusos sexuales antes de los 18 años”.
Las proyecciones de la Unicef son publicadas a propósito del Día Internacional de la Niña, el cual se conmemora cada 11 de octubre. Dicha fecha acordada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 19 de diciembre de 2011, con la finalidad de “reconocer los derechos de las niñas y los desafíos únicos a los que se enfrentan en todo el mundo”.
Diversas formas de violencia
Cabe destacar que los cálculos pueden aumentar si se toman en cuenta las diversas formas de abuso, como son el verbal y el abuso en línea, según se explica en el portal.
En ese sentido, la cifra se eleva a 650 millones, es decir una de cada cinco, lo cual conlleva a “la urgente necesidad de adoptar estrategias integrales de prevención y apoyo para hacer frente de forma eficaz a toda forma de violencia y abuso”.
“La violencia sexual contra la infancia es una mancha en nuestra conciencia moral”, ha afirmado la directora ejecutiva de Unicef, Catherine Russell. “Esta violencia inflige traumas profundos y duraderos, a menudo causados por personas que los niños y las niñas conocen y en quienes confían, y en lugares donde deberían sentirse seguros”.
América Latina y el Caribe registra 45 millones de víctimas
Los datos aportados por la Unicef revelan que América Latina y el Caribe registra 45 millones de víctimas representando el 18 % del total.
La región con mayor número es África Subsahariana, con 79 millones de niñas y mujeres afectadas (22%).
Asia Oriental y Sudoriental con 75 millones (8%).
Asia Central y Meridional con 73 millones (9%).
Europa y América del Norte con 68 millones (14%),
América Latina y el Caribe con 45 millones (18%).
Norte de África y Asia Occidental con 29 millones (15%)
Oceanía con 6 millones de víctimas (34%).
Refugiadas y desplazadas las más vulnerables
Una de las conclusiones arrojadas por la investigación señala que las niñas corren un mayor riesgo en aquellas zonas que son calificadas como frágiles.
“En los entornos frágiles -como aquellos con instituciones débiles, fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas o un gran número de refugiados desplazados por crisis políticas o de seguridad- las niñas corren un riesgo aún mayor, pues la incidencia de las violaciones y los abusos sexuales durante la infancia se sitúa ligeramente por encima de 1 de cada 4 casos”, revelan.
Al respecto, Russell ha afirmado que “los niños y las niñas de entornos frágiles son especialmente vulnerables a la violencia sexual. Estamos asistiendo a horribles actos de violencia sexual en zonas de conflicto, donde la violación y la violencia de género se utilizan a menudo como armas de guerra”.
Según los datos, la mayoría de los casos de violencia sexual se producen durante la adolescencia, con un repunte significativo entre los 14 y los 17 años. Los estudios muestran además que los niños y niñas que sufren violencia sexual son más proclives a padecer abusos repetidos. En este sentido, la implementación de intervenciones específicas durante la adolescencia es crucial para romper este círculo y mitigar las consecuencias a largo plazo de esos traumas.
Consecuencias a largo plazo
Otra de las conclusiones derivadas del estudio se refiere a que lamentablemente las víctimas pueden sufrir trastornos y enfermedades en su edad adulta.
“Las supervivientes suelen arrastrar el trauma del abuso sexual hasta la edad adulta y corren un mayor riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual o de caer en el abuso de sustancias, el aislamiento social o trastornos mentales como la ansiedad y la depresión, además de encontrar dificultades para forjar relaciones sanas. Los datos muestran también que las consecuencias se agravan aún más cuando los niños y las niñas retrasan el momento de revelar sus experiencias de abuso sexual, a veces durante largos periodos de tiempo, o simplemente mantienen el abuso en secreto”, se indica.
Un varón por cada once
La investigación también se refiere a que a que los varones también son víctimas de los abusos.
En ese sentido, se precisa que “aunque las niñas y las mujeres son las más afectadas y sus experiencias están mejor documentadas, los datos muestran que los niños varones y los hombres también son víctimas de abusos. Se calcula que entre 240 y 310 millones de niños y hombres -aproximadamente 1 de cada 11- han sufrido violaciones o abusos sexuales durante la infancia. Esta estimación se eleva a entre 410 y 530 millones si se incluyen formas de abuso sin contacto físico”.
La persistencia en la falta de datos, especialmente en lo que se refiere a la experiencia de los niños varones y a las formas de violencia sexual sin contacto físico, pone de manifiesto la necesidad de aumentar la inversión en la recopilación de datos para poder evaluar la dimensión exacta de la violencia sexual ejercida contra la infancia.
Precisa el informe que “a medida que los dirigentes gubernamentales y la sociedad civil -incluidos activistas, supervivientes y jóvenes- se preparan para la inauguración de la Primera Conferencia Ministerial Mundial para Poner Fin a la Violencia contra Niños, Niñas y Adolescentes, que se celebrará en Colombia el mes próximo, la publicación de estos datos pone de relieve la urgente necesidad de intensificar la acción mundial para combatir la violencia sexual contra la infancia y construir un futuro más seguro para los niños y las niñas de todo el mundo”.
Medidas a tomar
Con la finalidad de combatir la violencia sexual contra niñas y niños se proponen las siguientes medidas en el estudio:
Cuestionar y cambiar las normas sociales y culturales que permiten que se produzca la violencia sexual y disuaden a los niños y las niñas de pedir ayuda.
Dotar a todos los niños y niñas de información precisa, accesible y adecuada a su edad, que los capacite para reconocer y denunciar la violencia sexual.
Garantizar que todos los niños y niñas víctimas y supervivientes de la violencia sexual tengan acceso a servicios que promuevan la justicia y la sanación y reduzcan el riesgo de mayores daños.
Reforzar las leyes y disposiciones legales destinadas a proteger a los niños y las niñas de todas las formas de violencia sexual (en particular, en las organizaciones que trabajan con la infancia) e invertir en las personas, los recursos y los sistemas necesarios para aplicarlas.
Establecer mejores sistemas nacionales de datos para supervisar los avances y garantizar la rendición de cuentas mediante la implementación de normas internacionales como la Clasificación Internacional de la Violencia contra la Niñez.
Con información de EI.